Brasil: Un movimiento antifascista de masas se está gestando

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  • Las manifestaciones ocurridas el 7/5, en un gran número de capitales y grandes ciudades contra el racismo, en defensa de los derechos democráticos y por el Fuera Bolsonaro, confirmaron un cambio de coyuntura que comenzó con las manifestaciones antifascistas organizadas por las “torcidas” (hinchadas de fútbol) de los mayores equipos de San Pablo el domingo pasado.

Por Antonio Soler

En Brasilia, acostumbrada más recientemente a recibir las manifestaciones neofascistas en defensa del autogolpe con apoyo a Bolsonaro, hubo ese domingo una movilización que reunió a millares de personas en la Explanada de los Ministerios. Hubo también manifestaciones en San Pablo, Río de Janeiro, Porto Alegre, Belo Horizonte y otras capitales y ciudades de medio y gran porte.

En San Pablo, ciudad que protagonizó junto a Río de Janeiro el domingo pasado la primera acción expresiva en la calle en defensa de los derechos democráticos, en medio de un escenario de agudización de la crisis pandémica, la crisis económica y política, el acto que había sido convocado en la Avenida Paulista fue impedido por la “justicia” del estado. Por esa razón fue pasado al predio “Largo da Batata”, donde tomó la plaza y las avenidas a su alrededor, contando con la participación de millares de personas convocadas por las Torcidas Organizadas, el Movimiento Negro, por el Frente “Povo Sem Medo” (Pueblo Sin Miedo) y diversos grupos antifascistas, movimientos que en su gran mayoría están compuestos por jóvenes.

Después del cierre oficial del acto en el “Largo da Batata”, un grupo de manifestantes salió marchando por la “Rua dos Pinheiros” con el objetivo de ir para la Avenida Paulista, lo que fue impedido por la policía, así los manifestantes que enfrentaron la represión finalizaron el acto en la estación Fradique Coitinho del subte. Parte de estos manifestantes, que al término de este trayecto se mantuvieron en las calles, fueron reprimidos por la policía de Dória. Además de los actos en San Pablo, la protesta contó con cacerolazos y bocinazos por diversos puntos de la ciudad, fenómeno que no es menor, visto que hay un proceso de aislamiento político social creciente de Bolsonaro y de su movimiento neofascista.

El lulismo fue superado políticamente por la juventud

Después de la elección de Bolsonaro y de toda la ofensiva contra los derechos de las y los trabajadores en 2019, a partir de las manifestaciones antifascistas del domingo pasado (31/5) la disputa política por las calles volvió a ser decisiva para la definición de la dinámica política nacional.

La semana pasada, Bolsonaro y sus aliados intentaron amedrentar a la oposición antifascista con más amenazas de autogolpe a partir de una interpretación totalmente desvirtuada del artículo 142 de la Constitución Federal –que prevé que los poderes de la República pueden convocar a las fuerzas armadas para garantizar la “ley y el orden”-, con la clara intención de descalificar la oposición que comienza a tomar las calles llamándola “terrorista”, así como hizo Trump en los EUA.

Pero, además de los chantajes golpistas, la realización de los actos ayer también enfrentó un intenso debate con la oposición inmovilista –la dirección del PT, OAB, PCdeB, CNBB y otros-, que decía que no se podía salir a la calle con la hipótesis de que este es un momento de pandemia, y que eso significaba romper con el aislamiento social y que es una incoherencia para quienes critican el negacionismo de Bolsonaro.

Como está ocurriendo con la rebelión negra estadunidense y en varios lugares del mundo, es perfectamente posible organizar un acto con los cuidados sanitarios, por eso es imposible de disimular la estrategia capituladora de esos sectores. De hecho, esa posición en defensa de la “coherencia sanitaria” de esos sectores, tiene como trasfondo una posición quietista –esperar a que la institucionalidad burguesa resuelva por arriba las crisis que atraviesan toda la sociedad– en tanto la ofensiva reaccionaria de Bolsonaro contra el resto de los poderes se va convirtiendo en una fuerza abiertamente contrarrevolucionaria, que trabaja diariamente para promover un autogolpe de extrema derecha, fenómeno que daría una derrota histórica a los explotados y oprimidos.

