Brasil: nueva encuesta electoral apunta ventaja de Lula sobre Bolsonaro, pero una segunda vuelta es posible y peligrosa

Debido a la política de la burocracia lulista, la tarea central de la coyuntura, movilizar en las calles para derrotar a Bolosonaro- continúa sin ser encarada.

0
14

Según el relevamiento de Genial/Quaest, el inicio de la campaña y el debate en Globo no fueron suficientes para alterar de forma significativa la pelea electoral, manteniéndose así estable la polarización entre Lula (PT) y Bolsonaro (PL). Por eso, existen indicadores políticos, sociales y económicos que indican una posible segunda vuelta. 

De acuerdo con la más reciente encuesta de Genial/Quaest, divulgada hoy [1 de septiembre] y realizada entre los días 25 y 28 de agosto, Lula tiene el 44% de las intenciones de voto y Bolsonaro el 32%, Ciro (PDT) un 8%, Simone Tebet (MDB) un 3%, Vera Lúcia (PSTU) el 1% y Felipe D’Avila (Novo) otro 1%. Los demás candidatos no calificaron.

Aún con la perspectiva de que la mejora de la situación económica y el desempeño en las entrevistas de los candidatos pudiese alterar la carrera electoral, la encuesta no registró ningún cambio significativo en el escenario hasta ahora y las oscilaciones para abajo o para arriba están dentro de los márgenes de error -dos puntos más, dos puntos menos.

La situación es de estabilidad cuando se verifica que Lula y Bolsonaro oscilan un punto porcentual para abajo y Ciro Gomes tres hacia arriba. Además de eso, en relación a la encuesta de Genial, Lula se mantiene con 12 puntos porcentuales por encima de Bolsonaro. Lula tiene el 51% de los votos válidos y Bolsonaro el 37%. Esa foto electoral permitiría a Lula ganar en la primera vuelta, por eso no podemos olvidarnos del margen de error.

En ese escenario, Lula podría beneficiarse del voto válido y ganar la elección en primera vuelta, pero hay factores que lo pueden llevar a una segunda vuelta: la mejora del escenario económico, un lugar más destacado para los candidatos de la «tercera vía» y la dinámica de las calles -que nos darán la última palabra en el sentido de resolver la situación-. O sea, todos los indicadores hasta ahora indican que habrá una segunda vuelta, como es tradicional en Brasil.

Un debate sin la izquierda socialista

El debate presidencial del último domingo, organizado por un pool de empresas y encabezado por el Grupo Bandeirantes, estuvo marcado en su totalidad por la tensión devenida de la polarización electoral, por la misoginia de Bolsonaro y por la ausencia de una posición de izquierda real. Hasta las tradicionales plateas que acompañan los debates fueron excluidas del evento para evitar que el claque de los candidatos se interpusiera en el debate. Pero el evento tuvo, además del debate en sí, una violenta rencilla entre los simpatizantes de Lula y los de Bolsonaro en la sala reservada.

Además de lo que era de esperarse en relación a la dificultad de Lula de lidiar con el tema de la corrupción y de Bolsonaro con el de la pandemia, el debate deja claro que la tercera vía no cederá hasta el final de la primera vuelta, que es un factor más, como hemos dicho, para que la elección se resuelva en la segunda vuelta. Vimos un Lula -que una vez más montó una alianza burguesa de conciliación de clases con Alckmin y compañía- totalmente a la defensiva en relación a los ataques que sufrió sobre el tema de la corrupción en sus gobiernos, que no propone ninguna salida concreta para la clase trabajadora y los oprimidos, queriendo presentarse aún más confiable para la clase dominante.

Hasta aquí nada nuevo. Pero, aún teniendo una chance de presentarse con algún barniz progresista cuando Tebet le preguntó si formaría su gobierno con paridad de género, negó el convite y se desvió con una evasiva de cuño meritocrático al decir que lo haría de acuerdo a la «competencia».

