• Una violenta marcha xenofóbica en la ciudad de Iquique generó una ola de rechazos en Chile y el mundo. La derecha se llena la boca hablando de Venezuela pero muestra su verdadera cara ante las oleadas migratorias.

Redacción

Si hay una palabra que la derecha latinoamericana repite como una especie de fórmula mágica cada vez que alguien osa cuestionar su dogma neoliberal, esa palabra es sin dudas «Venezuela».

En Argentina lo sabemos muy bien: ya se ha vuelto un lugar común del discurso de los políticos neoliberales la previsión -nunca concretada, por cierto- de que «vamos camino a ser Venezuela». Pero cuando venezolanos reales de carne y hueso necesitan ayuda, a nuestra derecha vernácula no sólo no le importa, sino que saca a relucir su más asquerosa xenofobia.

El fin de semana dicha xenofobia mostró su cara más barbárica en la turística ciudad de Iquique, en el norte de Chile. Las imágenes del sábado recorrieron rápidamente todo el país y el mundo. Un grupo de manifestantes que se movilizaron con consignas»anti-inmigración» incendiaron las pertenencias de más de 100 inmigrantes -en su mayoría venezolanos- que acampan en la plaza principal de la ciudad, al no tener otro lugar adonde ir.

Un día antes, el viernes, un violento operativo de Carabineros había desalojado a las personas que dormían en la plaza, en el centro de la ciudad. Al día siguiente, más de 5000 personas se manifestaron con consignas xenófobas y muchos prendieron fuego las pertenencias de los inmigrantes que habían quedado en la plaza: carpas, colchones, ropa, y hasta carritos de bebé.

El hecho despertó una enorme ola de repudio en la sociedad chilena, tanto que el propio Sebastían Piñera tuvo que rechazar públicamente los ataques racistas, a pesar de haber sido su propio gobierno quien efectuó el desalojo del día anterior.

Tanto organismos nacionales como internacionales manifestaron su repudio y preocupación ante los hechos ocurridos en Iquique. El Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile (INDH) calificó de «vergüenza nacional» la quema de pertenencias. A nivel internacional, tanto la ONU como Human Rights Watch también expresaron su rechazo.

Sólo durante 2020, unas 50000 personas migraron hacia Chile, mayoritariamente de nacionalidad venezolana. El gobierno chileno respondió con expulsiones masivas, y alimentó el discurso racista de que los inmigrantes son «delincuentes». La hipocresía de Piñera repudiando ahora estos ataques contra la población migrante no puede ser mayor.

Hipocresía continental

El propio gobierno chileno está abordando el problema migratorio desde una política fuertemente represiva. El año pasado más de 18000 venezolanos solicitaron refugio en Chile. Sólo siete personas fueron reconocidas como refugiados. Esa es la verdadera cara de la preocupación de la derecha latinoamericana por la crisis en Venezuela.

El caso de Piñera es el fiel reflejo de lo que dice -y lo que hace- la derecha latinoamericana alrededor de la situación en Venezuela.

A pesar de que en sus discursos se preocupan por la crisis humanitaria y se llenan la boca en nombre de los venezolanos, su política frente a las distintas olas migratorias provenientes de ese país ha sido invariablemente de tintes represivos.

En realidad, la derecha no tiene ningún interés por la situación real de millones de Venezolanos que hoy enfrentan las consecuencias del desastre del gobierno de Maduro. Su verdadera preocupación es que el gran capital y el imperialismo puedan recuperar su control y sus negocios en Venezuela sacándose de encima el «escollo» chavista. Allí empieza y termina toda preocupación de la derecha latinoamericana por Venezuela.