Francia 8 de marzo: las mujeres protagonizan la jornada masiva de huelga contra la reforma de Macron

En el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, la huelga feminista es protagonista del segundo día consecutivo de lucha masiva contra el gobierno francés.

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En Francia, las movilizaciones y huelgas de enero y febrero pusieron a millones de personas en las calles. Hoy y mañana, continúan las medidas de lucha en la que es la mayor huelga en años, superando a las de los últimos meses, que ya eran históricas. El detonante es el nuevo intento de Emmanuel Macron de reformar el sistema de pensiones, aumentando la edad jubilatoria de 62 a 64 años y la cantidad de años de servicio para obtener una pensión completa de 42.

Como suelen hacer los gobiernos cuando impulsan este tipo de medidas, la falsa excusa es la de la «sostenibilidad» del sistema previsional. Este argumento siempre se utiliza para tirar más carga a la espalda de los trabajadores, y nunca, por ejemplo, para aumentar las cargas patronales. De hecho, los datos arrojan que la participación de las empresas en el Fondo de Seguridad Social disminuyó del 65,2% en 1995 al 46,9% en 2020.

El movimiento de mujeres, que protagoniza la huelga feminista de hoy, denuncia que la reforma de ajuste de Macron golpeará especialmente a las mujeres, pues son quienes más sufren la informalidad laboral.

 

 

En la jornada de ayer, la CGT calculó que en total se movilizaron 3,5 millones de personas en todo el país, con al menos 700 mil sólo en ParísHoy, al menos 150 manifestaciones de la huelga de mujeres se dan por toda Francia, incluyendo ciudades grandes, medianas y pequeños pueblos del interior. 

La huelga general tiene un enorme apoyo social, y las consultoras de opinión -incluso las ligadas a medios de comunicación de derecha- calculan que el rechazo a la contrarreforma de Macron alcanza el 80%. A la huelga general también se han sumado los sectores estudiantiles secundarios y universitarios, con más de 300 liceos movilizados.

El rechazo hacia la reforma es tan contundente que las ocho confederaciones que convocan la huelga coinciden en exigir una retirada total del proyecto, y no el rechazo a tal o cual punto, como suelen hacer estas direcciones burocráticas.

Algunos paros comenzaron antes, se desarrollaron huelgas de trabajadores de refinerías y ferroviarios desde el lunes. La producción eléctrica se redujo considerablemente en los días previos. Los transportes se vieron también ampliamente afectados: al interior del país, solo funcionaba 1 de cada cinco trenes de alta velocidad, y ninguno hacia algunos países vecinos. Los vuelos en los aeropuertos se vieron reducidos hasta en un 30%. El subte y los trenes de corta distancia, con los que funciona normalmente el transporte de la ciudad, se redujeron en más de la mitad.

Sin embargo, las centrales sindicales continúan apostando a un «calendario» de días de huelga aislados, cuando las calles parecen expresar la fuerza necesaria para imponer una huelga general por tiempo indefinido hasta que caiga la reforma.

Esta fuerza social no sólo significa una oportunidad, sino también una necesidad, ya que el gobierno amenaza con hacer pasar la reforma de la manera más rápida posible, intentando desmoralizar y desgastar la movilización afirmando que su posición es «inamovible».

En vez de proponer una ley nueva -lo que implicaría un calendario parlamentario más extenso para su tratamiento-, el gobierno busca tramitar su proyecto como una reforma de la existente Ley de Financiación de la Seguridad Social, limitando su tratamiento en la Asamblea Nacional a un máximo de 20 días.

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