La forja de una tradición revolucionaria

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Por Roberto Saenz

Este “allanarse” al terreno del acontecimiento más importante en la actual coyuntura latinoamericana, la pelea contra el golpe de Estado en el país hermano,un paíscon semejantes tradiciones de lucha, este ponerle el “cuerpo” a la pelea y más aún proviniendo de una figura política de la izquierda, tiene múltiples significados, algunos de los cuales queremos abordar someramente en esta nota.

El primero tiene que ver con la preocupación que tuvo nuestro partido ynuestra corriente de expresar nuestra solidaridad en el terreno mismo de los acontecimientos. En Bolivia se ha puesto en marcha un durísimo golpe de Estado que, simultáneamente,expresa una enorme rebelión popular contra el mismo.

Morales y Linera se fugaron del país en cuanto se disparó “el primer tiro”. Una defecciónagravada ahora por el bochornoso reconocimiento de los senadores masistas de la golpista Áñez como presidenta provisoria “legítima”; una traición doblemente artera cuando la usurpadora viene de protagonizar las masacres de Sacaba y Senkata.

Y aún así, sin embargo, cada día que pasa crece más la movilización independiente de las masas explotadas y oprimidas; una movilización que a estas horasse está realizando ya de manera contrapuesta,tanto a los designios masistas, como a las otras direcciones del movimiento de masas que, escandalosamente, están con los golpistas.

Una movilización independiente, heroica, desde abajo, abnegada, apasionada, como se ha podido ver en muchos videos,que expresa las mejores tradiciones de lucha del pueblo boliviano.

Desde ya que en Bolivia no existe un verdadero partido socialista revolucionario. Esta tarea se ha hecho compleja en las últimas décadas luego de la fuerte derrota del proletariado minero con la privatización de la minería en 1986 (ley 21.060), así como por la irrupción del justo sentimiento originario que ha dado lugar, muchas veces, a lecturas exclusivistas de las contradicciones de clases y nacionales del país[1].

El trotskismo boliviano fue arrasado por la acumulación de errores y las dificultades objetivas del país[2] y es todavía una tarea por delante refundarlo; volver a ponerlo de pie al calor de estos nuevos acontecimientos[3].

En estas condiciones y siendo, como hemos dicho, que la pelea contra el golpe en Bolivia se coloca en el centro de la coyuntura regional, había que tomar una decisión militante para solidarizarnos con la lucha anti-golpista.

Y es así que, recuperando lasmejores tradiciones internacionalistas y de manera valiente, cuidando seriamente todos los riesgos, decidimos el viaje de una delegaciónde Socialismo o Barbarie a La Paz, delegación encabezada por nuestra compañera Manuela Castañeira.

Atención, que hicimos esto luego de sondear en varios ámbitos el envío de una comisión de figuras políticas, personalidades y organismos de los derechos humanos que hicieran las veces de “veedores” en Bolivia frente a los atropellos a los derechos humanos;una gestión en la que no tuvimos éxito hasta el momento, pero que sigue a la orden del día.

Cuidamos y medimos bien nuestros pasos. No se trataba de hacer gestos “pasados de rosca”. Sopesandolos riesgos y el “aislamiento” internacional de esta lucha histórica, como señal práctica de solidaridad, decidimos el viaje de nuestra compañera.

La segunda razón tiene que ver con un problema educativo: cómo forjar nuestras figuras en las condiciones del siglo XXI, donde tiene tanto peso lo mediático, la mediación parlamentaria (herramientas imprescindibles, por otro lado), cuando a veces es difícil conectar de manera directa con los procesos revolucionarios.

Comentar desde los gabinetes, es fácil. Más difícil es tomar contacto real con los procesos de luchaaun si, hay que ser conscientes, esto no reemplazala construcción del partido revolucionario en el terreno.

Con Manuela y otras figuras partidarias la preocupación que nos mueve es tener un determinado “equilibrio”. Las figuras de la izquierda no pueden hacer caso omiso del “gran público”, ni dejar de establecer una “diagonal” entre nuestras posiciones y la conciencia promedio de los trabajadores y trabajadoras.

Sin embargo, y por otra parte, la forja de las figuras de las corrientes revolucionarias requiere del contacto, de cierta experiencia en el terreno real. Y de ahí que para este objetivo hayamos decidido el envío de nuestra delegación.

En tercer lugar, está el significado que tiene un viaje así para toda la militancia partidaria. Un significado tambiéneducativo en el sentido de señalar que, en definitiva, la principal forja del partido y sus militantes es en la lucha de clases directa.

Muchos compañeros y compañeras nos han manifestado que “quieren ir a militar a Bolivia”. Hay que ver todavía cómo se desarrollan los acontecimientos. Por ejemplo, si las manifestaciones larvadas de guerra civil terminan concretándose de manera abierta.

