Majo: “Las protestas son solamente el comienzo, ahora hay que avanzar en la organización y la consciencia”

Intervención de una dirigente estudiantil peruana en la charla "Perú en rebelión" del Tercer Campamento Anticapitalista del ¡Ya Basta!

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Qué tal, buen día a todos, todas, todes. En primer lugar, muchas gracias por la invitación. Para mÍ es un privilegio poder estar aquí con ustedes. Es la primera vez que estoy en Argentina y espero que no sea la última.

Bueno, ya me presentaron. Yo soy Majo, soy dirigente estudiantil de la Universidad Nacional de Ingeniería de Perú, que es como la UBA aquí. Hemos estado en primera línea en la crisis actual. Así que voy a contarles un poco lo que es estar de cerca. Primero, quiero decir algo de contexto, algo sobre los resabios del fujimorismo en Perú. Después voy a contar un poco más sobre las protestas y la represión.

Venimos de una última dictadura en Perú en los 90, una dictadura que fue una época de terrorismo de Estado al que llaman «conflicto interno». La existencia de Sendero Luminoso sirvió de excusa a Fujimori, después de dar su golpe de Estado en el 92. Dijo algo así como «si no estoy en el poder ustedes no están a salvo» y logró que un sector lo apoyara.

Pese a que eso fue en los 90, los resabios siguen hasta ahora. Un gran ejemplo es que su hija, Keiko Fujimori, es quien quedó de candidata presidencial en la segunda vuelta con Pedro Castillo.

¿Qué tiene que ver todo esto? Por sus medidas neoliberales de privatización sucedió que a mayor ingreso nacional menor ingreso relativo. En los números, Perú ha estado macroeconómicamente muy bien mientras crece la desigualdad. Un ejemplo de todo esto es que más del 47% de la gente está bajo la línea de pobreza. Pero esa estadística no contempla la canasta básica entera sino solamente un tercio. Entonces, los pobres son mucho más que pobres. Y la canasta básica es mucho menos que el salario mínimo. Así que con eso se podrán dar cuenta de lo que es nuestra situación. La informalidad ronda el 74% y la mayoría son mujeres.

Perú es un país muy centralizado. La acumulación de riquezas se da sobre todo en la Capital, en Lima. El resto del país, los abandonados, son centralmente del resto de los departamentos del Perú.

Las comunidades abandonadas dieron su voto a Castillo porque después de mucho tiempo fue la primera opción que representaba lo que ellos pedían. Aunque, claro, “del dicho al hecho hay un largo trecho”. Pero en la campaña parecía que lo representaba y logró ganarle las elecciones a Keiko Fujimori.

¿Y qué es lo que pasó? Salteándose su gestión, que fue más que cuestionable, en diciembre pasado asumió Dina Boluarte después del derrocamiento de Castillo por parte del parlamento. Boluarte desconoció los pedidos del pueblo, que la habían llevado a la vicepresidencia, se alió con la derecha congresal, lo que claramente es una traición total. Ella siempre decía que si lo bajaban a Castillo ella se iba a ir con él, porque sabía que lo querían derrocar. Lo bajaron, no cumplió, asumió y todos ellos se hicieron amiguitos.

Entonces, las provincias se levantaron el 7 de diciembre del año pasado. Empezaron las protestas y la respuesta, en vez del diálogo, fue la represión policial. Y si te reprimen obviamente sigues saliendo con más furia incluso. Eso fue lo que pasó. Todo el mes de diciembre las provincias estuvieron protestando y, a la par, la policía estuvo asesinando. En un solo día en Ayacucho hubo 8 muertos. Otro día, en Juliaca, que ni siquiera es una provincia sino una parte de una provincia, hubo 17 muertos. Ahora estamos superando los 70 asesinados por la policía.

