Viviana Gallardo, militante asesinada por el gobierno costarricense

El 1 de julio de 1981 el Estado costarricense cometió el crimen político del asesinato de Viviana Gallardo, militante de izquierda, a manos de un policía mientras estaba detenida en una celda de la Primera Comisaría de San José.

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“Decidirse a luchar es parte de la dignidad con la que se debe vivir”

Viviana Gallardo

 

Viviana fue una militante del grupo guerrillero llamado “La Familia”, en cuyas filas se encontraban miembros de la “escisión militar”, ruptura del Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP). La agrupación nace en 1978 y tenía por estrategia la guerra popular prolongada, siendo que llevaron a cabo varios atentados con bombas (una de ellas frente a la Embajada Americana) y asaltos para financiarse.

El grupo actúa durante la convulsa década de los 80s, enmarcado por la caída de la dictadura somocista en Nicaragua, movilizaciones guerrilleras en El Salvador y Guatemala, el financiamiento gringo a La Contra y la ocupación militar de Honduras.

El 12 de junio de 1981 el grupo intenta llevar a cabo la “operación Mole” que pretendía volar el busto de John F. Kennedy ubicado en el parque de San Pedro. Un operativo policial en Guadalupe frustra un asalto previo a la maniobra. Se da un intercambio de disparos donde resultan muertos tres policías, un taxista y un miembro de La Familia. Viviana fue arrestada y procesada.

Luego fue trasladada a la Primera Comisaría de San José, cerca de la Penitenciaría Central, actual Museo de los Niños. En la madrugada del 1 de julio el cabo José Manuel Bolaños Quesada le ordenó al vigilante de la celda de mujeres que se retirara para quedarse él haciendo la guardia. En ese momento el policía le disparo 12 veces con una M-76.

El oficial fue condenado a 18 años de prisión, siendo que la mayor parte la cumplió con régimen de libertad condicional. Durante toda su vida se negó a explicar sus motivos. Durante los interrogatorios del juicio se limitó a decir: “se me nubló la vista; se me metió el diablo” y “lo hecho, hecho está”.

Es en ese sentido que reivindicamos la figura de esta joven militante de izquierda (tenía 18 años) que luchó y murió por sus ideales. Aunque no compartimos su método guerrillero de sustitución del proletariado como sujeto de la acción política revolucionaria si reivindicamos el internacionalismo y el anti imperialismo que guiaron sus acciones. Creemos que su asesinato, a sangre fría, no respondió a una acción individual de un policía segado por la ira, sino a una política de Estado para frenar los grupos socialistas y comunistas de la época. Un intento de ser una advertencia y un ejemplo de lo que sucede con los inconformes y luchadores. Misma política, aunque en otras dimensiones y contextos históricos, que llevan adelante los gobiernos actuales de criminalización y judicialización de la protesta social.

Es por eso que el mejor modo de rendir homenaje a esta militante es tomar la bandera del socialismo revolucionario y luchar por un mundo sin opresión ni explotación.

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