Aportes del pasado para la pedagogía del futuro

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  • Frente a la difícil tarea de la continuidad pedagógica en contexto de pandemia, nos propusimos pensar cuál debería ser la pedagogía que necesitamos los revolucionarios para que la educación sea una herramienta más al servicio de la lucha de clases. Para eso fuimos a repasar los aportes de las experiencias marxistas más importantes.

Por Jere Liova

¿Existe realmente la pedagogía de clase? Si bien Marx no se dedicó a escribir específicamente sobre la pedagogía realizó aportes claves tales como la crítica al modelo de la escuela tradicional, la necesidad de la educación en función del sistema productivo, la implementación de una educación politécnica, el derecho a la escuela obligatoria y gratuita, entre otros puntos.

Con respecto al modelo de escuela tradicional, Marx critica que se trata de una institución anacrónica, ajena a las problemáticas y necesidades de la sociedad, desentendida del contexto histórico y que promovía la idealización de la autonomía individual. Además sostenía que el sistema educativo era una herramienta necesaria para sacar a los niños de las fábricas y resguardarlos de la hiperexplotación. A su vez cuestionaba la unilateralidad de la educación y el nulo aporte a la vida cotidiana y práctica de las nuevas generaciones.

Ante esto, comentaba la necesidad de una educación politécnica que consistía en la articular instrucción-producción, trabajo intelectual-trabajo manual, pensamiento-acción, teoría-práctica, filosofía y técnica.

Estos fueron los primeros aportes a la pedagogía desde una perspectiva clasista. Algunos de ellos habían sido esbozados por socialistas utópicos como Proudhon, que se encargó de abordar el concepto de la educación politécnica. Otros fueron tomados por pedagogos del siglo XX, sin darle ningún crédito a Marx pero es necesario aclarar que el desarrollo de cada uno de estos aportes pueden encontrarse en el texto de Jaume Carbonell,“Marx y la pedagogía: cuatro notas sobre la pedagogía marxista y su crítica al reformismo pedagógico y escolar”.

Marx sostuvo que el rol de la escuela no es condición “sine qua nom” de transformación social y que no es posible un cambio real en la educación si no hay un cambio estructural en la sociedad. Esta conclusión puede resultar conocida, ya que fue utilizada por Pierre Bourdieu y Louis Althusser para definir que la escuela en contexto capitalista cumplirá el rolde reproductor social.

El acontecimiento que califica como una de las primeras experiencias pedagógicas revolucionarias es justamente la Revolución Rusa de 1917. Si la intención era que los trabajadores dirigieran el estado obrero, la educación debía ser tan importante como el ejército rojo que lo defendía. El primer problema surgido fue el analfabetismo que rondaba el 80% de la población y para modificar esta situación, se creó la Escuela única del trabajo, donde se relacionaba la educación con la producción. A su vez, se nacionalizaron los centros privados y se inculcó la escolarización a todos los niños de 6 a 17 años, divididos en tres niveles conformados de acuerdo al grado de formación en cada área específica.

De carácter obligatorio, gratuito, mixto y laico, la escuela unificada tuvo como medida la supresión de exámenes y pruebas de ingreso, la prohibición de deberes para la casa, y el respeto del uso de la lengua materna. Además, se crearon facultades obreras, guarderías, comedores y lavanderías comunitarias y se aprobó el aborto legal seguro y gratuito para facilitar la permanencia de las y los trabajadores en la educación.

Con respecto a la relación entre escuela y producción dentro del marxismo existían dos posiciones. Lenin por su parte sostenía que era preciso “enseñar y explicar a nivel ideológico las nociones básicas y no tanto pretender hacer realidad la participación en la producción”[1]una posición productivista que se justificaba con la situación concreta de la economía soviética y la necesidad urgente de consolidar ideológicamente la dictadura del proletariado.

“Nuestra escuela debe dar a la juventud las bases del conocimiento, enseñarle a elaborar ella misma las concepciones comunistas, debe hacer hombres cultivados”[2]afirmaba tambiénY añadía: “Hay que aprender por sí mismo, hay que enseñar a toda la generación venidera de trabajadores. Esta es la tarea de cualquier comunista consciente, de todo joven que se considere comunista y que se dé cuenta de que adhiriéndose a la Unión de Juventudes Comunistas, adquiere el compromiso de ayudar al Partido a construir el comunismo y ayudar a la nueva generación a crear la sociedad comunista. Debe comprender que esto solo es posible sobre la base de la educación moderna y que si no posee esa educación, el comunismo será un simple deseo”[3]

Por otro lado, Kroupskaia, responsable del comisariado del pueblo para la instrucción pública, sostenía que“la educación de los niños debe resolverse a un nivel pedagógico y no primariamente político”[4]. El objetivo era que en la infancia se experimente la más diversa conexión con el mundo de la producción, a fin de evitar especializaciones prematuras y el adiestramiento para tareas muy precisas.

Es importante señalar que Kroupskaia también le dio importancia al aspecto ideológico y denunció la concepción reaccionaria de la escuela neutra. La revolucionaria planteó que se trataba deuna escuela muerta, ajena a la realidad y que no establecíaninguna relación real maestro-alumno.Además, afirmó que toda escuela transmite un contenido de clase.

El mundo exterior interviene en la institución educativa inevitablemente, Kroupskaia da un ejemplo de esto:“se organiza una huelga en las fábricas, ¿de qué lado se posiciona la escuela? De ninguno. El 9 de febrero, los soldados del zar fusilaron en Petesburgo a cientos de obreros. Los niños intentaban hallar los cuerpos de sus padres asesinados entre los cadáveres. Ante esta situación, ¿puede todavía la escuela permanecer neutra?”[5]

En el siglo XX, la conflictividad social, la amenaza del socialismo a nivel mundial y la necesidad de mano de obra calificada facilitaron la implementación de la escuela pública en los países capitalistas. Las perspectivas pedagógicas críticas más representativas,como los reproductivistas y la pedagogía de la resistencia, se basaron en los lineamientos de Marx y en las experiencias educativas bolcheviques con la limitación de eludir la lucha por la independencia de clase. Pero el análisis, los alcances y limites de las teorías pedagógicas de postguerra merecen otro texto especifico.

En conclusión,nuestra tarea es generar mejores condiciones para un cambio estructural de la sociedad. Para eso la educación es fundamental y debe estar acompañada por una pedagogía que identifique a los docentes como trabajadores y transmisores de conciencia de clase. De igual manera, les permita alos alumnos adquirir herramientas para adquirir pensamiento crítico y para reconocerse a sí mismos como parte de una clase social oprimida y explotada, con intereses contrapuestos a los de la clase capitalista.


 

[1] Tareas de las Juventudes Comunistas

Discurso en la I Sesión del III Congreso

de Juventudes Comunistas de Rusia

Moscú, 2 de octubre de 1920

[2]Idem

[3]Idem

[4]-Lounatcharsky; Kroupskaia; Hoernle, E y otros. (1978). La Internacional Comunista y la escuela de clase. Barcelona: Icaria.

[5]Idem

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