Nicaragua: “se derrotó físicamente la rebelión, pero no políticamente”

A dos años del inicio de la rebelión

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  • Entrevistamos desde Nicaragua con Rubén García: “No veo que exista una articulación desde abajo que pueda de manera independiente posicionarse frente al régimen y frente a la coalición burguesa para ser una alternativa. Tampoco estoy diciendo de que no vaya a surgir otra explosión de rebelión ahora combinada con los factores de la pandemia”.

 

 

Estamos a dos años del inicio de la rebelión popular contra Ortega, ¿cuál es la situación social y política del país actualmente?

La situación sigue estando compleja en el sentido de que la gran mayoría de la población nicaragüense, los sectores populares, [las y] los trabajadores, [las y] los explotados y oprimidos en su mayoría recienten las políticas económicas que el régimen ha venido instaurando desde el inicio de su gestión.

En materia de las políticas económicas el régimen de Daniel Ortega no ha variado en relación a las políticas que los gobiernos desde 1990 hasta 2007 habían implementado o mejor dicho de las políticas de ajustes del Fondo Monetario Internacional, a lo que se le denomina políticas neoliberales. El régimen de Daniel Ortega ha sido una continuidad de los otros gobiernos, es decir, que la retórica del antiimperialismo es solamente eso, es un discurso demagógico para arengar las bases del Frente Sandinista, las pocas bases que tiene en los sectores populares, es para arengarla.

Entonces, en este campo la situación política si está mucho más compleja, porque el régimen se ha logrado sostener en el poder no porque haya obtenido el respaldo popular o haya podido cambiar la correlación de fuerzas políticas en la sociedad, sino que ha sido sobre la base de la represión mano militari, más los juicios que –través de los Tribunales de Justicia amañados– ha llevado en contra de [todas y] todos los opositores.

En la actualidad el país vive bajo un estado de excepción no decretado porque a pesar de que en la legislación y en la Constitución Política de la Republica se establece el estado de emergencia este nunca fue decretado, existe sin necesidad de decretarlo, sin necesidad de elevarlo como ley. El país desde el 2018 hasta la fecha sigue viviendo un estado de sitio que está conculcando la mayoría de los derechos que dice la constitución burguesa de nuestro país que tienen [las y] los ciudadanos.

El régimen se mantiene debido a la represión militar y lo ejerce a través de la policía y de las fuerzas paramilitares, que, aunque ya no andan como en junio, julio o agosto del 2018 siguen existiendo. Estos cuerpos ahora andan con armas cortas y siempre movilizándose en camionetas Hilux o motorizados, ejercen la represión en conjunto con la policía. Es decir, la situación sigue complicada en el país, en vista de esa represión brutal y de la masacre ejercida por el régimen y la prohibición de muchos derechos, la población se ve inhibida de salir a protestar.

 

 

La rebelión fue duramente reprimida y las manifestaciones prohibidas. En estos momentos ¿hay algún tipo de oposición organizada y que acciones están realizando?

Efectivamente, la rebelión fue reprimida brutalmente y a la fecha se cuentan, por medio de los organismos de derechos humanos o de la ONU, 328 muertos. Otros organismos nacionales han llegado a contabilizar más de 600 muertos [y muertas].

Recordemos que los organismos de la ONU solo estuvieron por un periodo acá y solo registraron [las y] los muertos que contabilizaron durante el tiempo que estuvieron por acá y posteriormente a eso solo tres muertos adicionales: uno que murió en la cárcel de Tipitapa, lo asesinaron directamente y dos elementos más que los ejecutaron públicamente los paramilitares, sin embargo, hay más muertos [y muertas] producto de la represión que no fueron contabilizados por estos organismos, pero si por los nacionales.

No es la clásica represión de los Estados democrático burgueses, donde tiran bombas lacrimógenas, que detienen o que culatean al que protesta, sino que fue a punta de bala y no solamente de armas ligeras sino de armas de guerra, fueron utilizadas ametralladoras y lanzacohetes para reprimir las protestas de la población. De esta manera aplacaron a punta de fuego de metralla, de lanzacohetes y de fusiles las protestas.

