Chile: la situación política y social no se estabiliza

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Por Nicolas Mestre

I

Durante la tarde del último viernes del año se desarrolló una nueva jornada de lucha en distintas ciudades del norte, centro y sur del país, particularmente intensa fue la manifestación que se congregó en la capital.

Desde temprano en la mañana se podían observar a cuadrillas de carabineros (policía militarizada chilena) en distintas estaciones del metro subterráneo y en toda la ciudad. Aunque sin duda el mayor contingente policial se encontraba en las inmediaciones de la Plaza Baquedano (conocida popularmente como Plaza Italia), y rebautizada por los manifestantes como Plaza de la Dignidad, una confluida rotonda ubicada en la principal arteria de la ciudad, la Alameda, que conecta las principales instituciones, entre ellas, el palacio presidencial, la casa de la Moneda. La cual ha sido el centro de las protestas contra el gobierno de derecha de Sebastián Piñera.

Escuadrones de carabineros, armados con escopetas de perdigones y lacrimógenas, junto a decenas de carros lanza aguas, lanza gases, caballería, helicópteros y drones de vigilancia, dispersaban cualquier grupo de manifestantes que se acercara a la Plaza. Una espesa nube de humo lacrimógeno se percibía en las inmediaciones afectando a todos quienes se encontraban presentes, transeúntes, observadores, trabajadores de los locales aledaños. Siguiendo así la nueva política represiva del gobierno y sus autoridades locales, la denominada estrategia de “copamiento preventivo” dirigida por el intendente designado, Felipe Guevara.

Pero nada de eso pudo con las masas populares que, tal y como viene siendo la tónica del último tiempo, se congregan de forma espontánea y auto-organizada, ingresando desde distintas vías de acceso a la Alameda, desde Parque Bustamente, Avda. Vicuña Mackenna, Parque Forestal, Pío Nono, Parque Balmaceda, y en las cercanías del río Mapocho, los manifestantes van haciendo frente a la represión policial mediante distintos métodos, así es parte ya del paisaje social ver a jóvenes con mascarillas y antiparras, muchos con agua con bicarbonato aplicada en spray para neutralizar la irritación ocular y a la piel producida por los gases, yendo y viniendo de la represión policial.

A eso de las siete de la tarde, y gracias al trabajo de los grupos de autodefensa popular conocidos como la “primera línea”, quienes hacen el trabajo de replegar a la fuerza policial, la Plaza queda libre para la concentración masiva. Música, bailes y cánticos, desde la reconocida canción antifascista Bella Ciao, pasando por un Chile despertó, la conocida las balas que nos tiraron van a volver, y la que denuncia al presidente Piñera conchetumadre, asesino igual que Pinochet, se repiten aleatoriamente, cantadas por todos los asistentes.

Lamentablemente, esta nueva jornada se viste de luto por el fallecimiento de un manifestante, Mauricio Fredes, quien corriendo de la persecución policial cayó a un pozo, muriendo electrocutado, así como por el incendio que afectó al Centro Arte Alameda, ícono cultural del país, originado por una de las cientos de lacrimógena lanzada al aire por carabineros.

 

II

Si hasta aquí destacan la enorme valentía de una juventud rebelde capaz de replegar a la fuerza represiva del Estado, ganando territorialmente un sector de la ciudad. Vale la pena detenerse un momento a analizar algunos elementos que permitan comprender e intervenir en este proceso para que logre triunfar.

En este sentido, es importante entender cómo las fuerzas políticas del régimen postpinochetista han intervenido en el proceso de rebelión desplegando toda su capacidad ideológica y organizativa, mediante una serie de políticas, estrategias y tácticas, con el objetivo expreso de desarticular y desmovilizar al movimiento de masas, para continuar con su “intocable” modelo de acumulación capitalista.

En primer lugar, el gobierno de Sebastián Piñera responsable de las más cruda represión que se tenga memoria después de la dictadura de Augusto Pinochet,la cual lleva ya más de una veintena de muertos, cientos de mutilados oculares, miles de heridos y centenares de detenidos, actualmente en su punto más bajo de apoyo y legitimidad social (menos de 10% de aprobación según diversas encuestas de opinión), en un intento desesperado por mantenerse en el poder ha impulsado –junto a las fuerzas de oposición parlamentaria- desde el mes de noviembre un cambio constitucional, mediante un acuerdo de reforma de la constitución que habilita un plebiscito pronto a realizarse en abril de 2020, que busca encauzar a la población de las calles a las urnas, trasladando la demanda popular de cambios profundos hacia la pantanosa arena del debate constitucional, donde el gobierno y la derecha pinochetista intentará tener la mayor cantidad posible de congresistas constituyentes para pelear por mantener los pilares del actual modelo, como ya lo señalara el mandatario en la ceremonia de promulgación de la ley que habilita el proceso constituyente, la derecha chilena planteará sus banderas a favor de los capitalistas para mantener el derecho de propiedad, el mercado de la educación, la salud y las pensiones y todas las instituciones actuales.

