El Senado ruso le dió el visto bueno a Putin para movilizar tropas a Lugansk y Donetsk

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  • La Cámara Alta del Parlamento ruso dio su visto bueno a Putin para la movilización de tropas rusas a territorio ucraniano. Ayer el mandatorio ruso había anunciado su reconocimiento de las Repúblicas de Donetsk y Lugansk, dando un nuevo salto en las tensiones con las potencias occidentales.

Agustín Sena

La Cámara Alta del Parlamento ruso dio su visto bueno a Putin para la movilización de tropas rusas al otro lado de la frontera. El gobierno ruso pretende así legitimar y oficializar lo que ya es un hecho consumado: la presencia de tropas rusas en Ucrania. Ayer el mandatorio ruso había anunciado su reconocimiento de las Repúblicas de Donetsk y Lugansk, dando un nuevo salto en las tensiones con las potencias occidentales. Desde 2014, las regiones de Donetsk y Lugansk existen de hecho como territorios independientes del gobierno ucraniano con sede en Minsk.

Como señalamos hace pocas horas, hasta este momento Putin no había reconocido a las repúblicas de Donetsk y Lugansk, aunque fueran el sector «pro – ruso» dentro del fragmentado mapa de la política ucraniana. Ahora, las maniobras militares y políticas apuntan a alinear a todo el personal político ruso tras su nueva orientación.

Putin fue categórico al respecto: «los tratados de Minsk ya no existen», declaró el mandatario ruso a la prensa en las últimas horas. Dichos tratados fueron firmados en 2015 para poner un cese al combate que dio nacimiento a las dos Repúblicas rebeldes pro – rusas. En esa ocasión, Donetsk y Lugansk se comprometieron a cesar el fuego a cambio de percibir una mayor autonomía con respecto al gobierno de Minsk. Pero ninguna de las dos cosas sucedió. Y ante la posibilidad de que Minsk tomara la decisión de ingresar a la OTAN, Putin ha decidido cambiar las reglas del juego.

El mensaje de Putin para Minsk es claro: o abandonan sus pretensiones de ingresar a la OTAN y ceden a las demandas separatistas de Donetsk y Lugansk, o las tropas rusas se encargarán de establecer de hecho la separación definitiva de esas regiones respecto del territorio ucraniano. Además, el presidente ruso declaró que reconoce los territorios de Donetsk y Lugansk tal como dichas regiones los habían reclamado en 2014, al inicio del conflicto armado con Minsk. Esto deja abierta la puerta a que las tropas rusas reclamen territorios que fueron posteriormente recuperados por Minsk. Entre ellos hay importantes ciudades del sureste ucraniano como Mariúpol.

Mientras Putin avanza posiciones, las potencias occidentales parecen quedar algo rezagadas. La Unión Europea anunció una serie de sanciones económicas y embargos, pero que podrían traer más problemas a los 27 Estados europeos que a la propia Rusia. Entre ellos, la cancelación de una obra de infraestructura que preveía la construcción de un nuevo gasoducto entre Rusia y Alemania a través del Mar Báltico, el SN2.

Todavía queda por ver cómo se desarrolla el conflicto. Sin embargo, todo podría pasar de las palabras a los hechos en cuestión de días, o incluso de horas. La disputa por el control de Ucrania encierra más que el control de algunos miles de kilómetros cuadrados o la ciudadanía de varios millones de personas. Es una lucha entre dos bandos imperialistas (Rusia por un lado, Estados Unidos, la UE y la OTAN por el otro) para controlar un enclave geopolítico estratégico en Eurasia.

Una sola cosa es segura: tanto de la mano de Putin como de Biden y sus aliados, el panorama es negro para la población ucraniana si se desencadena un conflicto armado. La única salida progresiva y pacífica posible pasa por el retiro de todas las tropas imperialistas (tanto rusas como occidentales) del territorio ucraniano. La población ucraniana debe decidir su propio destino sin tanques imperialistas desfilando por su territorio.

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