La última manifestación que se dio fue disuelta a balazos y hubieron muertos [y muertas], fue en setiembre de 2018. Posteriormente a esa la policía, ese mismo día, lanzó un comunicado prohibiendo las manifestaciones y cada intento ha sido reprimido brutalmente al grado de que se militariza la ciudad donde se convoca y se llega a encarcelar por 24 o 48 horas a [las y] los organizadores de las manifestaciones. Ese ha sido el modus operandi del régimen orteguista en relación a las manifestaciones y su manera de prohibirlas.

En relación a algún tipo de oposición organizada, desgraciadamente, la rebelión popular espontanea que surgió y se comenzó a articular en el movimiento campesino y el movimiento universitario, fue, con el transcurso del tiempo cooptada por la empresa privada a través del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), por la iglesia católica y por algunas ONG.

Precisamente la labor tanto del COSEP como de la iglesia católica coadyuvo al régimen a controlar las protestas, en vista de que mientras el régimen respondía con fuego de fusil, de metralla y lanzacohetes, los organismos de la empresa privada, las ONG y la iglesia católica llamaban a [las y] los manifestantes, a [las y] los protestantes, a que siempre demostraran su lado pacífico y, como dicen [las y] los cristianos, a que si le dan en una mejilla pusieran la otra.

Este tipo de oposición es la que ha logrado coaptar y está tratando de articular una fuerza, pero con vistas a las elecciones del 2021. Desgraciadamente la represión brutal ejercida por el régimen orteguista prácticamente a neutralizado el desarrollo de una organización desde abajo que sí surgió en abril de 2018 de manera embrionaria.

En la actualidad lo que existen son esas estructuras que ha estado articulando el COSEP, la iglesia católica y algunos partidos tradicionales de la burguesía con ONG, es decir, esos organismos populares embrionarios que surgieron en abril por el momento están prácticamente desarticulados.

 

 

¿Cambió algo en el país tras la rebelión?

Un aspecto importante a señalar es que el lenguaje disque de [las y] los trabajadores que utilizaba el gobierno sandinista de que ellos representaban a los sectores populares, de que representaban los intereses de los más explotados y oprimidos, eso fue echado a tierra precisamente con la brutal represión iniciada en el 2018 de manera abierta y descarada.

No es que antes de 2018 no ejercieran represiones, pero como las pocas protestas que hubieron anteriormente, donde talvez salían a protestar 15 o 20 personas, eran rápidamente reducidas y neutralizadas por las fuerzas de choque de la Juventud Sandinista, que son los paramilitares actuales, no había evidencia como la que ocurrió en 2018.

Hoy en la gran mayoría de los sectores populares y de [las y] los trabajadores están totalmente claros que este gobierno no es un gobierno que representa a ningún sector explotado y oprimido y mucho menos a [las y] los trabajadores. Hay bastante claridad en que el régimen de Daniel Ortega es un régimen capitalista y dictatorial.

En ese campo cambió la percepción de que supuestamente el sandinismo tenía alguna “preferencia”, si se le puede llamar así, por [las y] los trabajadores, es decir, hoy la gran mayoría de [las y] los trabajadores y la gran mayoría de la población explotada y oprimida sabe que la política económica y todo el actuar de este régimen no es favorable a [las y] los trabajadores.

Es de conocimiento público que la familia Ortega-Murillo y todos sus allegados son capitalistas, porque precisamente se escucha dentro de toda la población que son dueños de grandes empresas, de grandes negocios y que se mantienen en contubernio con las instituciones estatales. Entonces esa percepción de que supuestamente el sandinismo representaba un sector de [las y] los trabajadores ya quedo claro que no es así.

Otro aspecto que también cambió con la rebelión de abril es sobre el tipo de gobierno y el tipo de régimen político que es el sandinismo. Esto quedó totalmente evidenciado con las acciones de represión brutal y militar que utilizaron a partir de abril de 2018, porque antes había [opositoras y] opositores al sandinismo y principalmente [campesinas y] campesinos, que habían sido siempre [opositoras y] opositores, de repente aparecían [asesinadas y] asesinados.

