Masacre policial en una fiesta de una favela conmueve Brasil

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Con la excusa de la persecución a dos criminales en la favela de Paraisópolis, São Paulo, la Policía Militar reprimió brutalmente una fiesta con más de cinco mil jóvenes. La estampida que se desató para huir de los gases y balazos dejó un saldo de al menos nueve muertos, de entre 14 y 23 años.

Las autoridades de la Policía Militar, conocida por su brutalidad contra la población civil – y con los negros y pobladores de la periferia en especial- sostuvieron que se trató de un operativo para aprehender a dos criminales que se encontraban en la fiesta. Pero la agresión brutal de la policía sobre los pobladores pobres que participaban de una fiesta un sábado a la noche quedó profusamente registrado por los múltiples videos que circulan por las redes sociales. En ellos, se puede ver sin lugar posible a las dudas que la hubo una orientación deliberada de escarmiento sobre la juventud negra y pobre.

Las víctimas fatales son Marcos Paulo Oliveira Dos Santos (16 años), Bruno Gabriel Dos Santos (22), Eduardo Silva (21), Denys Henrique Quirino Da Silva (16), Mateus Dos Santos Costa (23), Dennys Guilherme dos Santos Franca (16), Gustavo Cruz Xavier (14), Gabriel Rogério de Moraes (20) y Luara Victoria de Oliveira (18). Muchos padres pobladores de la favela siguen esperando la vuelta de sus hijos, habiendo muchos que sin contarse entre los muertos todavía no se sabe dónde están ni si están heridos… o vivos.

En los videos se puede ver con claridad la saña con la que actuó la policía, que tiene en Brasil una larga trayectoria de racismo y brutalidad sin límites. En este caso se llevan la vida de jóvenes muy jóvenes (¡14 años!), sembrando el terror sobre la población de la favela y de las periferias en general.

Según cuentan la mayoría de los testigos, la calle donde se realizaba la fiesta era muy estrecha y sólo contaba con tres salidas, por donde era difícil que pasara mucha gente a la vez. Alrededor de las tres salidas es que se ubicó la policía militar, rodeando la fiesta para luego comenzar con el gas pimienta y los balazos. Por su nivel de alevosía se trata de una evidente embocada para sembrar el terror entre la población pobre de la que es la favela más grande y poblada de la ciudad más poblada de Brasil.

A la población trabajadora más empobrecida, precarizada y discriminada por ser mayoritariamente negra la policía la mantiene bajo control a través de una violencia sistemática y permanente. Las fuerzas represivas del estado brasilero son las herederas directas de quienes sostenían la esclavitud institucionalizada, el desplazamiento forzado de las poblaciones pobres hacia la periferia y tantas otras prácticas históricas del estado brasilero.

João Dória, el gobernador de São Paulo, es uno de los impulsores de la política sistemática de la violencia policial. Sostuvo públicamente incluso que la orientación correcta para la Policía Militar debía ser “tirar a matar” y consiguió así que la policía de São Paulo ejecutara a casi 400 personas en apenas los primeros seis meses de este año. Por su parte, Bolsonaro y Moro impulsan la impunidad absoluta para las prácticas de asesinato y racismo de las fuerzas policiales brasileras con proyectos de ley que las dejan en total impunidad en cualquier caso de asesinato y represión sobre la juventud pobre y negra.

Los números de las masacres policiales sobre las poblaciones desarmadas de las periferias dejan saldos que son verdaderos “números de guerra”.

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