La mentira del «éxito económico» de Bolsonaro: casi triplicó el hambre en cuatro años

La situación social empeoró gravemente durante el gobierno de Jair Bolsonaro, con más de 33 millones de brasileños que sufren hambre diariamente.

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Para el año 2014, la ONU había retirado a Brasil del llamado «mapa del hambre». Se trata de una lista de países donde el índice de personas con inseguridades alimentarias severas supera el 5%. Ocho años después, no sólo volvió a formar parte de esa lista, sino que el índice llega al 15,5%. Y la suba más pronunciada se corresponde con los cuatro años de gobierno de Jair Bolsonaro.

El mismo Bolsonaro que ahora mismo hace campaña con el supuesto «éxito económico» de su gestión, casi triplicó el índice de hambre durante su gobierno. Cuando el ex capitán del ejército llegó al poder, en 2018, Brasil ya había regresado a esa lista, con un 5,8% de brasileños sufriendo hambre. Cuatro años después, 33 millones de brasileños sufren hambre, lo que representa un 15,5% de la población, los peores registros desde 1993. Los datos surgen de un informe de la Red Brasileña de Pesquisa en Soberanía y Seguridad Alimentaria.

El dato es demoledor para entender a quién benefició el supuesto «éxito» de la gestión económica bolsonarista. Mientras este lunes los mercados financieros celebraban que la performance electoral del actual presidente fue bastante mejor de lo esperada, la algarabía del capital financiero contrasta con los indicadores sociales. El 60% de la población (unas 125 millones de personas) sufren inseguridad alimentaria de algún tipo debido a la situación económica.

A pesar de que el hambre pegó un salto durante el gobierno de Bolsonaro, el índice ya venía en aumento sobre el final del gobierno de Dilma Rousseff y luego durante el de Michel Temer. Según los datos de la ONU, nunca un país que había salido del «mapa del hambre» había regresado. Con Bolsonaro, ahora la situación es la peor en tres décadas, en el tercer país mayor productor de alimentos del mundo.

Otros aspectos de la realidad social también empeoraron, como por ejemplo el educativo. Según la fundación Todos Pela Educação, la cantidad de niños entre 6 y 7 años que no saben ni leer ni escribir aumentó un 66% sólo entre 2019 y 2021.

El bolsonarismo se agarra de algunos indicadores «positivos» para atestiguar su supuesto éxito, pero en todos los casos evitando mostrar la película completa. Por ejemplo, en relación al crecimiento del PBI. Si es verdad que en 2021 creció un 4,6%, se trató de un rebote luego de una caída de 3,9% por la pandemia, como sucedió en casi todos los países del mundo.

Algo similar ocurre en relación al mundo del trabajo. En consonancia con el aumento del producto -y al igual que también sucede en nuestro país- el desempleo viene bajando (8,9%) después del pico durante la crisis pandémica. Sin embargo, la calidad del empleo y las condiciones de vida empeoraron. El salario mínimo medido en dólares pasó de $261 en 2018 a a $217 este año. En 2014 era de $307.

Lo mismo ocurre con la informalidad laboral. En agosto de 2021, el trabajo informal alcanzó un récord absoluto llegando al 40,6%, con una muy leve baja al 39,1% este año, según datos del instituto oficial de estadísticas IBGE.

Otro dato que el bolsonarismo utiliza para fundamentar su supuesto éxito es el de inflación. En plena campaña electoral, se conoció que la variación del IPC para agosto fue negativa. Los precios de redujeron un 0,3% en promedio, redondeando un 8,8% en los últimos doce meses.

Sin embargo, si se observa a mediano plazo, hace por lo menos dos años que la inflación viene en alza, y se mantiene en niveles por arriba de hace cuatro años. De hecho, en abril de este año alcanzó un pico histórico del 12,5% interanual. En diciembre de 2018, apenas llegó el bolsonarismo al poder, era de 3,4%, según cifras oficiales.

En resumen, el «éxito» que se adjudica Bolsonaro sólo viene reflejar la situación de un país extremadamente desigual, con un porcentaje cada vez mayor de la población sufriendo hambre y pobreza, a pesar de ser la economía más grande de Sudamérica y uno de los mayores productores de alimentos del mundo.

El éxito sólo es para los grandes empresarios que se han beneficiado de las políticas de desregulación, reducción de impuestos y privatizaciones. Sin que nada de eso redunde en un «derrame» hacia las grandes mayorías, sino todo lo contrario. Los datos reales, no falseados por los apologistas, son claves en las próximas elecciones de segunda vuelta, en una situación política de fuertísima polarización.

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