Siempre la versión oficial de la policía era que eran producto de pasadas de cuentas entre enemigos particulares, que eran producto de acciones delincuenciales y entonces había toda una confusión, a pesar de que una buena parte de esos campesinos [y campesinas] muertos eran activistas políticos de partidos, siempre de la burguesía, pero que eran opositores al sandinismo y que [algunas y] algunos que tenían mayor edad, habían pertenecido a las fuerzas de la contrarrevolución, eran eliminados físicamente pero siempre se achacaba a móviles personales.

Después de la rebelión ya quedó evidenciado que el sandinismo no duda en utilizar la eliminación física de sus [opositoras y] opositores, independiente que no representen ningún tipo de peligro para su régimen. No tolera la menor disidencia e incluso dentro de [las y] los fallecidos de la protesta de abril de 2018 a esta parte ha habido personas que murieron que habían sido miembros del Frente Sandinista, pero que, al estar en desacuerdo con las medidas establecidas en contra de la seguridad social, en contra de [las y] los jubilados, en contra de [las y] los trabajadores, salieron a protestar y fueron [reprimidas y] reprimidos.

También se ha cambiado en cuanto a que la gente ahora totalmente tiene claridad de que hay una dictadura militar en este país y que al régimen actual no le tiembla la mano para eliminar físicamente a la población.

Lo que no ha podido el régimen es revertir el desacuerdo, o la disidencia, que hay en la gran mayoría de la población en contra de él y no ha podido [llevarlas y] llevarlos a que se vuelvan [partidarios y] partidarios, es decir, lo que existe a la fecha fue que se derrotó de manera física la rebelión, pero políticamente no se ha logrado ganar a nadie más dentro de la población.

Todo lo contrario Ortega se ha atrincherado en las estructuras de la policía, del ejército y en las estructuras de las instituciones del Estado para obligar a todos [y todas las y] los trabajadores públicos a ser partícipes de sus movilizaciones políticas y, a una buena parte de [las y] los trabajadores públicos que no se sometieron a sus dictados fueron corridos de manera impune y con la venia del Ministerio de Trabajo, con la venia de los juzgados laborales, con toda esa articulación y de control absoluto de los cuatro poderes del Estado que tiene el régimen sandinista, es decir, que ha habido un cambio en el sentido de que se ha desenmascarado el régimen actual, que no es el régimen clásico de la democracia burguesa, sino un régimen dictatorial al que no le tiembla la mano para eliminar físicamente la protesta y a sus [opositoras y] opositores.

 

 

¿Qué perspectivas ves a futuro?

Considero que el régimen sandinista, y en particular el presidente de la Republica, ya ha demostrado tener algunas astucias de maniobras para evitar ser objeto de algún tipo de reprimenda por gobiernos internacionales o ante la inminencia de una caída por una protesta popular para maniobrar con las fuerzas de la burguesía, aunque sean opositoras en la actualidad.

Posiblemente estemos ante un escenario donde el gobernante entre en un proceso de negociación con las fuerzas opositoras, la cúpula de las fuerzas opositoras de la fracción burguesa, para llegar al año 2021 y si la correlación de fuerzas es desfavorable va a tratar de negociar de alguna manera.

En principio va a tener el interés de robarse las elecciones como lo ha hecho en las otras ocasiones, pero si las circunstancias se vuelven bastante complejas para el régimen, estaría tratando de articular una manera de salir del gobierno sin ser procesado judicialmente por los crímenes cometidos, sin ser procesado por los bienes mal adquiridos o por el abuso de la autoridad al utilizar recursos del Estado para enriquecimiento personal y tratar de hacer lo que hizo en el 90.

En 1990 no es cierto que Ortega, y el Frente Sandinista, realmente hayan querido de sus ganas reconocer la derrota electoral que le infringió la alianza UNO, sino que las circunstancias eran sumamente adversas, con las fuerzas militares de la contrarrevolución que estaban activas y las bases militares que tenía el ejército norteamericano en Honduras.

Se vio en la situación compleja de aceptar los resultados electorales, pero a la vez negoció su salida, en qué sentido, en que el ejército sandinista no iba a ser tocado, la policía sandinista no iba a ser tocada, el Poder Judicial no iba a ser tocado, al nivel que ningún mando militar del ejército fue retirado, ningún mando de la policía sandinista fue retirado. Hubo reducciones en esas instituciones, pero retiraron a militares de bajo rango y a policías de bajo rango, pero a los policías de dirección y a los coroneles y generales del ejército no los pasaron a retiro, se mantuvieron intactos.