Ese quietismo de Lula y del PT ante los principales hechos de la lucha de clases es parte de la ecuación política que nos hizo llegar a esta situación reaccionaria que estamos atravesando desde 2015. Lo mismo que ante la derrota de haber sufrido una maniobra reaccionaria que los sacó del poder en 2016, el lulismo no tomó medidas políticas para hacer frente al avance de la onda reaccionaria; al contrario, siempre confiaron en las instituciones burguesas. El resto es historia…

Así, ante el inicio de un ascenso empujado por la tradición democrática de base de las torcidas organizadas, de la juventud periférica, del movimiento negro, de los antifascistas y de organizaciones comprometidas con la lucha de los explotados y oprimidos, inspirados por la histórica rebelión negra estadunidense, el PT, la CUT y Lula, al no organizar manifestaciones con los cuidados sanitarios pertinentes, demuestran una vez más que las direcciones y parte de esas organizaciones perderán el papel de organizar y de apoyar la lucha, por eso deben, (y ya lo están siendo) ser superadas por la acción práctica de las nuevas generaciones y por aquellos que quieran ligarse a los movimientos reales de nuestra clase.

 

La unidad en la lucha directa nunca fue tan decisiva

En momentos de cambio de coyuntura, actuar conscientemente para que las masas trabajadoras, las y los jóvenes, las/los negros y las feministas ganen la escena política, es decisivo. Por eso, cabe en eso una evaluación fraterna de las opciones políticas tomadas por aquellos que, contra la mayoría de las direcciones burocráticas, se jugaron por construir los actos de ayer.

Pese a que la onda de indignación de las y los negros en los EUA haya impactado en Brasil, como en todo el mundo, nuestra coyuntura está en un proceso de cambio con tendencias que pueden resultar favorables para nosotros: crecimiento de la bronca popular contra el negacionismo genocida de Bolsonaro frente a la pandemia, bronca contra el crecimiento de la pobreza por el desempleo, y la división explícita al interior de la clase dominante.

Eso ha permitido la apertura de una nueva coyuntura en que la lucha no se da sólo a través de los cacerolazos, sino que pasó a las calles como terreno central. En tanto, los actos del domingo aún no fueron de masas, fueron importantes actos de vanguardia, que deben ser ampliados para que podamos de hecho hacer frente a la escalada golpista y derrotar al gobierno como un todo.

Esas manifestaciones confirman la tendencia de que la polarización política pasó de forma permanente a las calles –una ruptura internacional con la normalidad de la dinámica política de las democracias burguesas, iniciada al final de 2019 con las rebeliones populares en varias partes del mundo– y que la tarea en este momento es luchar por la unificación de los movimientos sociales que están organizando las manifestaciones para que cuenten con la participación cada vez mayor de sectores de masas, tarea decisiva para derrotar a Bolsonaro, que continúa significando una seria y peligrosa amenaza. Desde el punto de vista estratégico, no podemos perder de vista cuál es el movimiento actual del péndulo político y cuál es la dimensión real del movimiento hasta aquí, para dar los próximos pasos rumbo a un proceso de explosión social como la que está ocurriendo en los EUA. Así, cabe un balance político del acto de ayer, particularmente el de San Pablo.

Ese fue un acto muy importante que junto a millares en la capital paulista aun con el impedimento de la justicia, de la Policía Militar de Doria y de toda la capitulación de la “izquierda del orden”, pero que aún no fue un acto masivo que pudiese haber marcado categóricamente una coyuntura favorable. Ese es un marco político que no se puede perder de vista cuando hacemos el balance de los pasos políticos que se seguirán. En ese sentido, la dirección mayoritaria del acto definió que la manifestación sería en los límites del “Largo da Batata” y que no sería traspasado, dada una coyuntura aún difícil. En tanto un sector, tras haber terminado el acto, resolvió seguir marchando hasta la avenida Paulista, pero fue impedido por la Policía Militar, como relatamos arriba, entonces optó por la desconcentración.

