Myanmar: La represión ha ido escalando, pero también la resistencia

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  • Según Naciones Unidas hubo 38 personas asesinadas este último miércoles por las fuerzas represivas, calificándolo como “el día más sangriento” desde el golpe del 1 de febrero. Sin embargo, la rebelión continúa y sigue cobrando fuerza. La represión ha ido escalando, pero también la resistencia.

Marcelo Buitrago

Sin embargo la ONU no va más allá de declaraciones periodísticas ante la oposición de Rusia y China de tomar represalias; la última calificó al golpe como “una reorganización del gabinete”. Es que China acaricia la posibilidad de construir un puerto en Myanmar que le dé acceso directo al Indico completando una etapa de la «ruta de la seda» y semejante logro estratégico no se va a poner en riesgo ante detalles menores como un gobierno asesino.

Por su parte el Ministro de Exterior de Singapur, el principal país inversor en Myanmar dijo que era una «vergüenza nacional» que las fuerzas armadas de un país usaran armas contra su propio pueblo, y pidió a la junta que busque una solución pacífica a los disturbios en Myanmar… pero reconoció que la presión externa “solo tendría un impacto limitado en la situación.” O sea, no hagamos olas.

Para completar el abanico de comentarios bienintencionados, el Papa Francisco pidió a las autoridades “que prevalezca el dialogo sobre la represión” sin dar pistas de cómo se produciría tal milagro, ni en virtud de que santa plegaria el ejército abandonaría un poder que ejerce desde hace décadas.

El que ha ido un poco más lejos, no mucho, ha sido Biden. Las medidas tomadas incluyeron agregar a los ministerios de Defensa e Interior de Myanmar y sus principales conglomerados militares que controlan franjas de la economía, a una lista negra comercial, como si fueran vulgares narcos.

Llamativa ente, los que han ido más lejos en cuanto a represalias, han sido los gigantes tecnológicos de las redes sociales. Así, YouTube de Alphabet Inc eliminó cinco canales de las redes de televisión administradas por militares de Myanmar alojados en su plataforma.

Y días pasados, Facebook prohibió al ejército de Myanmar en sus plataformas, tomando la acción más enérgica dispuesta contra los que están en el poder en cualquier nación. Según el director de políticas de Facebook «Creemos que los riesgos de permitir el Tatmadaw en Facebook e Instagram son demasiado grandes».

Después de que los manifestantes comenzaron a usar Facebook para coordinar el movimiento de desobediencia civil en reacción al golpe, el ejército bloqueó temporalmente el sitio en todo el país el 4 de febrero e impuso un toque de queda continuo durante la noche al acceso a Internet.

La prohibición va más allá de las cuentas oficiales y los líderes militares. También evita que las empresas de propiedad militar, en sectores desde el turismo hasta la banca, publiquen publicidad en Facebook, ¿serían entonces las empresas de Internet ahora las más decididas defensoras de la democracia?

Sin embargo la conservadora revista Time se pregunta “¿es la prohibición de Facebook del Tatmadaw en Myanmar un nuevo precedente de cómo las plataformas de redes sociales se enfrentarán a los líderes autoritarios de todo el mundo en el futuro? ¿O es la excepción que confirma la regla?”.

Dando cuenta de episodios en Vietnam, Turquia e India de censura a opositores, Kaye, ex relatora especial de la ONU para la libertad de expresión, dice que cuando los gobiernos autoritarios hacen demandas a las empresas de medios sociales, las respuestas de las empresas, que casi siempre tienen implicaciones para los derechos humanos, inevitablemente se mezclan con preguntas sobre la mejor decisión empresarial para sus negocios. Y esta es la que termina prevaleciendo, agregamos.

Como en su momento ante el bloqueo de Twiter y Facebook a Trump, consideramos que los derechos democráticos no son para los represores asesinos ni los fascistas, en un malentendido «derecho a la libertad de expresión». Y que el mundo de las redes sociales también es un campo de disputa política, como además un vehículo para ayudar a lo más importante y decisivo: la acción directa en las calles. No son los gigantes tecnológicos, que están embolsado multimillonarias ganancias los que garantizarán los derechos democráticos : el joven proletariado de Myanmar le está dando al mundo una prueba concluyente.

Se profundiza la rebelion

El 22 de febrero un masiva huelga general con centenares de miles en las calles puso en primer plano a la nueva clase obrera como protagonista del enfrentamiento al ejercito. Anteriores protestas, como “la revolucion del azafrán” del 2007 (por el color de las túnicas de los monjes budistas que la originaron) golpearon seriamente a los militares, con movilizaciones, pero no pudieron elevarse a la huelga política, como en esta ocasión, por lo que terminaron derrotados.

En una nota anterior dimos cuenta del cambio que sufrió el país en los últimos diez años con la formación de una nueva clase trabajadora.

Es la que ha semiparalizado al país, a partir de la huelga general. Desde entonces, la represión ha ido escalando, pero también la resistencia: imágenes de manifestantes cubriéndose con escudos y palos, en medio de nubes de gas lacrimógenos nos recuerdan a Hong Kong o Santiago, demostrando también que las redes sociales no sólo se usan para ver series, sino también lo que pasa en el mundo.

A esto se agrega también la originalidad: para impedir el avance de los represores, los manifestantes cuelgan sogas con prendas de mujer usadas como polleras en occidente: una antigua creencia machista local cree que pasar por debajo quitaría poder al hombre, Así la joven clase trabajadora también está barriendo la mierda milenaria cultural
Los medios periodísticos dan cuenta de la sorpresa de los mayores ante el heroísmo de las nuevas generaciones, sosteniendo la esperanza que por primera vez sea posible derrotar la dictadura. Que así sea.

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