Francia: la juventud toma protagonismo y se radicalizan las protestas

La revuelta ha ingresado en otra etapa con el ingreso de la juventud, principalmente porque el reclamo de retirar la reforma se ha transformado en un canal de cuestionamiento a toda una realidad social, a la lucha por un derecho al futuro.

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Este martes Francia transitaba la décima huelga general en los últimos dos meses desde que el presidente Emmanuel Macron impulsó el aumento de dos años en la edad jubilatoria.

A pesar de que el proceso de protestas y huelgas se mantiene vivo desde hace varias semanas, una nueva etapa del conflicto se abrió el 17 de marzo pasado, cuando el presidente decidió hacer pasar la reforma mediante el artículo 49.3 de la Constitución, que permite hacer pasar una ley salteándose el voto de la Asamblea Nacional.

Desde entonces, las cosas han adquirido otro cariz: las movilizaciones ya no sólo exigen la retirada de la reforma, sino que denuncian el zarpazo autoritario y «bonapartista» de Macron. El proceso pasó entonces a cuestionar la continuidad misma del gobierno.

En línea con la antidemocrática decisión de hacer pasar la reforma a pesar del amplísimo repudio popular, Macron apostó también a hacer retroceder las movilizaciones desplegando un inmenso operativo represivo a nivel nacional, que este martes llegó a involucrar a 13.000 agentes de policía, un despliegue inédito según el propio gobierno.

En esta nueva etapa del proceso, uno de los datos más relevantes es la entrada de lleno del combativo movimiento estudiantil y juvenil, que se suma a las acciones promovidas de los sindicatos y en algunos casos protagoniza la resistencia contra la represión policial.

A pesar del operativo mediático oficialista de denunciar el «vandalismo» y la «violencia» de las movilizaciones, lo cierto es que es la juventud la que se está poniendo a la cabeza de enfrentar la violencia ejercida por el propio Estado.

Pero más allá del desgastado discurso oficial, la revuelta ha ingresa en otra etapa con el ingreso de la juventud, principalmente porque el reclamo de retirar la reforma se ha transformado en un canal de cuestionamiento a toda una realidad social, a la lucha por un derecho al futuro.

Por eso, muchos analistas y una parte de la sociedad se sorprendían de que la juventud, tan «lejana» temporalmente a la vejez, se comprometa tanto por una reforma de las pensiones. Pero la revuelta superó la cuestión de la reforma y cuestiona las condiciones de vida que impone el capitalismo francés para los jóvenes y los trabajadores. Así lo reflejaba el corresponsal del diario español El País en París: «ahora se han sumado en masa a las protestas adolescentes y estudiantes universitarios que salen a manifestarse por la lejana pensión, pero también por una aspiración más abstracta y a la vez poderosa: un futuro mejor». 

Estas «aspiraciones más poderosas» se proyectan al conjunto de las mayorías trabajadoras: «Hay más. Los maestros piden mejores salarios. Hay libreros en las marchas que recuerdan el desgaste físico que representa su profesión. El otro día una oyente intervenía en la radio France Inter para explicar que era comerciante en una pequeña ciudad y quejarse de que Macron hubiese concedido la Legión de Honor a Jeff Bezos, jefe de la empresa gigante del comercio Amazon. Cada uno, su reivindicación.»

En otra crónica escrita también por ese medio, un joven universitario de 22 años reflejaba bien el clima de cuestionamiento general que abrió el proceso: «Lo que yo siento, además de la precarización, es una falta enorme de confianza en las instituciones, en la figura del presidente de la República, por ejemplo. Y no soy yo solo: mis compañeros de mí misma edad sienten lo mismo».

Mientras las protestas elevan los reclamos a cuestiones más generales, los sindicatos intentan mantener un «calendario» de movilizaciones que no rompa con la rutinariedad de intentar llegar a algún acuerdo, con un gobierno que ha mostrado sobradamente que no tiene nada qué acordar.

Seguramente, esta lógica de movilizaciones de «calendario» se ordene en función de la que puede ser una próxima fecha clave, el 21 de abril, cuando el Tribunal Constitucional apruebe o no el decreto de Macron. Pero con la dinámica que adquirió la situación francesa, las cosas podrían desbordarse aún más mucho tiempo antes.

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