Claro que, de todos modos, el re-despertar de la lucha de clases en el país andino es una oportunidad para capitalizar todo el esfuerzo militante y de elaboración que hicimos una década atrás.

Pero más allá de todo esto, está la enseñanza revolucionaria elemental que nuestra construcción debe privilegiar siempre el terreno directo de la lucha de clases así como la solidaridad internacionalista. En el último período no todos los días hemos tenido eventos y/o jornadas revolucionarias en las cuales forjar nuestra militancia.

Es verdad que la región ha venido condicionada desde hace 20 años por el ciclo de rebeliones populares; un ciclo general que no se ha cerrado.

Sin embargo, los momentos de rebelión han alternado con otros de estabilidad; de reabsorción. Y si la construcción partidaria y la política revolucionaria deben combinar los aspectos más tácticos y los más estratégicos de nuestra construcción, si se debe tanto saber ir a las elecciones como a las luchas, sería un crimen desaprovechar la educación política cualitativa que significan los procesos revolucionarios.

Nuestra corriente ha enviado sendas delegaciones a Chile y Bolivia en las últimas semanas. Pero cuando, además, la delegación está encabezada por la principal figura partidaria, el mensaje adquiere otra dimensión incluso “extramuros”.

Esto último lo hemos podido apreciar en la inmensa cantidad de saludos y felicitaciones a Manuela por haber “ido a poner el cuerpo” –al menos por unos días- al propio terreno de los acontecimientos, hasta para intentar romper el inmenso cerco mediático que a puesto en pié la dictadura boliviana para que no se sepa, realmente, qué ocurre en el país.

Por último, otra enseñanza elemental, es que cuando se da un paso audaz así,hay que tomar todos los recaudos. Audaz no quiere decir descuidarlas precauciones que hay que atender para reducir los riesgos al mínimo.

En las últimas décadas no hemos militando mayormente bajo dictaduras. Sin dejar de ser“dictaduras del siglo XXI” más o menos “atípicas”, es ya un hecho que el golpe en Bolivia tiene elementos más “clásicos” (más arteros y sanguinarios).

En pocos díasAñez ha producido dos masacres: la de Sacaba, Cochabamba, y la de Senkata,El Alto, sumando más de dos decenas de asesinados. La dictadura tira la piedra y esconde la mano, es artera: mata y dice que fue cualquier otro. No respeta ninguna institucionalidad, aunque afirme hacerlo.

Además, la mayor parte de la prensa regional y mundial, prensa reaccionaria y ultra-capitalista si las hay, presenta todo en forma reduccionista, como si fuera una mera pelea entre masistas y antimasistas, o que hubiera “infiltrados” venezolanos y cubanos, desconociendo abiertamente que se está ante un golpe de Estado.

Pero esto es toda basura para encubrir la represión golpista. La que mata desde los helicópteros –¡helicópteros con los que Evo Morales fortaleció los aparatos represivos!- es la dictadura. Y mata impunemente bajo el decreto de Áñez que excluye a los represores de cualquier responsabilidad.

La audacia política que hay que tener para traspasar las barreras de la mera acción “institucional” tiene que ser llevada adelante, repetimos, dentro de marcos estrictamente de cuidado;minimizando los riesgos.

Había que estar junto al pueblo boliviano y nuestra compañera Manuela Castañeira, nuestro partido y nuestra corriente lo estuvo;pusimos el cuerpo. Y lo seguiremos haciendo de aquí en adelante.

En el final de esta “visita” se trata de multiplicar las iniciativas continentales en repudio al golpe, el trabajo entre la comunidad boliviana, las vigilias como en el Consulado en Buenos Aires y todo tipo de iniciativas, viendo la posibilidad de realizar un vuelco permanente al país hermano y manteniendo la exigencia de que una Comisión de personalidades se traslade al país hermano para romper el cerco mediático y la impunidad.


[1] Por “exclusivismo originario” nos referimos a la pérdida de vista de las raíces, en última instancia de clase, de las relaciones de explotación y opresión. Es decir: a la autonomización de la opresión nacional respecto del carácter de clase de la sociedad boliviana (“Crítica al romanticismo ‘anticapitalista’”, Roberto Sáenz).

[2] La organización trotskista de mayor tradición y presencia histórica en el país es el POR. Pero éste ha tenido una deriva dramática en las últimas largas décadas –un desabarranque constante- que ha desembocado ahora en una posición cómplice con el golpe de Estado.

[3] La tarea de construir un núcleo revolucionario de nuestra corriente en Bolivia y, sobre todo, en El Alto, se ha puesto nuevamente a la orden del día a partir de los acontecimientos que estamos viviendo y que retoman lo mejor de las tradiciones del Octubre boliviano del 2003; tradiciones que habían sido adormecidas pero no suprimidas, durante el gobierno de Morales y Linera.

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