Brasil: Hay que enfrentar al bolsonarismo

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  • Los actos neofascistas convocados nacionalmente para el último domingo reaniman una señal de alerta en la coyuntura. Hubo en la mayoría de los casos pequeñas concentraciones y caravanas por el país, pero lo que llamó la atención y causa gran preocupación fue la participación de Bolsonaro en el acto realizado en Brasilia frente al cuartel general del Ejército.

Por Antonio Soler

Como en los demás actos convocados por bolsonaristas, en este domingo (19/04 – día del Ejército) los manifestantes defendieron una “intervención militar con Bolsonaro en el poder”, el “cierre del Congreso” y “un nuevo AI 5”1. Durante esa acción, que reunió pocas decenas de manifestantes, el negacionista dio un discurso encima de una camioneta diciendo que “se acabó la época de la canallada”, “ahora es el pueblo al poder” y “no queremos negociar nada“.

Las reacciones – de la boca para afuera – por la participación de Bolsonaro en este acto fueron muchas. Rodrigo Maia (DEM-RJ), dijo que “en nombre de la Cámara de Diputados, repudio todo y cualquier acto que defienda la dictadura, atentando contra la Constitución”, João Dória (PSDB) dijo que “es hora de la unión alrededor de la Constitución contra toda amenaza a la democracia“, Wilson Witzel (PSC) mencionó que ” la democracia no es lo que presidente Bolsonaro practica” y Gilmar Mendes (STF) consideró finalmente que “invocar al AI-5 y la vuelta de la dictadura es rasgar el compromiso con la Constitución y con el orden democrático“.

Al día siguiente, lunes (20), en la puerta de la Alborada (Palacio Presidencial), Bolsonaro, después de haber conversado con el ala militar del gobierno dijo que “no hay que depender del presidente Jair Bolsonaro, la democracia y la libertad están por encima de todo“, “la gente generalmente conspira para llegar al poder. Yo ya estoy en el poder” y “yo soy, realmente, la Constitución“. Cuando fue cuestionado sobre las pancartas y consignas de los manifestantes, dijo que el acto era en defensa del “pueblo en la calle, por el día del Ejército y la vuelta al trabajo” y que “piden [el AI-5] desde 1968“.

Después de haber sido cuestionado, el mismo domingo, por el presidente del STF-Supremo Tribunal Federal (Dias Toffoli) sobre el discurso de Bolsonaro y las declaraciones de los jefes del parlamento y del poder judicial, el ministro de Defensa (Fernando Azevedo e Silva​) publico un comunicado para intentar minimizar las declaraciones del gobierno, diciendo que las Fuerzas Armadas trabajan para “mantener la paz y la estabilidad del país” y que obedecen a la “Constitución Federal“.

Después, Augusto Aras (procurador general de la República), encaminó al STF un pedido de apertura de una pronta investigación por una posible violación de la Ley de Seguridad Nacional [1] cometida en los actos del domingo, inclusive por diputados federales. En el pedido de investigación, Aras, que fue nombrado por fuera de la lista de la Procuraduría General, no mencionó a Bolsonaro, responsable directo de las manifestaciones por el cierre del Congreso, en el pedido de investigación.

Bolsonaro quiere retomar la ofensiva

Bolsonaro con su darwinismo social extremo – reflejando el pensamiento de parte de la clase dominante de que es natural que las capas más “frágiles” de la población sean eliminadas por la pandemia -, además de hacer el ridículo a nivel mundial, burló en grande el aislamiento al enfrentar a los demás poderes de la República, los gobernadores, al Ministro de Salud, quien termino siendo echado, y a la OMS al defender el fin del aislamiento social.

