El Reino Unido alcanza un acuerdo con la U.E. y evita un Brexit “duro”

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  • Hasta el 31 de diciembre de 2020 rige un período transicional en el que el Reino Unido seguirá formando parte del mercado único europeo. Luego, el comercio con el resto de los países de la UE se regirían por los acuerdos que alcancen de manera particular.

Ale Kur

El Reino Unido abandonó en enero de este año la Unión Europea, un proceso conocido como “Brexit” que se inició con el referéndum de 20161. Sin embargo, hasta el 31 de diciembre de 2020 rige un período transicional mediante el cual dicho país sigue formando parte del mercado único europeo. Esto quiere decir que a los efectos económicos el Brexit todavía no se llegó a concretar.

Una vez concluido ese periodo transicional, el Reino Unido quedará automáticamente fuera del mercado único (con la excepción de Irlanda del Norte2, para la cual rige un protocolo específico) y las relaciones entre Reino Unido y la Unión Europea quedarán definidas exclusivamente por los acuerdos que alcancen (o no) entre ellas. Si para esa fecha no se hubiera llegado a ningún acuerdo, ocurriría el escenario conocido como “Brexit duro”: aplicarían entre el RU y la UE las mismas reglas comerciales y de movimiento que con cualquier otro país del mundo (las reglas de la Organización Mundial de Comercio), lo que implicaría aranceles y trabas regulatorias. Esto significaría una fragmentación del espacio económico europeo con fuerte impacto regional y posiblemente mundial. El fantasma de este escenario caótico sobrevoló las últimas semanas, donde las negociaciones estaban estancadas por desacuerdos entre las partes (especialmente en la cuestión de los derechos pesqueros).

Sin embargo, la novedad de la fecha es que finalmente se llegó a un tratado bilateral de comercio (de más de 2 mil páginas), lo que en principio evita ese escenario, suprimiendo posibles aranceles (pero a la vez abriendo la puerta a introducirlos si la contraparte no cumple con los acuerdos) y garantizando de esa manera la continuidad de la mayor parte del intercambio comerciales entre ambas partes (y con ello, la supervivencia de las empresas británicas dedicadas a la exportación e importación).

Por otra parte, se introducirían controles en las fronteras para garantizar el cumplimiento de los estándares regulatorios, lo que llevaría a mayores fricciones y lentitud en el comercio (lo que puede perjudicar las cadenas de suministros, especialmente las que utilizan el sistema just-in-time). También (y muy importante) se acabaría el libre movimiento de personas entre el RU y la UE (acabando inclusive con la participación británica en el popular programa Erasmo de intercambio estudiantil).

Si bien formalmente el acuerdo debe ser aprobado por el Parlamento Europeo, parece existir consenso de que, en caso de no ocurrir antes del 31/12, se aplicaría provisionalmente hasta su aprobación formal y que no habría mayores trabas al respecto. De cualquier forma, los países que conforman la UE todavía pueden plantear objeciones si encuentran contradicciones entre el tratado y sus intereses particulares.

Este acuerdo en principio permite recuperar cierta estabilidad política al gobierno del conservador Boris Johnson, en el marco de una situación caracterizada por el brote de una nueva variante de Coronavirus que parecería ser más contagiosa que la original3. El acuerdo aparece como un triunfo de su gobierno que cerraría la etapa de incertidumbre abierta en 2016, caracterizada por una crisis política casi permanente desde entonces (que se llevó puesta a varios gobiernos).

Johnson presenta el acuerdo alcanzado como cumpliendo el mandato del referéndum de “recuperar soberanía”, impidiendo la intromisión de las instituciones europeas, permitiéndole establecer sus propios controles migratorios y alcanzar sus propios acuerdos comerciales con terceros países. Por su parte, todo el espectro político “mainstream” británico parece apoyar (con más o menos críticas) el acuerdo, desde el Partido Laborista (partidario del “remain”) hasta el derechista pro-Brexit duro Nigel Farage. La excepción parece ser el partido que gobierna en Escocia, quien volvió a plantear la necesidad de la independencia escocesa en el marco de la continuidad en la Unión Europea4.

