Bangladesh: masivas movilizaciones contra el aumento del combustible

El gobierno del país asiático anunció el viernes un aumento del 42% para el gasoil y el diésel y del 51,7% para la gasolina. Las protestas no se hicieron esperar. Miles de trabajadores y estudiantes inundaron las calles del país.

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El gobierno del país asiático anunció el viernes un aumento del 42% para el gasoil y el diésel y del 51,7% para la gasolina. Las protestas no se hicieron esperar. Miles de trabajadores y estudiantes inundaron las calles del país.

El precio de la gasolina pasará de 1,37 dólares a 0,91 dólares el litro. Los medios de comunicación ya bautizaron a la medida como «el aumento más grande de la historia». Efectivamente, nunca desde la independencia de Bangladesh en 1971 los precios de los combustibles habían aumentado tanto.

Ecos de la guerra

La primer ministra Sheik Hasina justificó la medida por la crisis energética internacional generada por la guerra en Ucrania. Durante las últimas semanas, la escasez de combustible generó apagones de hasta 13 horas en varias ciudades. El 10% de las plantas generadoras de electricidad del país fueron puestas en pausa.

El alza de los precios internacionales le generó a la Bangladesh Petroleum Corporation (la empresa estatal importadora de petróleo) una pérdida de 84 millones de dólares desde el inicio de la guerra. Y el déficit externo comienza a presionar la moneda nacional (el taka) hacia la devaluación. Con el aumento, el gobierno espera equilibrar la balanza comercial recaudando del bolsillo de la población.

Pero las consecuencias de una política recesiva como esta podrían ser catastróficas. El aumento golpea duramente sobre una clase trabajadora ya empobrecida. Se esperan colapsos en el transporte público y parates en la industria bangladesí, una economía fuertemente dependiente de la importación energética.

La respuesta popular fue casi instantánea. Desde el viernes, pocas horas después de anunciada la medida, se suceden decenas de movilizaciones en todo el país. Se registraron protestas esporádicas en las estaciones de servicio durante la noche del viernes. Marchas de antorchas recorrieron Dhaka, la capital, como también concentraciones de miles de estudiantes universitarios.

Las movilizaciones chocaron con una fuerte represión por parte de la policía. Pero las balas de goma y los gases lacrimógenos no lograron hacer menguar a los protestantes, que edificaron barricadas incendiarias en las calles de Dhaka.

Como en Sri Lanka

Las protestas en Bangladesh parecen la réplica de la rebelión ocurrida en Sri Lanka hace sólo algunas semanas, en respuesta a un aumento similar en los combustibles.

Lo cierto es que la guerra en Ucrania está generando temblores internacionales. La falta de gas y la inflación están desatando crisis y huelgas masivas en Europa. Y en la periferia del planeta la degradación de las condiciones de vida está empezando a hacer estallar los ánimos populares.

Tanto Sri Lanka como Bangladesh, ambos vecinos de la India, son importadores netos de energía. Sri Lanka depende casi exclusivamente del turismo para generar divisas, lo que explica fácilmente el estallido ante la crisis energética.

La economía bangladesí es algo más industrializada. Tres cuartos de sus exportaciones provienen de la enorme industria textil, acaparada en su mayoría por empresas multinacionales que aprovechan la mano de obra barata y las inexistentes leyes laborales. Este conglomerado de industria y trabajo precaria emplea a 3 millones de trabajadores bangladesís, el 90% de ellos mujeres.

Pero 2 tercios de la población del país continúa dependiendo de la agricultura, un sector marcado por la concentración de la tierra en manos de terratenientes y que depende del combustible para la irrigación. Y se espera que, con el alza de los combustibles, la industria textil sufrirá fuertes contracciones. Esto podría generar miles de despidos además de la ya imparable caída de los salarios. En lo que va del año, la inflación superó el 7%, la cifra más alta desde 2014.

Al igual que en Sri Lanka, el gobierno de Bangladesh inició recientemente tratativas de crédito con el FMI. En julio se confirmó que el Fondo le otorgaría 4.500 millones de dólares al país para reacomodar la golpeada balanza comercial. Como siempre, el préstamo tiene cláusulas bien definidas, entre ellas el recorte de los subsidios estatales a la energía.

Como muchos gobiernos capitalistas en estos mismos momentos, el de Bangladesh recorre una espiral interminable: escasez energética, inflación, devaluación, endeudamiento y crisis social. Pero las medidas neoliberales recesivas sólo pueden agudizar el sufrimiento de la población trabajadora. Únicamente con medidas anticapitalistas podría hacerse frente a la crisis energética y a las consecuencias económicas de la guerra.

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