La rebelión en EEUU y el Orgullo LGBTI en el recomienzo histórico

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  • A más de medio siglo de los sucesos de Stonewall, como fuera conocida la última gran oleada de la diversidad sexo-genérica iniciada en el barrio gay de Nueva York, encuentra a los EEUU sumido en una rebelión popular contra la política racista y negacionista de Donald Trump.

Por César Rojas

Esta gran cuenta pendiente de “la cuestión negra” en la sociedad norteamericana no es algo nuevo, ya que por ejemplo el movimiento de “Black live matter” lleva varios años reclamando contra la violencia y los asesinatos policiales contra la gente negra, trabajadores, niños, trans. Pero estos hechos, sumados a la crisis económica no saldada desde 2008 y el desastre de contagios, muertes y desocupación bajo la actual pandemia, hicieron que los reclamos cobraran una masividad y una fuerza inusitada, despertando la solidaridad en las calles de todas las grandes capitales del mundo. Lo interesante del desarrollo de la rebelión popular, es que en ella confluyen no sólo las demandas de los trabajadores precarios y desocupados (mayoritariamente negros), sino también lxs jóvenes, el movimiento de mujeres y de diversidad sexual. Todos estos elementos hacen que este 28 de Junio, Día Internacional del Orgullo LGBTI+, no sea uno más, dado que se producen no sólo en medio de la rebelión popular, sino en el contexto más amplio del recomienzo histórico, donde lxs explotadxs y oprimidxs vuelven a cuestionar a un sistema y a sus gobiernos que pretenden gestionar los asuntos de la sociedad en beneficio de unos pocos a costa de la miseria, el hambre y aun la muerte del resto de la humanidad, que es quien produce la riqueza y echa a andar el mundo todos los días.

Balance histórico y discusión estratégica

Si bien el movimiento de lo que hoy se conoce como LGBTI pasó por diversas etapas y desarrollos desde que la burguesía capitalista individualizara a ese grupo social que quedaba por fuera de la sexualidad heteronormativa (segunda mitad del S.XIX), es cierto que ese colectivo toma “carta de ciudadanía” como sujeto político colectivo, con lo que se conoce como la revuelta de Stonewall en junio de 1969. Claro está que un siglo antes que esto, existieron grupos, debates e investigaciones científicas que validaron y defendieron políticamente la expresión, la identidad y los derechos de las personas LGBTI en distintos contextos históricos, algunos francamente auspiciosos como el de la revolución bolchevique que, además de garantizar el derecho al aborto, en 1922 derogó toda la legislación represiva contra la homosexualidad en Rusia. Luego de un período oscuro de la contrarrevolución stalinista, el fascismo y la posguerra, habría que esperar hasta el último gran ascenso de la lucha de la clases en los 60 y 70 para que emergiera el movimiento LGBT como producto del conjunto de las luchas de los de abajo con sus movilizaciones masivas, haciendo de la sexualidad una cuestión política, algo que hasta entonces se pensaba como sólo de la esfera privada. Si la 3ra oleada del feminismo estaba planteando que “lo personal era político” y la comunidad negra hablaba del “Black Power”, la comunidad LGBTI saldría a la escena con el llamado “Gay Power” y planteando que había que hacerse visible bajo la consigna “salir del closet para tomar las calles”. Por su parte, los movimientos de liberación en la periferia capitalista aportarían su impronta y su inspiración en la conformación en los “Frentes de Liberación Gay” (que bajo lo “gay” en principio se englobaban de manera problemática todas las identidades), a la manera por ejemplo, del Frente de Liberación Argelino.

Los sucesos: protagonistxs olvidadxs y debates

Los disturbios de Stonewall constituyen un punto de inflexión, precedidos por otros menos conocidos, también en bares y sitios de sociabilidad de la comunidad lgbti como los de 1966 (1). Pero los ánimos caldeados de esa noche hicieron que una de las habituales razzias policiales terminara en una batalla campal contra la Policía cuando intentó llevarse detenidas a trans, lesbianas y gays que concurrían al “Stonewall”, un pub regenteado por la mafia, y uno de los pocos reductos para los LGBTI. Al parecer, Marsha Johnson, una trans negra y Sylvia Rivera otra trans latina, resistieron a los golpes la detención de los agentes policiales y la rebelión cundió muy pronto, a punto tal que la Policía tuvo que encerrarse en el bar para protegerse de la gresca que se prolongó toda la noche, y luego la siguiente noche por todo el barrio gay en que se congregaron multitudes furiosas contra la represión y el hostigamiento policial sistemático. En conmemoración de esa revuelta, al año siguiente se realizó la primera Marcha del Orgullo el 28 de junio de 1970, instaurándose luego como un día internacional de lucha y celebración. Lo interesante, es que esos grupos LGBT proliferaron por cientos en todos los EEUU, y empezaron a replicarse en otros países y la cuestión LGBTI empezó a ser discutida en distintos ámbitos de la vida social y política. Reflejo de esto es, por ejemplo, la discusión que se dio hacia el interior del “Partido de los Panteras Negras”, quienes además plantearon públicamente la solidaridad con el movimiento homosexual y el protagonismo social de las mujeres: “Debemos tratar de formar una coalición trabajadora con los grupos de liberación gay y los de liberación de las mujeres”… ”Los homosexuales pueden ser el grupo más oprimido de la sociedad… pero un homosexual puede ser el más revolucionario” (Huey Newton, fundador y dirigente del PPN, julio de 1970). Por su parte Sylvia Rivera, una de las trans pioneras de Stonewall, en 2001 diría: “Todas estábamos envueltas en diferentes luchas, incluyéndome a mí misma y a otras trans. Pero en esas luchas en el Movimiento de los Derechos Civiles, en el movimiento contra la guerra (Vietnam), en la lucha de las mujeres, todavía estábamos marginadas. La única razón por la que se toleraba a la comunidad trans en alguno de esos movimientos era por nuestra implicación, por estar siempre en la línea de frente. Vosotras tenías derechos, nosotras no teníamos nada que perder.” Por el lado del recientemente creado “Gay Liberation Front, que propugnaba una política revolucionaria contraria a la política de “integración y respetabilidad” que hasta entonces planteaban otros grupos, desde su revista “Come Out!” proclamaba que era «un grupo revolucionario homosexual compuesto por mujeres y hombres conscientes de que para cualquiera, la completa liberación sexual sólo puede realizarse con la demolición de las actuales instituciones sociales. Rechazamos los intentos de la sociedad de imponer papeles sexuales y cualquier definición de nuestra naturaleza, porque hemos renunciado a dichos papeles y a los mitos simplistas de la sociedad. Queremos ser lo que somos. Queremos crear nuevas formas sociales y nuevas relaciones humanas basadas en la fraternidad, la cooperación, el amor y la desinhibición de la sexualidad. Babilonia nos ha empujado hacia una sola meta: la revolución».