En todo diciembre no hubo ninguna atención a la represión. Porque quienes protestaban eran «provincianos», porque no eran de Lima, que son para ellos gente que no importa. “Si protestan qué más da”, es lo que piensan. Fue por eso que los compañeros hicieron lo que se llamó la Toma de Lima. Lo llamaron así porque sienten que Lima no les pertenece, entre la ciudad y el campo es todo muy diferente, de cultura, de bienestar. La clase media limeña ve a la gente de provincia, los miran para abajo, como ciudadanos de segunda clase. Esa fue una frase muy repetida después de que la dijo un ex presidente peruano, Alan García, que se suicidó cuando fueron a arrestarlo por corrupción. Para darle contexto, él mandó a fusilar a quienes protestaban contra la instalación de la minería en sus zonas. La gente que vivía ahí no importaba, eran «ciudadanos de segunda».

Se sigue viendo de esa forma a los compañeros que no son de Lima. Entonces no les quedó otra que venir a Lima, porque si no estaban allí nadie los iba a escuchar. Llegaron así en enero delegaciones de universitarios, de campesinos. El campesinado allá es muy fuerte. Entre el 24 y el 27% de la Población Económicamente Activa es campesina, personas que labran su propia chacra. Mi papá es campesino en Chincha, mi mamá viene de familia campesina.

El campesinado es fuerte y explotado. Los oligopolios les pagan una miseria por sus productos, que muchas veces se terminan malogrando porque no hay nadie que se los compre.

Los campesinos, obreros, estudiantes de las provincias vinieron a la Capital. La gente de Lima se asustó, creyeron que eran todos delincuentes, mil y una cosas, estereotipos de la clase dominante. Entonces, ¿dónde van a estar todas estas personas? El facho del intendente, López Aliaga, también se puso totalmente en contra de que los compañeros estén en Lima.

Las consignas que llevaban eran la renuncia inmediata de Dina Boluarte, un referéndum para la convocatoria de una Asamblea Constituyente y aparte la disolución del Congreso. Porque, como se habrán dado cuenta, el Congreso y Dina son amiguitos ahora. La Asamblea Constituyente se pide porque no podemos seguir con la Constitución de un dictador, que perpetúa la desigualdad.

¿Cómo fue entonces la organización? Tuvimos que organizarnos contra la represión. Allí cuando sales a protestar la policía te golpea, a mí me han golpeado con el garrote. A los compañeros les tiran perdigones. Los gases lacrimógenos no los usan para dispersar a la gente, para que te vayas corriendo, los disparan como armas de fuego, te tiran las bombas directamente al cuerpo. Y así han asesinado a muchos compañeros y otros han sido heridos. Y ser herido no es que te quedes con dolor de pierna un rato sino que no vas a volver a ver, no vas a volver a caminar, perdiste un brazo, perdiste una pierna.

Los universitarios en Lima, de la San Marcos y de Ingeniería, lo hemos visto de cerca porque hemos atendido a los compañeros en la Universidad. Puede sonar irresponsable atenderlos en la Universidad pero… (interrupción de aplausos). Puede sonar irresponsable atender gente en la Universidad, pero si los llevabas a los hospitales se los llevaban presos. Les pedían sus documentos, veían que era de provincia, llamaban a la policía y los apresaban. A ese nivel, los hospitales eran un peligro.

Teníamos que llamar médicos y enfermeros voluntarios, que apoyen la lucha, para que vengan a las universidades y los curemos dentro. Luego debíamos buscar una clínica que estuviera muy lejos del centro para que los puedan atender. Estar en el centro era que les digan «eso te pasa por protestar».

Los puntos de apoyo fueron las universidades. Fue una semana entera llena de recibir delegaciones de compañeros, de 200 o 300 personas. Te decían: «por favor, no tenemos a dónde ir, danos una mano, sé que tú compartes la lucha». Y era así, pero la compartíamos solo los estudiantes. En el caso de la San Marcos, la rectora es una limeña promedio que está en contra de la lucha y los compañeros tuvieron que tomar la Universidad para poder alojar a los compañeros de provincia. Con una excusa, dijo «estos son delincuentes» y avaló la entrada de la policía con tanques rompiendo la pared y las rejas. Tanto les importan las paredes y ahora resulta que no.