De este modo, el movimiento social y popular se enfrenta a una verdadera trampa política. Si bien la mayor parte de la población adhiere a la idea de una nueva constitución, mediante un organismo electo específicamente para ese fin, como mostró la Consulta Ciudadana impulsada por la Asociación Chilena de Municipalidades realizada el domingo 15 de diciembre en dos tercios de los municipios del país, donde votaron cerca de dos millones y medio de personas, cuyos resultados dieron un 92% de apoyo a una nueva constitución, y un 71% de apoyo a que esta se realice mediante una Convención Constituyente, el proceso impulsado por el gobierno nada tiene que ver con ese anhelo ciudadano, porque aunque se intente instalar la idea de que el gobierno está haciendo una concesión al dar cumplimiento a la demanda histórica por una Asamblea Constituyente, lo que se está haciendo en realidad es crear un órgano constituyente regulado y tutelado por las mismas fuerzas políticas del régimen postpinochetista para mantener el estado de cosas actuales.

Como hemos señalado en una nota anterior (“La trampa del plebiscito y la convención constituyente”), la tarea histórica de elaboración de un nuevo texto constitucional, democrático, que garantice derechos elementales como son el derecho a la salud, la educación, la vivienda, el trabajo, pensiones dignas, depende tanto del sujeto como del método con los que se lleven a cabo.

Por eso, no es lo mismo una nueva constitución elaborada y redactada por las fuerzas políticas del régimen político postpinochetista, que representan a distintas fracciones de la clase capitalista, ya sea a través una Convención Mixta o de una Convención Constituyente, que una nueva constitución dirigida por los organismos de la clase trabajadora, que sea elaborada y redactada por los oprimidos y explotados del sistema capitalista, mediante una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, donde tengan cabida todas las expresiones y demandas del conjunto del pueblo, de las trabajadoras y los trabajadores, el movimiento de mujeres, la juventud estudiantil combativa y los sectores populares. Por eso nada bueno podemos esperar del plebiscito de abril y del órgano constituyente que de ahí derive.

Por otra parte, es importante hacer notar el rol que ha desempeñado la oposición parlamentaria agrupada en la ex Nueva Mayoría (ex Concertación), el Frente Amplio, y el Partido Comunista, quienes durante el proceso de rebelión popular han jugado un papel nefasto y realmente criminal,  abandonando al movimiento social y los sectores populares en lucha, jugando sus cartas solamente en los pasillos y salones del parlamento de la mano de los sectores más reaccionarios de la derecha pinochetista, dando impunidad al principal responsable de las violaciones sistemáticas y generalizadas de los derechos humanos al rechazar el juicio político a Piñera, apoyando e impulsando la agenda de leyes represivas, y sumándose de forma acrítica al proceso constituyente dirigido por el gobierno.

El Partido Comunista que otrora fuera el principal referente de los sectores populares en lucha durante la dictadura, ha pasado a ser parte integrante del régimen postpinochetista, transando todas sus banderas de lucha, siendo parte de la coalición de gobierno durante los cuatro años de la administración de Michelle Bachelet II, se dedicaron a la administrando del Estado capitalista creado en dictadura,garantizando y dando estabilidad para que se mantuviera intacto el régimen de explotación actual.

Hoy en día, ninguno de estos partidos de la oposición parlamentaria tienen la legitimidad para ser parte de la rebelión popular, como lo demostraran las funas que recibieran sus principales dirigentes, tanto la ex candidata presidencial del Frente Amplio, Beatriz Sánchez, que ocupó el tercer lugar en votaciones en las últimas elecciones presidenciales con un 20% de los votos, como el diputado Gabriel Boric reconocido dirigente del movimiento estudiantil del año 2011, quienes al intentar acercarse a las inmediaciones de la Plaza de la Dignidad fueron duramente confrontados por los jóvenes que luchan día a día en las calles.

En este sentido, es necesario la construcción de un instrumento político de los explotados y oprimidos, de las trabajadoras y los trabajadores, una izquierda anticapitalista que permita una articulación de la vanguardia rebelde que salió a las calles contra este gobierno, coordinando a los distintos movimientos sociales y sindicales en lucha, en una alianza estratégica que denuncie la trampa del plebiscito, las violaciones a los derechos humanos, organizándose en torno a la perspectiva de cambiar este gobierno de empresarios por medio de la movilización popular y la huelga general, y que permita establecer un verdadero proceso constituyente de los explotados y oprimidos del sistema capitalista, mediante un gobierno de las trabajadoras y los trabajadores que garantice una Asamblea Constituyente Libre y Soberana que defina en última instancia los destinos del país.

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