Brasil: las calles serán un factor decisivo para la segunda vuelta

Por un frente único anti-neofascista que exija, movilice y vote ultra críticamente a Lula en la segunda vuelta.

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Este domingo 2 de octubre tuvieron lugar las elecciones brasileñas, sin duda las más polarizadas e importantes desde la «redemocratización» de los años 80. Aunque las últimas encuestas daban a Lula como ganador en la primera vuelta, por una amplia ventaja, los resultados finales sorprendieron por el estrecho margen de diferencia con Bolsonaro: el PT obtuvo el primer lugar con el 48,42% de los votos válidos, seguido por Bolsonaro con el 43,21%, una diferencia de poco más de 6 millones de votos.

El amargo e inesperado resultado envió la definición de la carrera presidencial a una segunda vuelta, una nueva y peligrosa elección. Durante las próximas semanas se acrecentarán los peligros que representan los neofascistas, ya sea por la escalada de la violencia política, las amenazas autoritarias y las represiones golpistas o incluso por una victoria electoral de Bolsonaro. Ante esto comienzan a surgir algunos movimientos por parte de Lula que buscan profundizar su amplio frente con sectores de la burguesía, asegurando la pasividad del movimiento de masas, una estrategia traidora que facilita el camino hacia el bolsonarismo. Entre bambalinas, en la campaña del petista ya se discute un mayor protagonismo de Geraldo Alckmin y una «carta a los brasileños» centrada en los sectores conservadores de la sociedad.

Una victoria táctica para Bolsonaro

A pesar de que Bolsonaro quedó en segundo lugar en esta primera vuelta, todos los analistas coinciden en que el resultado es una victoria política para el oficialismo, al lograr forzar un balotaje y pasar a la ofensiva en esta etapa crucial. El neofascista logró reducir la diferencia con Lula, quedándose atrás en un 5,21% de los votos válidos, una distancia muy favorable en relación a las encuestas anteriores, y que revive las posibilidades de que el actual presidente gane en la segunda vuelta.

Además, el bolsonarismo obtuvo importantes victorias en votos estaduales y en parlamentarios: eligió a doce gobernadores en la primera vuelta -incluido Río de Janeiro- y su bancada en el Congreso será la más grande con 99 diputados (totalizaron 23 nuevos escaños), contra 79 del PT y su federación. Para el Senado, que tuvo una renovación de más del 80%, el bolsonarismo tuvo una victoria sustancial con 20 de los 27 escaños en disputa -una composición que si Bolsonaro es reelegido le dará condiciones para aprobar el juicio político a los ministros del Supremo Tribunal y cerrar aún más el régimen-.

Estos datos dejan claro que las elecciones expresaron un giro a la derecha y, aunque Lula gane en segunda vuelta, su futuro gobierno estará sometido al constante asedio del bolsonarismo, que mantendrá importantes posiciones dentro del aparato estatal, bloqueando cualquier intento de revertir las contrarreformas impuestas en los últimos años por Bolsonaro (y también durante el mandato de Temer).

El giro a la derecha es producto de la sistemática ofensiva de Bolsonaro desde que asumió el cargo en 2019, que mezcló medidas parlamentarias y extraparlamentarias que ayudaron a cambiar parcialmente el juego. Por ejemplo, la intervención en los precios de los combustibles tuvo relevancia en la economía nacional y un importante impacto electoral; aunque es una medida populista, ha asegurado una caída en los precios de los alimentos y una recuperación en la creación de empleo. Más peligrosamente, las bases neofascistas de Bolsonaro no se retiraron de las calles durante la campaña electoral (¡a diferencia de la «izquierda» del sistema que se limitó a los actos electorales!), que reclaman como un espacio central en la lucha por sus agendas reaccionarias -los actos masivos del 7 de septiembre fueron una importante demostración de fuerza golpista en ese sentido-.

La pasividad traidora de Lula y la izquierda del orden

Tras conocer los resultados, Lula declaró que la segunda vuelta es «solo una postergación» de su victoria y que será una buena oportunidad para «madurar» las propuestas programáticas. Además, destacó que las dos veces que fue elegido presidente hubo una segunda vuelta; un mensaje de «calma» que podría ser apto para tiempos normales, pero incoherente en medio de una situación de carácter excepcional debido al fortalecimiento de la ultraderecha bolsonarista y de los peligros que amenazan las libertades democráticas elementales (incluyendo los derechos de libre organización para el movimiento obrero y para la izquierda en general).

Peor aún, parece que Lula y su mando de campaña no entienden los límites de la estrategia frenteamplista, cuyo eje es cerrar acuerdos con sectores burgueses y moderar al extremo su programa de gobierno, además de mantener al movimiento de masas en total pasividad y fuera de las calles. Los resultados de la primera vuelta mostraron que Lula no será reelegido hablando solo de «amor» y recordando un pasado abstracto, una postura conservadora que no enamora a los sectores explotados y oprimidos, que necesitan respuestas y cambios radicales frente a la pobreza y las precarias condiciones de vida en Brasil.

El día de ayer puso a la campaña del PT a la defensiva, y su amplio frente burgués necesitará mucho más que el voto útil para derrotar a Bolsonaro en la segunda vuelta. La necesidad de lo que habíamos estado afirmando sistemáticamente -la fuerza de la movilización de las masas para derrotar categóricamente al bolsonarismo- prevalece hoy, un día después de una victoria con sabor a derrota, más que nunca. Poner a los trabajadores y trabajadoras a la ofensiva en las calles contra el bolsonarismo, sus amenazas y sus ataques será un factor decisivo para la segunda vuelta. Sin embargo, por el carácter burgués del PT -profundizado por sus recientes alianzas- es prácticamente imposible que Lula avance en esta dirección.

¡Contra el golpismo en las calles y en las urnas!

Ante los peligros que representa una posible victoria de Bolsonaro en la segunda vuelta, desde la corriente Socialismo o Barbarie (SoB), la juventud del ¡Ya basta! y la Bancada Anticapitalista, llamamos a un voto contra el neofascismo y las amenazas golpistas, es decir, un voto ultra crítico a Lula para esta segunda vuelta.

No tenemos confianza en el PT y en los partidos que conforman el amplio frente burgués, que en su mayoría son enemigos de nuestra clase y de los sectores explotados y oprimidos de la sociedad. Un futuro gobierno Lula-Alckmin ciertamente llevará a cabo ataques contra nuestras condiciones de vida, trabajo y estudio por una dosis moderada de veneno capitalista. Sin embargo, no podemos tomar una posición pasiva frente a los peligros de Bolsonaro -si es reelegido tendrá mejores condiciones para la agenda autoritaria con la mayoría en el parlamento-, una situación extremadamente peligrosa y grave que amenaza los derechos democráticos elementales y la capacidad de organizarse y combatir del movimiento de masas.

Entendemos la urgencia e importancia de una reunión de emergencia de las organizaciones de la izquierda independiente para construir un frente único anti-neofascista, para exigir que Lula, las centrales sindicales, UNE y la izquierda del orden llamen a las calles. Para impulsar una campaña por el voto ultra crítico al PT y para llamar a salir a las calles en todos los sectores y lugares donde tenemos intervención política. Una inflexión inmediata es necesaria, de lo contrario las posibilidades de una derrota histórica pueden pasar de la especulación al terreno concreto de la política.

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