Hay que disolver Carabineros de Chile

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  • Si la tarea de la rebelión es barrer la horrorosa herencia del pinochetismo, defender los derechos humanos y refundar Chile sobre nuevas bases en función de los intereses de los trabajadores, las mujeres y la juventud, una institución reaccionaria y fascistoide como Carabineros no puede seguir existiendo.

Facundo Oque

Las impactantes imágenes que se viralizaron en redes sociales, donde unos carabineros asesinan a sangre fría al joven artista callejero Francisco Martínez, despertaron una enorme indignación y bronca.

El joven, cansado del hostigamiento policial por realizar su actividad cotidiana para ganarse el pan, se negó a entregar sus instrumentos de trabajo. Los dos uniformados le dispararon 5 veces, sin piedad, a las piernas, los brazos y luego al cuerpo. Lo asesinaron a sangre fría sólo por ser joven, por ser artista callejero, por no adaptarse  a las «reglas» del sistema, por oponerse a respetar la autoridad de una placa manchada con la sangre de otros jóvenes como él.

En Panguipulli, grupos de manifestantes incendiaron edificios públicos. Atacaron la comisaría y quemaron la municipalidad. La reacción recuerda a la vivida tiempo atrás en Estados Unidos tras el asesinato de George Floyd en Minneápolis, Estados Unidos. Aunque los hechos en Chile no tuvieron la misma masividad, la comparación es inevitable. La juventud es parte de un proceso global de rebelión que se ha expresado en distintos países. La marea verde que conquistó el aborto legal luchando en las calles de Argentina, el movimiento #BlackLivesMatter en Estados Unidos y las enormes movilizaciones de #ChileDespertó, con sus particularidades en cada caso, expresan un recomienzo histórico de la lucha de los explotados y oprimidos que, con la juventud a la cabeza, avanza cuestionando la represión, el racismo, el machismo, y todas las injusticias del Estado burgués y capitalista.

Contra esta marea ascendente de las nuevas generaciones se agitan las reservas más reaccionarias de la sociedad. Las fuerzas represivas de todo pelaje y color, los «monstruos» como Bolsonaro y Piñera, los evangélicos, los fascistoides que asaltaron el capitolio en EEUU y que tildan de «comunista» al imperialista de Biden. La saña de ese choque entre lo peor y lo mejor, entre el pasado putrefacto y el futuro de rebelión que viene a cuestionarlo todo, movió el dedo que gatilló los disparos para asesinar vilmente a Francisco, de apenas 26 años, artista callejero, rebelde, insumiso.

Pero indignación, lamentablemente, no quiere decir sorpresa. Carabineros es una fuerza que se caracteriza por sus reiteradas violaciones a los derechos humanos. El velo de impunidad que los cubre es herencia de una dictadura sangrienta y longeva como la de Pinochet sostenida por un importante ala del régimen político, y por el mismísimo presidente Sebastián Piñera quien a pesar de un fuerte desgaste en su imagen positiva, viene logrando salir aireoso de cada uno de sus crímenes contra la juventud y el pueblo trabajador… por ahora.

«Estamos en guerra», agitaba Piñera frente al estallido de la rebelión popular en 2019. Como señalamos en una nota anterior escrita por nuestro corresponsal en Chile: Desde ese momento aumentó tanto la represión a las protestas como la brutalidad con la que se maneja Carabineros frente a los trabajadores y la juventud, con un nivel impunidad y vejación de los derechos humanos nunca visto en democracia.

El joven de 16 años que fue empujado salvajemente desde el puente Pio Nono, la violación, tortura y asesinato de la artista callejera conocida como «La Mimo», o los miles de mutilados que quedaron sin vista parcial o total tras las brutales represiones a las manifestaciones ocurridas en 2019 y 2020, ejemplifican que estas declaraciones no eran palabras tiradas al viento sin pensar, sino una orden de ataque para ahogar represivamente la rebelión popular.

Las prácticas inhumanas y fascistoides de esta fuerza formada por criminales de la dictadura no pueden tener lugar en una sociedad en la que la juventud y los trabajadores comienzan a generar la relación de fuerzas para ajustar cuentas con las vejaciones a los derechos humanos sufridas en el pasado. La amenaza hacia su impunidad causa una respuesta aún más agresiva de esta institución reaccionaria, que se defiende desenvolviendo toda su brutalidad contra la juventud, los trabajadores y el pueblo. Asesinando, violando, desapareciendo, mutilando, intentando crear un verdadero clima de terror en el activismo y los luchadores, o en todo aquel que, como Francisco, ose cuestionar minimamente su autoridad.

Pero lejos de desmoralizarse, la rebelión que empezó como un reclamo contra el aumento del boleto se volvió una verdadera causa de millones, expresándose en movilizaciones masivas en la Plaza de la Dignidad, y luego canalizándose en un aplastante triunfo en el plebiscito por una reforma constitucional.

Millones adhieren a la causa de terminar con la constitución de Pinochet. #ChileDespertó y tiene por delante la tarea de barrer la herencia dictatorial de la constitución evitando caer en las trampas institucionales que los reformistas de todo pelaje quieran negociar con los poderes del viejo orden. La rebelión debe avanzar en sus reivindicaciones sin dejar la estrategia de la movilización independiente y la lucha callejera como principal herramienta de transformación, que ha demostrado ser el verdadero motor de cada conquista.

Pero si el objetivo de este nuevo proceso de rebelión de la juventud, los trabajadores y el pueblo que atraviesa Chile desde 2019 es barrer la horrorosa herencia del pinochetismo, defender los derechos humanos y refundar Chile sobre nuevas bases, una institución reaccionaria como Carabineros no puede seguir existiendo.

La sangre derramada no se negocia. Cada uno de los crímenes contra la juventud y el pueblo trabajador deben ser castigados. Todos los asesinos, torturadores y criminales deben estar en prisión y Carabineros debe ser disuelta definitivamente.

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