Asimismo, el Poder Judicial quedó en control del Frente Sandinista y precisamente con eso se garantizaba que no se abrieran juicios en contra de ninguno de los comandantes, que no se les quitaran las propiedades. Esa es otra de las cosas que negoció Daniel Ortega en el 90 con el gobierno electo de Violeta Barrios de Chamorro, firmaron un protocolo de transición en el mes de marzo, después de los resultados electorales. Por el Frente Sandinista estaba delegado Humberto Ortega Saavedra que era Ministro de Defensa y jefe del ejército y por el gobierno entrante estaba designado Antonio Lacayo Oyanguren, que era el yerno de la presidenta electa y que llegó a ejercer el cargo de Ministro de la Presidencia.

Ellos negociaron ese proceso de transición y entre los acuerdos estaba esto a lo que me he referido, que el ejército iba a seguir siendo el ejército sandinista comandado por Humberto Ortega, que la policía iba a seguir siendo la policía sandinista comandada, en ese momento, por el comandante Rene Vivas, que sus estructuras no iban a pasar a retiro, que se iba a abrir un proceso de profesionalización y ya sabemos que hasta en el 95 fue retirado Humberto Ortega.

También en ese protocolo de transición quedó establecido que las mansiones y propiedades que estaban en manos de los funcionarios del gobierno saliente del Frente Sandinista no iban a ser quitadas por el nuevo gobierno y amparado en eso hicieron un lenguaje rebuscado, medio popular, de que tampoco la reforma urbana y rural que había beneficiado a [campesinas y] campesinos y sectores populares se les iba a quitar casas o parcelas de tierra. Pero lo principal eran las grandes empresas, las grandes mansiones con que se quedaron los comandantes sandinistas.

Entonces, con ese antecedente, sabiendo lo que son y que es el mismo personaje el que está en la presidencia, ahora con mayor experiencia de represión y con mayor enamoramiento a ser un burgués hecho y derecho, él no está dispuesto ni a terminar en una cárcel y mucho menos a que le pueda ocurrir como en otros países en donde los dictadores llegan hasta el final y son sobrepasados por las fuerzas populares, es decir en este caso él está tratando de negociar, en principio de poderse robar las elecciones en el 2021, pero si no se las puede robar va a tratar de arreglar con las fuerzas burguesas e incluso con organismos internacionales su salida pero con ciertas condiciones.

Hasta el momento, de manera inmediata, no veo que exista una articulación desde abajo, desde los sectores populares, desde [las y] los trabajadores que puedan de manera independiente posicionarse frente al régimen y frente a la coalición burguesa para ser una alternativa. Tampoco estoy diciendo de que no vaya a surgir otra explosión de rebelión ahora combinada con los factores de la pandemia, pero bueno eso es un asunto aparte.

En la actualidad lo que yo observo es que el régimen quiere llegar al 2021, si se dan las condiciones robarse las elecciones y quedarse por otro periodo más, pero si no, negociar con las otras fuerzas burguesas y con los organismos internacionales una salida donde no haya investigación de los crímenes efectuados durante la represión, donde no haya ningún proceso que vaya a quitarle los bienes que han adquirido bajo el enriquecimiento ilícito en el ejercicio del poder y de garantizarse una inmunidad e impunidad para los funcionarios y para sus familiares, pero claro, eso es el deseo del régimen. Eso es lo que observo que está en el ambiente.

Observo, por parte, que de la oposición burguesa estaría dispuesta a transar en esa dirección, por las noticias que he oído, he escuchado que los organismos internacionales como la OEA, incluso las potencias, como el gobierno norteamericano, estarían dispuestos a transar con el régimen en esa dirección pero lógicamente unas cosas son las perspectivas que surjan desde la cúpula y otra cosa puede ocurrir desde la base pero claro, como reafirmo, ahorita no hay una articulación de manera independiente, desde abajo frente al régimen y frente a la oposición tradicional burguesa.

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