Pese a lo anterior, se proyecta que inclusive con acuerdo comercial el Brexit posiblemente lleve a una caída en el Producto Bruto del Reino Unido5, lo que sin duda alguna también traerá consecuencias sociales y políticas en el futuro. Esto se suma a las graves consecuencias económicas de la pandemia, que allí está en su peor momento.

Por otra parte, más allá de los acuerdos alcanzados, el trasfondo objetivo es que al salir de la Unión Europea, el Reino Unido se vuelve de hecho su competidor. Esto quiere decir que la dinámica real será de permanentes maniobras y contramaniobras en la pelea por las cuotas de mercado6, lo que sin duda alguna generará nuevas tensiones y conflictos en el futuro7.

Aunque los acuerdos le den hoy un marco “civilizado” a esta competencia, visto de conjunto y a largo plazo el Brexit introduce una tendencia objetiva a la fragmentación y aumenta las presiones sobre la Unión Europea, cuyos propios integrantes están muy lejos de tener una coincidencia armónica de intereses en su interior.

Ya definitivamente fuera de la U.E., el Reino Unido buscará como reacomodarse en el orden mundial, intentando recuperar su gloria económica y geopolítica del pasado. Sin embargo, las bases objetivas de su gran éxito en los siglos XIX y XX están hoy mayormente agotadas. Aunque continúa siendo una importante potencia industrial, financiera, militar, cultural y científica, su espacio propio parece estar reduciéndose en un mundo caracterizado por “gigantes” como China, EEUU y la propia Unión Europea. Está por verse como se procesan estos intentos de reacomodamiento en el marco de la gran incertidumbre mundial de la pandemia, del cambio de gobierno en EEUU y de las transformaciones geopolíticas que se están viviendo en el mundo en la última década.


1 Para un análisis de fondo del proceso del Brexit, ver el artículo “La derecha británica comienza a hacer realidad el Brexit”, Ale Kur, 31/01/20. En: http://izquierdaweb.com/la-derecha-britanica-comienza-a-hacer-realidad-el-brexit/.

2 Irlanda del Norte, que es parte del Reino Unido, continúa formando parte del mercado único europeo inclusive luego del Brexit, lo que significa que su “frontera” económica real no es con la U.E. sino con la isla de Gran Bretaña. Este era uno de los principales puntos de conflicto del Brexit, al debilitar la homogeneidad legal y económica del Reino Unido, y al dejar a Irlanda del Norte más ligada a la República de Irlanda (país aparte, perteneciente a la UE) que al resto de su propio país.

3 «El Reino Unido frente a la nueva variante del virus», Marcelo Buitrago, 23/12/20. http://izquierdaweb.com/el-reino-unido-frente-a-la-nueva-variante-del-virus/

4 En el referéndum de 2016 los escoces votaron mayoritariamente mantenerse dentro de la Unión Europea, a contramano del resultado general del mismo en el Reino Unido.

5 “Boris Johnson says Brexit deal has settled UK’s Europe question”, Heather Stewart, 24/12/20. https://www.theguardian.com/politics/2020/dec/24/boris-johnson-says-brexit-deal-has-settled-uk-europe-question

6 Para algunos aspectos como la pesca el acuerdo establece un periodo transicional de 5 años y medio, luego de los cuales se renegociaría anualmente, lo cual señala que el conflicto comercial se volverá permanente. Mucho más importante aún, queda por verse cómo cristalizan las relaciones entre los sectores financieros británico y europeo, lo que puede ser eje de grandes choques.

7 Uno de los aspectos de lo anterior se puede ver en la negativa del Reino Unido a colaborar en políticas de defensa común de Europa, lo que preanuncia una posible política de “rearme” militar unilateral del R.U y una política exterior que refleje de manera mucho más directa sus intereses imperialistas inmediatos – es decir, una deriva nacional-imperialista.

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