En las últimas semanas sufrió derrotas en el Congreso, que al no votar la anti obrera MP 905 de la “Cartera Verde y Amarilla” la hizo caducar, y en el STF, que voto por unanimidad contra la bonapartista MP 926 que pretendía dejar a cargo de la Unión (gobierno central) la definición de cuáles serían los servicios esenciales que deberían funcionar normalmente. Además de eso, tuvo bajos índices de aceptación (33%) de su política de enfrentamiento a la pandemia. [2]

Pero para intentar trazar un punto de equilibrio en el análisis de la correlación de fuerzas, es importante notar que, a pesar del aislamiento, Bolsonaro tiene el apoyo de los ministros militares – influyentes en los cuarteles – contra los avances del Congreso en temas como los de las enmiendas parlamentarias impositivas; de parte importante del empresariado, para el cual este gobierno es extremadamente funcional en el sentido de atacar los derechos de los trabajadores; de las principales direcciones neopentecostales; de las milicias diseminadas por el país y, también, parece serle incondicional, una franja de la población que gira en torno al 30%.

Eso es así porque, a pesar de la ruptura de sectores de la clase media con el gobierno, permeable al fenómeno de los cacerolazos diarios, en un escenario de pandemia que se demuestra avasallante, la fragmentación hace que el movimiento social tenga dificultades de ubicarse como polo político independiente.

Además de eso, la oposición burguesa del centro es vista con desconfianza por amplios sectores populares, mientras Lula y el PT apuestan criminalmente al desgaste del gobierno para capitalizarlo a nivel electoral en 2022. Lo que hace que parte importante de las masas no vea una salida política inmediata más allá de este gobierno. Composición de factores que son una pista para explicar por qué aún el 52% de la población cree que Bolsonaro tiene condiciones de liderar el país y un 59% rechaza una renuncia presidencial. [3]

Los peligros autoritarios son reales

Dicho eso, consideramos que la acción de Bolsonaro del domingo fue una apuesta para retomar su protagonismo y una muestra más de la cuña bonapartista (autoritaria) de este gobierno. Al contrario de lo que muchos afirman, el neofascista tiene una estrategia y un método.

Dicha estrategia se reafirma cuando frente al cuartel general del Ejército dice que “no vamos a negociar nada”, o sea, es un gobierno que quiere reemplazar el presidencialismo de coalición del periodo post-1988, por alguna forma de presidencialismo donde el congreso y el poder judicial estén sometidos totalmente al poder presidencial, todo un revival de la dictadura militar.

Es el método repetido, el de la violencia sistemática contra todo – instituciones, ideas, valores, organizaciones – lo que se coloque como oposición al proyecto de centralización del poder presidencial. Hasta ahora el blanco principal han sido el congreso nacional y la oposición burguesa, pero cuando se inicie la movilización más directa el blanco preferencial serán la izquierda y las organizaciones de los trabajadores – la destrucción de la izquierda y sus organizaciones siempre fueron un punto programático fundamental de Bolsonaro.

Las condiciones históricas encontradas por Bolsonaro y su movimiento son muy diferentes de las de 1964, pero existen formas de cerrar el régimen democrático-burgués por medios que no son los mismos: golpes directos de las fuerzas armadas. Como vimos en Bolivia recientemente, un movimiento de ultra derecha, fuertemente organizado, puede encontrar una fragilidad institucional y crear un caos político que después, con el apoyo de las fuerzas armadas, puede llevar a la destitución de un poder o a un golpe de hecho. O que, a partir de un escenario de caos, como en la actual pandemia del nuevo coronavirus, el presidente consiga poderes absolutos junto al congreso para gobernar indefinidamente por decreto. Esa vía fue tomada recientemente en la Hungría de Viktor Orban.

Hoy por hoy ninguna de esas alternativas expuestas arriba encuentran las condiciones dadas por completo para realizarse, Bolsonaro busca en medio de la crisis y una coyuntura de pérdida de popularidad y aislamiento institucional recomponerse. Pero no podemos dejar de observar que dispone de una base popular de apoyo entre sectores de masas, sectores del empresariado, pastores fundamentalistas, jefes milicianos y oficiales de las fuerzas armadas. O sea, el genocida no parece ser un cachorro muerto. La iniciativa de la PGR de solicitar al STF la apertura de una investigación a los responsables por los actos del domingo, es al mismo tiempo una señal de alerta para Bolsonaro y sus hijos, pero medidas como estas están lejos de contener la dinámica de choque que se avecina, porque no reculara en sus chantajes y provocaciones de carácter golpista.