Pese a que la coyuntura aún presenta muchas contradicciones, para comenzar, la pandemia, creemos que podríamos haber colectivamente organizado una movilización para avanzar más en el proceso de enfrentamiento a Bolsonaro. Sin embargo, no pensamos que el acto no haya cumplido un papel muy importante y acumulado fuerza para que la próxima semana podamos avanzar aún más desde el punto de vista del número de participantes –con el objetivo de masificar y de la ocupación política de la ciudad– con marchas que impacten de forma más significativa en la realidad.

En relación a los compañeros que organizaron la marcha después que el acto terminara, pensamos que intentaron hacer una experiencia por separado que fue importante para testear los límites de la realidad política y de la correlación de fuerzas, y que ante la represión y una correlación de fuerzas físicamente muy desfavorable, se condujeron correctamente al finalizar el acto en la estación Fradique Coutinho del subte. Todavía, cabe resaltar que en momentos aún de dislocamiento de la correlación de fuerzas, mantener la unidad táctica es necesario para que nuestra acción gane a sectores de masas y no favorezca la represión y el recule del movimiento.

Estamos por una evaluación política de ese domingo que tome en consideración este momento de acumulación, de la necesidad más amplia de una unidad entre todos los movimientos que estén al frente de la organización del acto para que nuevas organizaciones comprometidas con la lucha antifascista se sumen a este proceso. Como en otras ocasiones, la unidad del movimiento que resiste en las calles es fundamental para ganar a las masas para la acción que permita girar definitivamente la correlación de fuerzas para derrotar a Bolsonaro. Es esa la tarea central, o sea: construir la unidad en la acción práctica en esta coyuntura para destrabar la acción de las masas. Lo que, obviamente, contará con errores y aciertos tácticos, que no pueden ser encarados de forma sectaria, como ya vimos en algunos balances de los actos de ayer, entre los que quieren contribuir para que las masas ganen las calles.

En ese sentido, como tendencia interna del PSOL, queremos finalizar este texto haciendo un llamado a la dirección del PSOL y de sus tendencias internas. Consideramos muy importante la posición de la dirección del partido, de sus parlamentarios y demás corrientes que convocan y participan de los actos. Pero, la dirección mayoritaria y de las corrientes deben inmediatamente resolver un serio problema político-organizativo, pues participar de forma dispersa de las manifestaciones en esta coyuntura no es suficiente, es necesario ser más partido, en el sentido de actuar unidos en las calles, a pesar de las divergencias internas.

Otra tarea fundamental en este momento de agudización de la lucha de clases en Brasil, y que nuestro partido tiene necesariamente que tomar, es el de la necesidad de incentivar la formación de grupos antifascistas desde la base y en frente único con las organizaciones y los partidos de izquierda. Prepararnos para momentos de tensión y probables enfrentamientos también es parte de una lucha política al interior de la coyuntura que se presenta. Los grupos de neofascistas están organizados y nosotros también nos tenemos que organizar para combatir la violencia de esos grupos, que ya comienzan a actuar en el sentido de aterrorizar al movimiento social y a la izquierda.

Así, necesitamos en cuanto partido organizar nuestras columnas para actuar al interior del movimiento en un momento que requiere unidad partidaria, claro que como siempre, con la autonomía político-programática que caracteriza a nuestro partido. En este momento, precisamos romper con la fragmentación partidaria para construir columnas militantes, con el objetivo de garantizar la seguridad y así, junto con los demás sectores y las masas movilizadas, construiremos una fuerza material efectiva para poder imponernos en las calles. Esta es la hora de derrotar a Bolsonaro y al neofascismo en Brasil, los vientos del Norte son favorables, con un partido militante que luche por la unidad del movimiento y junto con las demás organizaciones combativas podemos hacerlo!

 

Traducido del portugués por Luz Licht

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