Ecuador: el Coronavirus y la gestión criminal de Lenín Moreno

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  • Las personas queman cadáveres en las afueras de sus hogares e incluso abandonan los cuerpos en el medio de calles y avenidas, un panorama desolador.

Por Mary S.

Ecuador es uno de los países más densos de Sudamérica, con un promedio de 56 habitantes por km2 y es hoy epicentro de la crisis pandémica a nivel de la región. Sabiendo que la densidad poblacional es «la» variable de peligro de contagio de Covid19, en Ecuador no se tomó ninguna medida de precaución tras el anuncio de una pandemia.

Existen diversos factores que agudizaron esta emergencia sanitaria y a los que se se les atribuye haber contribuido asimismo a la expansión del coronavirus en el país. Para empezar, hay que tener en cuenta los flujos migratorios permanentes entre Ecuador y España.

Cerca de 420 mil ecuatorianos mantienen lazos estrechos con sus familiares sobre todo en los meses iniciales del año, así se dieron los primeros casos de Covid19. Apresuradamente, la alcaldesa de la ciudad de Guayaquil, Cynthia Viteri, decidió prohibir el arribo de compañías españolas de aviación, bloqueando la pista de aterrizaje con camiones al puro estilo hollywoodense y creando un impasse diplomático, del cual se desconoce todavía su desenlace. Por otro lado, el Ecuador atraviesa su época mas fría, factor todavía no comprobado científicamente pero que pudo haber contribuido a la expansión del virus.

Pero si hay algo que le da un impulso inmenso a la crisis son el conjunto de políticas de austeridad del gobierno de Moreno y los ataques permanentes al presupuesto del sector público y recortes en materia de salud.

En lugar de instalar una cuarentena, en previsión de los acontecimientos, la primera reacción del gobierno fue ausentarse de los medios de comunicación en medio de una crisis gravísima, depositando la gestión de la situación sobre los hombros de sus coidearios socialcristianos, Viteri y el vicepresidente Otto Sonnenholzner, dignos representantes de la burguesía porteña. Evidentemente los intereses de este sector están centrados en mantener los niveles de productividad, exponiendo así a cientos de trabajadores a arriesgar su salud. Si bien el gobierno anunció que no habría despidos, estos comienzan a hacerse plausibles en ciertos sectores industriales, mientras que el sector privado aprovecha para efectuar despidos y brutales reducciones de salario. Asimismo, los trabajadores ambulantes y en general autónomos son las principales víctimas de las políticas de desidia, abandono y autoritarismo por parte del estado.

La provincia del Guayas, región costa, es sin duda la más afectada, al no haber implementado medidas de prevención adecuadas debido al negacionismo de la problemática por parte de las autoridades soacialcristianas durante las primeras semanas. Esto generó un desentendimiento de las medidas de confinamiento por parte de la población. En esta provincia el sistema funerario está actualmente desbordado y ha decantando en un colapso de los equipos forenses. Las familias deben esperar con los cadáveres al interior de sus casas hasta 4 o 5 días antes de que puedan ser levantados y las listas de espera se acrecientan por centenas a diario. Las personas comienzan a quemar cadáveres en las afueras de sus hogares e incluso a abandonar los cuerpos en el medio de calles y avenidas dando lugar a un panorama apocalíptico desolador.

Bajo estas condiciones el gobierno de Moreno prefirió aprovechar la oportunidad para pagar la deuda externa, cuyos bonos habían bajado su valor, pero que aun así fueron pagados al 100 %, haciendo oídos sordos del mismo FMI que frente a la crisis propuso la ampliación de plazo de pago en desmedro de orientar dichos fondos hacia una gestión más efectiva de la urgencia sanitaria. Asimismo, Moreno decidió aplicar la «mano dura» estableciendo estado de sitio a partir de las 14 hs. en todo el país, medida represiva aplaudida por ciertos sectores de la derecha, justificándolo con la «falta de inteligencia de los costeños» y colaborando con su granito de xenofobia regional en medio de la crisis.

Es de remarcar asimismo que tras los anuncios del toque de queda por parte del gobierno, se reforzó la presencia de la policía en las calles, dando rienda suelta a despliegues de violencia para retirar a la población del espacio público sin ningún miramiento. En total ausencia de campañas de información correctas, sin asistencia ni acompañamiento para las personas en situación de calle, sin consignas claras de resguardo, sin la apertura de albergues, sin dar lugar a otros métodos que no pasen por la aplicación de la violencia extrema en contra de la población, las medidas represivas no tienen otra función que sostener al gobierno en su desidia criminal.

Hoy los trabajadores ven reducidas sus horas de trabajo y están siendo proporcionalmente afectados en su nivel de salario, algunos ya han sido despedidos. Si bien la solidaridad interregional que se vivió en las jornadas de octubre hoy parece ser algo muy lejano, es muy importante tratar de recuperarla sorteando las nuevas dificultades producto de la crisis sanitaria.

Si hay algo que es fundamental tener bien en claro sobre la situación en Ecuador es que al gobierno, a la burguesía, a la alcaldesa de Guayaquil y a la iglesia les importa no les importa el destino de la población en el marco de la crisis pandémica. No les interesa en lo más absoluto sus condiciones de vida bajo la cuarentena ni como deberán hacerse cargo de sus enfermos y fallecidos. No existen perspectivas de que se tenga en cuenta una ayuda o bono familiar para la cobertura de los costos, ni la abreviación de procedimientos burocráticos para los familiares de los fallecidos.

La organización y la solidaridad tiene que venir desde abajo, con mucha consciencia de quienes defienden realmente los intereses de la población y con mucha responsabilidad para el contagio no siga expandiéndose.

Es urgente y necesario que la solidaridad de la población se manifieste por abajo con caceroleadas y organización local, con comités de higiene y de apoyo a las personas sin hogar o en situaciones de violencia doméstica, denunciar que el gobierno nos ha vaciado el sistema de salud y que no ha tomado las medidas necesarias para proteger a la población. Denunciar que una cuarentena no es lo mismo que un estado de sitio y hacer de las redes un verdadero punto de apoyo para actuar conjuntamente y no la contraproducente fuente de la desinformación y pánico.

Exigimos al gobierno de Moreno medidas reales y urgentes para proteger a la población y a los trabajadores. Solo a través de la construcción de lazos solidarios entre los trabajadores vamos a poder sobrepasar la emergencia sanitaria.

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