El camino de Hungría de Orban no está planteado, pues para tal cosa necesita tener mayoría en el congreso, pero en medio del cataclismo sanitario nacional, que ya comienza a transformarse en realidad en muchas capitales, el crecimiento de la miseria, la falta de perspectiva y de la descomposición del tejido social resultado también de la crisis económica y la ausencia de un antagonista a la altura, será un escenario extremadamente favorable para la agitación bolsonarista, para establecer una situación de caos y de violencia política que cree las condiciones para medidas autoritarias al estilo de un auto-golpe dado por un decreto de estado de sitio.

Los escenarios de una catástrofe

Ante un escenario catastrófico como el que se aproxima a toda velocidad, manteniéndose las actuales estrategias de enfrentamiento de la pandemia, tendremos una situación sanitaria, social y política de tensión extremadamente grave en los próximos meses por la falta de camas, insumos, equipamientos y hasta tumbas para los muertos.

Podemos tener un escenario en el cual Bolsonaro se vuelva imposible de sostener para la clase dominante y eso lo lleve a renunciar, a un proceso de impeachment o a casación por el STF de forma acordada. Lo que sería una salida dentro de la “normalidad” del régimen democrático burgués brasilero posterior a 1988.

Existe la posibilidad de un escenario en el cual la presión de la movilización popular lleve a la decisión de la clase dominante de abrir un proceso de impeachment. Bolsonaro, a diferencia del PT y de Dilma en 2015, resistirá al proceso de casación y un campo de enfrentamiento político violento será abierto.

El otro escenario sería el de la construcción de un acuerdo precario entre los poderes para descargar todo el peso de la catástrofe sanitaria sobre las espaldas de los trabajadores. Como la catástrofe pandémica parece ser una hipótesis muy plausible, ese cuadro sería posible ante un retroceso del bolsonarismo, debido a la falta de consistencia de su proyecto de poder, que al avanzar sobre los demás poderes se combine con una masacre sin resistencia de parte de los trabajadores y oprimidos.

Pensamos que independientemente de los acuerdos por arriba (que parecen ser difíciles viendo el comportamiento del bolsonarismo hasta aquí), la pandemia y la crisis económica van a trastocar la vida de las masas que se hace cada vez más difícil, lo que obligará a reaccionar. Así, la tendencia que se deprende de los escenarios más específicos, es la de que se agrave la crisis sanitaria y económica, creando una situación explosiva en Brasil, una situación de caos social sobre la cual Bolsonaro va a hacer política para fortalecerse y ganar terreno e imponer su proyecto.

Prepararse para el enfrentamiento

La pandemia, determinada por una dinámica planetaria más general, condiciones sociales pre-existentes y la política gubernamental, va a acelerar y radicalizar los choques políticos, eso es insoslayable, lo que plantea escenarios de enfrentamientos mucho más duros – nos parece que Bolsonaro está preparándose para ese escenario. Por eso, la línea llevada por lo que se denomina como izquierda, está muy alejada de las necesidades del momento. Y no se trata solo del PT que, como es dirigido por una de las burocracias más traidoras del mundo, siempre apuesta a disolver la movilización en la institucionalidad al servicio de mantener el orden, con el conservadorismo más vil, una línea que es co-responsable, inclusive, de que hayamos llegado a esta situación.

De la misma forma que nos cegamos a las necesidades concretas de la lucha de clases cuando caemos en el facilismo político, para el maximalismo o para el sectarismo, esto – que es hoy la línea de la mayoría de la dirección del PSOL – es igualmente dañino. La dirección mayoritaria de nuestro partido y parte de su izquierda socialista actúan con una clave derrotista, economicista (fórmulas que no enfrentan los problemas políticos) y oportunista (no apuestan a la movilización y organización directa de los trabajadores) ante el gobierno. Lo que llevo a no preparar a su militancia y a los sectores de vanguardia que se referencian con el PSOL para la intensa polarización política que se avecinaba con la agitación bolsonarista – polarización política que se daría mismo en un escenario sin pandemia -, lo que nos coloca, como partido, atrás de los acontecimientos políticos, o sea, no pudiendo aprovechar las tendencias de la lucha de clases que son favorables a las y los trabajadores.

