Crisis financiera: los bancos centrales toman medidas de emergencia, pero sigue la incertidumbre

Los principales bancos centrales del mundo han tenido que intervenir para contener la crisis desatada luego de la bancarrota del Silicon Valley Bank y la absorción del Credit Suisse por parte de su principal competidor. Pero el riesgo a una crisis sistémica aun no terminó.

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A pesar de las numerosas medidas de salvataje, los nubarrones generados por la crisis financiera desatada tras el colapso del Silicon Valley Bank (SVB) el pasado 10 de marzo aún no se despejan. Incluso crecen.

Para tomar dimensión del nivel de incertidumbre que reina en el mundo financiero, basta con ver la magnitud de las medidas de emergencia que los principales bancos centrales del mundo están llevando adelante para contener la crisis.

En una acción coordinada, los bancos centrales de Estados Unidos, la UE, Canadá, Japón y Reino Unido anunciaron este domingo un acuerdo que permite inyecciones de liquidez de dólares de manera rápida a los bancos que estén en problemas.

La medida implica permitir que los swaps que los bancos centrales tienen con la Reserva Federal para cambiar sus respectivas monedas por dólares puedan ser ejecutados de manera diaria, y no sólo semanal, como era hasta ahora. En teoría, esto permitiría a los bancos centrales mayor capacidad de reacción frente a la crisis del sistema bancario.

Esta acción que agrupa a algunos de los bancos centrales más importantes del mundo da cuenta de la magnitud de la crisis y de su potencialidad latente de salirse de control, con efectos desconocidos para una economía mundial golpeada por la inflación y los efectos de la guerra.

Como resultado de esta medida, anunciada el domingo para que su efecto se vea reflejado en las bolsas de este lunes, las acciones de los principales bancos del mundo, e incluso de los más complicados bancos regionales (como era el SVB) cerraron con números positivos, más no sea como efecto rebote después de varias rondas consecutivas de caída.

Credit Suisse, el fin de una era

La medida de emergencia fue acompañada también del respaldo de estas instituciones a la absorción del banco suizo Credit Suisse (CS) por parte de su principal competidor, UBS.

El desplome bursátil de Credit Suisse a mediados de la semana pasada despertó las alarmas en todo el sistema financiero a nivel mundial. Ya no se trataba de un banco importante pero regional como el SVB, sino de uno de sus principales bancos del mundo.

Para empeorar las cosas, luego del anuncio de un salvataje millonario de casi 50.000 millones de euros por parte del Banco Central Europeo (BCE), las acciones del gigante suizo continuaron en picada el viernes pasado.

El fin de semana sirvió como ventana para que se sucedan frenéticas negociaciones mientras las bolsas estaban sin operar. Como resultado, el CS fue adquirido por UBS, a un precio «de regalo»: mientras el viernes pasado las acciones del CS cotizaban a 1,81 francos suizos, la compra se realizó por apenas 0,76 francos suizos por acción, lo que redondea unos 3000 millones de francos suizos. La operación conto no sólo con el apoyo del BCE y del gobierno suizo, sino también de la Fed y el Reino Unido.

A pesar de que las acciones de UBS subieron un 3,3% este lunes, la compra no deja de ser una salida «elegante» frente a lo que parecía ser un inevitable derrumbe de CS, uno de los bancos más antiguos del mundo.

Día clave

Las subidas en las acciones bancarias de hoy no dejan de ser un rebote, por ahora tímido, en un mucho más generalizado mar de incertidumbre. El propio Credit Suisse también «subió» después del anuncio de salvataje por parte del BCE, pero el optimismo apenas duró 24 horas.

A pesar de las medidas de emergencia, el verdadero foco de las expectativas está puesto en el próximo miércoles, cuando la Reserva Federal tenga que decidir si continuará o no con su política de subida de tasas, y en qué medida hacerlo en caso de que el rumbo sea ratificado.

El capital financiero se ilusiona con que el susto provocado por este mini 2008 haga retroceder a la entidad que conduce Jerome Powell, que en tan sólo un año llevó la tasa de interés de 0% a 4,75%.

Pero la cosa no es tan sencilla, con Estados Unidos transitando la inflación más alta en cuatro décadas, una desaceleración en la política de tasas podría recalentar los aumentos de precios y echar por tierra el objetivo de 2% anual postulado por la propia Fed, mientras los ingresos de millones de estadounidenses se erosionan día a día. La encrucijada es similar en una convulsionada Europa.

Si la Fed se mantiene firme y decide ratificar la política aplicada durante el último año, el pánico podría descontrolarse en el histérico mundo del capitalismo financiero. Y sus consecuencias serían impredecibles, aunque la magnitud que rápidamente tomó la crisis tras la caída de SVB testimonia una situación extremadamente frágil.

En ese contexto, es probable que la autoridad monetaria yanqui decida un aumento «leve» de sólo 25 puntos básicos, luego de venir aumentando de a 50 o hasta 75 puntos básicos, como en noviembre pasado.

Lo cierto es que el fin de la época del dinero barato ha dejado al desnudo la fragilidad de los cimientos sobre los que se sostiene el gran capital financiero una década y media después de la crisis financiera global de 2008.

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