De esta manera, la cuestión quedaría instalada dentro de un movimiento heterogéneo, constituido como tal, en el que no estaban saldadas las jerarquías entre las distintas identidades, y que a la vez estaba cruzado por distintas tendencias, desde las reformistas de integración hasta las revolucionarias, y entre los cuales era tema de debate el de las alianzas estratégicas con otros movimientos en lucha. Hasta aquí, los paralelos de la llamada “cuestión negra” y la “cuestión LGBTI” entre la asimilación y la revolución, son bastante nítidos, cuestiones que ahora al calor de la rebelión popular que conmueve EEUU, vuelven bajo nuevos ropajes.

Por un Orgullo feminista, anti-racista y revolucionario

Desde Las Rojas, como socialistas feministas, encontramos en el marxismo científico y el feminismo socialista las herramientas para explicar no sólo la sociedad de clases y el Estado, sino también el surgimiento y la persistencia del patriarcado capitalista y con él, la vigencia de la unidad doméstica: la familia patriarcal monogámica, su sexualidad heteronormativa y la consecuente opresión hacia las personas LGBTI. Esas mismas herramientas, permiten señalar el camino para transformar de base a la sociedad, comprendiendo cómo la opresión de género de raza u otras, son solidarias con la explotación de clase para mantener los privilegios de los de arriba, manteniendo sojuzgados y divididos a los de abajo entre sí, bajo falsas diferencias. Es en ese sentido que reivindicamos la “potencialidad” revolucionaria de la comunidad lgbti, al no estar constreñida socialmente en principio, al mandato de la familia. Es por eso, que más allá de apoyar conquistas que aseguren la igualdad de derechos entre heterosexuales y lgbti, la pelea ha sido siempre por otro contenido de la diversidad sexual, que abra a la posibilidad de nuevos vínculos afectivos y sexuales entre las personas (sea cual fuere su orientación sexual o su identidad de género), desembarazadas del arcaísmo familiar y su fundamento económico en favor del sistema de explotación y opresión. Pero la experiencia histórica nos demuestra, con las derrotas de los 80 y 90, que es necesaria la unidad con el movimiento de mujeres y la clase trabajadora para que este potencial se despliegue, ya que las derrotas de lxs trabajadorxs han sido también las de lxs LGBTI y las mujeres.

A la luz del recomienzo histórico de las luchas de los explotados y oprimidos que viene verificándose en el Siglo XXI, vemos cómo algunas discusiones estratégicas reaparecen. Bajo nuevas coordenadas históricas, el tema de fondo sigue siendo el mismo: si las cuestiones más importantes que atañen a los de abajo van a ser resueltas en el restringido marco de las reformas y la ampliación de derechos civiles, o si por el contrario, serán resueltas ligadas a un curso anticapitalista, socialista y revolucionario. Respecto de la cuestión que Stonewall visibilizara, actualmente vemos que se ha avanzado de manera contradictoria y desigual: muchos derechos se han conseguido (ley de identidad de género, matrimonio igualitario, legislaciones antidiscriminatorias, etc), pero hay todavía numerosas cuentas pendientes: los crímenes de odio, trans-femicidios, la explotación sexual y la trata, el derecho al aborto no garantizado, etc. Hoy la rebelión popular en EEUU, vuelve a exigir en las calles el fin de una violencia de siglos, diciendo no sólo “las vidas negras importan”, sino que también “la vida de las trans, de los lgbti, de las mujeres, importan”. Esa unidad en las calles hace pocos días inclinó la balanza para el progresivo fallo de la Corte Suprema en favor de lxs trabajadorxs LGBTI (2). Esta unidad del conjunto de los explotados y oprimidos está marcando el camino para construir una salida independiente, superadora del capitalismo patriarcal y sus miserias, salida en la que debe estar presente el Orgullo LGBTI, feminista, anti-racista y revolucionario que conserve las lecciones estratégicas y levante bien alto las mejores banderas de Stonewall.


  1. Ver al respecto el rescate que hace la historiadora trans, Susan Stryker de los enfrentamientos con la policía en el “Dewey´s”, “Cooper Do-nut” y la cafetería “Compton´s” (1966) de San Francisco, particularmente su documental Screaming Queens: The Riot at Compton’s Cafeteria (2005).
  2. Ver SoB Nº559 EEUU: Histórico fallo de la Corte a favor de trabajadorxs LGBTI.

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