Fue exactamente eso lo que no nos permitió hasta ahora participar como partido, o sea, como fuerza centralizada para contribuir con el movimiento social en el sentido práctico-político, en la ola de cacerolazos, en la organización de los comités de solidaridad que se están extendiendo en las periferias de las grandes ciudades y en las acciones para enfrentar al bolsonarismo en las calles con los debidos cuidados sanitarios, como han hecho muchos movimientos sociales en Brasil y en el mundo.

Parte fundamental de la reorientación del PSOL pasa también por el cambio de su relación con la dirección lulista. Nuestro partido está acertado cuando propone o participa de actividades de unidad de acción con el PT, pero se equivoca totalmente y se atrasa en el necesario proceso de superación del PT y de impulso de la lucha independiente de los trabajadores cuando lo hace sin diferenciación política, cuando transforma la unidad de acción y el frente para la lucha, en un frente político. Esas son herramientas políticas que si no fueran bien usadas, acaban llevándonos al sectarismo o a una capitulación. En el caso del PSOL, por la orientación de su dirección mayoritaria, estamos incurriendo en el segundo desvío hace años.

Es necesario romper con esa situación, el huevo de la serpiente se rompió, la criatura nació y ahora está creciendo, pero la víbora del neofascismo aún puede ser destruida. Para eso, es necesario prepararse para los choques inevitables que tendremos con este gobierno, rompiendo con el economicismo y el oportunismo, ligando en la práctica la lucha en defensa de un programa de emergencia de los trabajadores para enfrentar la pandemia con la lucha para derrotar a Bolsonaro.

Además de una campaña por un programa de emergencia para los trabajadores y que los ricos paguen por la crisis creada por su sistema (el coronavirus y la pandemia son frutos de la explotación capitalista), por el Fuera Bolsonaro y Mourão y por Elecciones Generales para que el pueblo decida, es fundamental ligarnos al proceso de organización que se está dando por la base a través de los comités de solidaridad organizados en las periferias de las grandes ciudades. Esos comités, además de la ayuda solidaria inmediata a los más necesitados, serán cada vez más importantes para la organización en estos momentos de aislamiento social y para la resistencia al autoritarismo de este gobierno.

¡Luchar por un plan de emergencia de los trabajadores!

¡Que los ricos paguen los costos del combate a la pandemia!

¡Impulsar los Comités de Solidaridad y de Lucha!

¡Apoyo a todas las movilizaciones en defensa del trabajo, salario y medidas sanitarias!

¡Unidad en la lucha por el Fuera, Bolsonaro y Mourão!

¡Elecciones Generales para que el pueblo decida!


[1] Aprobada al final de la dictadura militar con el objetivo de cohibir un posible cambio del régimen por la vía de la acción directa de las masas, prevé: Articulo 17: Intentar cambiar, con el empleo de la violencia o grave amenaza, al orden, al régimen vigente o al Estado de Derecho.”, tiene una pena: de 3 a 15 años de prisión; Articulo 23, incisos I, II y III: Incitar a la subversión del orden político o social; la animosidad entre las Fuerzas Armadas o entre estas y las clases sociales o las instituciones civiles; la lucha con violencia entre las clases sociales.”, tiene una pena: de 1 a 4 años de prisión. Miralo en: www1.folha.uol.com.br/poder/2020/04/moraes-do-stf-atende-pedido-de-aras-e-autoriza-inquerito-para-investigar-atos-pro-golpe.shtml

[2] Miralo en: datafolha.folha.uol.com.br/opiniaopublica/2020/04/1988650-59-rejeitam-renuncia-de-bolsonaro.shtml

[3] Ídem.

1 N de laT: El AI-5 (Acta Institucional 5), fue firmada en 1968 por el general Arthur da Costa e Silva, y abrió la fase más cruenta de la dictadura, al darle carácter “institucional” a la violación de derechos humanos. Con esta medida fue posible el cierre del Congreso Nacional, la intervención en los estados y municipios y la suspensión de derechos los políticos de cualquier ciudadano.

Traducción del portugués por Luz Licht

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