A pesar del vergonzoso desempeño de Lula, Bolsonaro fue el gran perdedor al destacarse por su misoginia explícita. Cuando la periodista Vera Magalhães le preguntó sobre la vacunación, lanzó un execrable ataque misógino diciendo como respuesta que «usted duerme pensando en mi. Usted tiene alguna pasión conmigo. No puede tomar partido en un debate como ese. Hacer acusaciones mentirosas sobre mi. Usted es una vergüenza para el periodismo brasilero». Después, como si no fuera suficiente, volcó su odio a las mujeres, esta vez contra Tebet, al decir «pare con esa manía, haga política, diga cosas serias. No se quede aquí haciendo el jueguito de mimimi».

Ciro Gomes, que fue considerado como uno de los mejores del debate, se presentó como un candidato «pacificador», una alternativa a la polarización, pero atacó con la misma verborragia a Lula y Bolsonaro. Es un candidato burgués nacional-desarrollista que se dice «democrático», pero al poner un signo igual entre Lula y Bolsonaro -como hizo la elección pasada- comete un enorme perjuicio al debate político nacional.

El debate hasta la pregunta de Magalhães estaba en un rombo más desfavorable a Lula que a Bolsonaro. Pero a partir de esa pregunta, Tebet (considerada por muchos analistas como la vencedora del debate), candidata neoliberal de un partido históricamente reaccionario, asume un protagonismo mayor al enfrentar la misoginia de Bolsonaro y poner a Lula contra la pared con la pregunta sobre si le daría a su ministerio una composición con paridad de género. La senadora, que dice que «el feminismo no es de izquierda ni de derecha» (sic) que posó de gran defensora de las mujeres fue la misma que dio su voto favorable al impeachment sin crimen de responsabilidad a Dilma Rousseff en 2016.

De la misma forma que Ciro, Tebet es una candidata de la clase dominante que no diferencia entre una candidatura de conciliación de clases (Lula-Alckmin) de una neofascista (Bolsonaro-Braga Neto) que si fuera reelecta continuará atentando contra los derechos más básicos de la clase trabajadora. Viniendo de sectores burgueses, responsables por el impeachment a Dilma, las contrarreformas, la prisión a Lula y la elección de Bolsonaro no es de extrañar.

Sin movilización directa, crece el peligro golpista

Por la fecha en que fue realizada, la encuesta de Quaest no puede captar posibles oscilaciones en la intención de votos después del debate en Band, por lo que el crecimiento de 3 puntos de Ciro y el lugar destacado para Tebet demuestran que estas fracciones de la clase dominante insistirán con su «tercera vía» hasta el final. Esa dinámica contribuye a llevar la disputa a una segunda vuelta y poner el proceso electoral en un lugar aún más polarizado, lo que puede reforzar la saña golpista de Bolsonaro.

El problema, dad la actual correlación de fuerzas entre las clases, es que la derrota de Bolsonaro en las urnas de forma incuestionable -que inhiba cualquier disposición golpista- depende de una derrota de Bolsonaro en las calles. Para eso, es necesario responder a los problemas de la clase trabajadora (el hambre, la carestía, el desempleo y la violencia) con políticas efectivas -políticas anticapitalistas- para que de hecho puedan ser resueltos.

Esa perspectiva es justamente la opuesta a la que anima la intervención de Lula en el debate de Globo, el primero del debate presidencial en su campaña en TV y radio. Como candidato de conciliación de clases que es, propone solucionar los problemas volviendo al pasado y no con una política para movilizar a la clase trabajadora y los oprimidos para luchar por sus reivindicaciones inmediatas y para derrotar a Bolsonaro y sus amenazas golpistas.

De esta forma, Socialismo o Barbarie y la Bancada Anticapitalista insisten en que no se puede derrotar a Bolsonaro sin movilizar en unidad de acción desde las bases de la clase trabajadora y los oprimidos con un programa que atienda efectivamente sus necesidades.

Es decisivo en esta coyuntura de indefiniciones -en la que Bolsonaro se puede fortalecer electoralmente y sus perspectivas golpistas si llega a la segunda vuelta- que la izquierda socialista, pese a sus candidaturas propias, actúe colectivamente en un frente de lucha independiente de los patrones y de la burocracia para impulsar la movilización en las calles desde las bases. Es necesario, además de organizar, exigir en cada lugar de trabajo, estudio y barrio que Lula, el PT, la CUT y todas las direcciones del movimiento de masas convoquen el día 7 de septiembre a las calles contra el hambre, la carestía, el desempleo y el golpismo.

Sumate a la discusión dejando un comentario:

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí