Chile: Piñera declara estado de sitio y aumenta la tensión social

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  • Junto a la crisis sanitaria, el gobierno ha generado las condiciones para que se desarrolle una crisis económica y social, que afecta gravemente a la clase trabajadora y los sectores populares, el desempleo y el hambre.

Por Nicolás Mestre

La desastrosa política sanitaria del gobierno de Sebastián Piñera, conducida por el ministro de Salud Jaime Mañalich, para enfrentar la pandemia por Covid-19, ha llevado al país a presentar al día de hoy, la tasa más alta de contagios desde que comenzó la propagación del virus en el país. Al día de hoy se registran 53.617 casos totales confirmados, siendo hasta el día de ayer, el registro más alto de casos confirmados nuevos con la alarmante cifra de 4.038 casos nuevos, de los cuales el 85% corresponden a la Región Metropolitana de Santiago, con 35 personas fallecidas, dejando un saldo a la fecha de 544 personas fallecidas por Covid-19.

Para justificar el fracaso de su política sanitaria, el gobierno ha comenzado a utilizar el relato de una “catástrofe” que no se pudo prever, como si la propagación del coronavirus en el país se tratase de un fenómeno “natural” inmanejable, similar a un tsunami o terremoto. Sin embargo, esto sólo busca ocultar la responsabilidad de Piñera en la conducción de la emergencia sanitaria. Así las cosas, no se trata de una “catástrofe” natural, sino de una “tragedia” en acto, un evento dramático, por las muertes y sufrimiento que conlleva, pero también porque es producto de la acción humana, de una estrategia sanitaria que ha puesto por delante la economía por sobre la salud de la población.

Si a fines de marzo, cuando aún se registraban menos de mil casos en el país, y comenzaban las primeras muertes, el gobierno anunciaba el decreto de Estado de excepción constitucional, dejando el país en manos de las Fuerzas Armadas para el “control del orden público”, con un toque de queda nacional que rige hasta la actualidad, centrándose en la restricción de las garantías democráticas, mientras se rehusaba a implementar la medida de cuarentena preventiva nacional, solicitada por más de 1.500 científicos nacionales de 15 sociedades científicas.

Haciendo caso omiso de la evidencia científica internacional, el gobierno implementó una estrategia de “cuarentenas dinámicas”, que en la práctica se transformó en una cuarentena para los ricos de la capital del país, Santiago, afectando a las comunas de los sectores de mayores ingresos, mientras el pueblo trabajador se seguía exponiendo al contagio, en aglomeraciones masivas en el transporte público de la capital para llegar a trabajar, y sin medidas de prevención garantizadas por el Estado en los lugares de trabajo.

Incluso, hasta hace un par de semanas, el discurso del gobierno era el de volver a una “nueva normalidad”, mediante un “retorno seguro”, improvisando una apertura progresiva de los centros comerciales (mall), y un llamado a los funcionarios públicos a retornar al trabajo presencial, incluso este errático discurso llevó a que la subsecretaria de Redes Asistenciales, Paula Daza, hiciera un irresponsable llamado a que podíamos volver a “tomar café” con los amigos.

Todo eso hasta que la tasa de nuevos contagios comenzara a dispararse. Recién el 15 de mayo, luego de dos meses en los que el virus se propagó exponencialmente entre la población, el gobierno decide decretar una cuarentena total para la Región Metropolitana. Una medida tardía e insuficiente que llega cuando ya la red de salud pública comienza a estar al borde del colapso,  y la propagación y detección se han vuelto incontrolables. Así las cosas, las muertes asociadas al coronavirus, solamente se pueden atribuir a una conducción política francamente criminal de Piñera y su ministro Mañalich.

Pero las cosas no solamente se han empeorado para el pueblo por la criminal estrategia sanitaria de Piñera. Junto a la crisis sanitaria, el gobierno ha generado las condiciones para que se desarrolle una crisis económica y social, que afecta gravemente a la clase trabajadora y los sectores populares, el desempleo y el hambre.

La mal llamada “ley de protección al empleo” promulgada por el Ejecutivo, ha significado en la práctica, el aumento exponencial del desempleo, y la suspensión del salario para miles de trabajadores, que hoy en día se ven enfrentados a condiciones de hambre y miseria, en un contexto de restricción de las actividades económicas, y de las garantías democráticas constitucionales.

Diversos economistas estiman que el desempleo “formal” podría llegar a bordear el 15% durante la pandemia (1). Mientras un estudio reciente habla de un desempleo actual de un 9,5%, algo que no se veía desde el año 2010, cuando el desempleo alcanzó el 8% (2).

Solamente por la infame “ley de protección al empleo”, que garantiza las ganancias capitalistas sobre el salario de los trabajadores, a 503.602 trabajadores se les ha suspendido el salario en lo que va de la semana pasada, hasta el 15 de mayo; un leve aumento respecto a la semana anterior, que contabilizaba en 459.155 trabajadores afectados por la medida. Los sectores productivos más afectados por el desempleo y la suspensión salarial son la construcción, agricultura, comercio y turismo.

Esta peligrosa mezcla de propagación de la pandemia, desempleo, miseria y hambre, ha comenzado a estallar en los sectores populares. Esta semana se registraron protestas masivas en las comunas populares del Gran Santiago, particularmente en la comuna de El Bosque, donde los manifestantes reclamaban por la falta de alimentos, es decir, por el abandono del Estado en medio de la pandemia. Ante lo cual la respuesta del gobierno fue solamente mandar a reprimir.

Incluso considerando las escasas medidas adoptadas, un precario “bono Covid-19”, o el reciente anuncio del gobierno de la entrega de 2,5 millones de canastas de alimentos, realizado el pasado fin de semana, el cual aún no se materializa, la medida llega de forma tardía, siendo claramente insuficiente para paliar la grave crisis sanitaria, económica y social que se ha generado.

En este sentido, la dinámica de las cosas se dirime entre un gobierno que ha optado por privilegiar la economía (de los capitalistas), por sobre la salud y las condiciones de vida del pueblo trabajador. Ante la política realmente criminal de Piñera, contrasta la solidaridad que se ha generado desde abajo, desde ollas populares, hasta la confección y entrega de implementos de prevención, pasando por las manifestaciones de resistencia, las y los trabajadores muestran cómo hacer frente a la pandemia, reflejando que la “llama” de la rebelión sigue viva a pesar de estar en tiempos de Covid-19.


Referencias

(1) Economía: desempleo llegaría al 15% en Chile, Alberto González, Biobiochile.cl17/05/2020.

(2) Desempleo en Chile alcanzó el 9 por ciento en medio de la pandemia, Cooperativa14/05/2020.

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