Un gran bloque de las afectadas por la represión fueron las mujeres. Casualmente, las compañeras estuvieron más tiempo detenidas que los compañeros. Varias de ellas estuvieron desaparecidas por varios días. Cuando las compañeras aparecieron, estaban en una situación psiquiátrica fatal. Porque habían recibido abusos de parte de la policía. Entenderán a qué me refiero. Esto salió en la prensa.

Su desaparición no la podíamos denunciar porque no podíamos confiar en la policía. Si hacíamos la denuncia la policía podía ir por ellas y hacerles cualquier cosa porque tenían en flor de piel el testimonio de lo que estaba pasando.

No solo es represión, no solo son golpes. Es muerte, violación sexual, es privación de derechos. Es brutal. Sabrán que cuando hay conflictos sociales utilizan a las mujeres como objeto de premio. Eso ha pasado mucho allá. No se sabe tanto porque no lo podemos denunciar, por la complicidad de la policía y de los hospitales, porque es una dictadura total.

Quienes nos encargamos de buscar éramos colectivos feministas. Íbamos cuadra por cuadra, hostal por hostal, nos dividíamos por distritos. Y después de buscarlas venían las marchas, teníamos que organizarnos. Íbamos con máscaras, lentes, con equipamiento para resistir la represión. Tenemos que ir así porque nos paran disparando, nos cae de todo. Si estas en primeros auxilios en las movilizaciones tienes que estar atendiendo a 15 personas a la vez, que tienen perforada la cara, perforada la pierna, no sabes en qué momentos te va a caer a ti.

Fue desastroso ver cómo la rectora permitió que les pase eso a sus estudiantes. Por eso ahora estamos exigiendo su renuncia, porque no tiene un sol de conocimiento de derechos humanos. En nuestro caso se dio la rareza de que el rector nos apoyó, nos dijo «si yo fuera joven estaría protestando». Vinieron las tanquetas a intimidarnos afuera.

Fuimos durante semanas un punto oficial de acopio. Y fue entonces que las personas con menos recursos iban a la Universidad a dejarnos donaciones. La pobreza es terrible y señoras pobres de 80 años que venden en la calle te dejaban una bolsita de habas, una bolsita de papas y te decían: «para mis compañeros de provincia, yo vengo de allá, dénle por favor comida a los compañeros, dénle cama a los compañeros». Venía gente de pocos recursos a ayudar y la gente que realmente sí tenía para hacerlo, solamente se daba la vuelta.

La solidaridad y el abrazo que recibimos de la comunidad es algo que nunca voy a olvidar.

Muchas personas se tuvieron que volver porque son campesinos, porque viven en el día a día y tenían sus chacras abandonadas. Ahora hemos formado una coordinadora de la lucha, que está conformada por dirigentes estudiantiles, de trabajadores, distritales.

La lucha sigue pese a que la gente sabe que si sale a protestar tal vez no regrese. Nos seguimos organizando con la dificultad de que la participación política allá es muy baja, la militancia en la Universidad es muy poca y está muy reprimida. Solamente quieren que egreses y trabajes para una empresa. Porque si militas, según ellos eres un terrorista.

Nos estamos organizando para un proceso constituyente y estamos luchando para que no nos traicionen. Eso solamente va a depender de la organización del pueblo. Estamos en ello. Hemos formado un comité para sostener la organización. Las protestas son solamente el comienzo, ahora hay que avanzar en la organización y la consciencia. Es genial poder ver la realidad de lo organizados que están. Quiero aprovechar para comunicar todo lo aprendido aquí para transmitir a los compañeros. Muchas gracias.

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