Fueron 30.000 y están presentes: testimonios de una lucha que continúa

Sigue la lucha por llegar a juzgar a más responsables y cómplices del genocidio, así como repudiar las provocaciones fascistas y reaccionarias.

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El golpe de estado de 1976 en Argentina no fue un golpe en cielo estrellado. Se habían anticipado décadas anteriores Paraguay en 1954 y Brasil en 1964. Fueron previos en 1971 en Bolivia, 1973 en Chile.

Los planes fueron elaborados desde el Departamento de Estado del imperialismo yanky y sus acólitos europeos, sostenido y apoyado por las burguesías de los países latinoamericanos, con la colaboración irrestricta de los servicios de inteligencia de todo pelaje. Tenían la urgencia de responder al sostenido ascenso de luchas que no paraba ni se tragaba los sapos “nacionales y populares”.

Cuando decimos de todo pelaje, nos referimos a que no hubo (ni hay) diferencias entre los organismos de seguridad de los países imperialistas y sus colaterales en el hemisferio sur en relación a su rol de espiar y delatar para después, en el momento elegido, golpear. El operativo más conocido, con nombre y apellido es el del Operativo Cóndor, que coordinó los esfuerzos represivos y golpistas en América del Sur. Otros nombres quedaron sólo en sus registros. Y otros hombres pasaron a ser parte de los mismos organismos cuando cayeron las dictaduras y tomaron las riendas los gobiernos democrático-burgueses. Se nos viene a la memoria el archiconocido Juan Bautista “Tata” Yofre, pública su colaboración con la dictadura, a quien el recientemente fallecido ex presidente Carlos Menem nombró director de la SIDE cuando asumió.

Tuvo apoyos desde todos los puntos cardinales

Hubo algunos apoyos internacionales destacados, otros más en las sombras, pero entre todos hicieron un cerco internacional alrededor de nuestro país para que se consumara “en paz y en orden” el genocidio orquestado por el imperialismo y sus colaboradores declarados o disfrazados.

Se estaba yendo Gerald Ford cuando se instaló el golpe y llegó el demócrata James Carter en 1977, pero miró para otro lado mientras en Latinoamérica las dictaduras militares cumplían a rajatabla sus planes de “plomo” a pies juntillas. Se dio cuenta recién algunos años más tarde, cuando mandó a la OEA a ver qué pasaba por acá… Eso sí, avisó con tiempo, así las FFAA podían mostrar “algo” sin que se “destapara” toda la verdad. Cuando el genocidio ya estaba consumado. Pero roces hubo… el “gobierno de los derechos humanos” del ex presidente yanky tenía que mostrar una careta creíble, para poder mostrarla al mundo. Y tardó su recompensa, pero la tuvo… Recordemos que el 30 de marzo de 2017, el ex presidente Mauricio Macri firma un decreto por el que premia al ex presidente Carter por su lucha contra la dictadura del 76…

“Los peores temores de la Junta Militar se confirmaron el 24 de febrero, cuando el secretario de Estado Cyrus Vance anunció que Estados Unidos reduciría la ayuda militar a la Argentina de 48 a 15 millones de dólares anuales a partir de agosto, debido a las violaciones a los derechos humanos. En términos económicos no significaba gran cosa, pero era un gesto político mayúsculo, que generó desconcierto en la Junta Militar, convencida de que Estados Unidos sería un aliado permanente en la represión a la izquierda.” (Infobae, negritas en el original, 28/1/20)

Disfrazados

“Desde la otra punta del globo, en plena Guerra Fría, el gobierno de la URSS y sus colaterales en la Argentina, se lucieron por su apoyo ‘progresista’”. (Íd) “Durante el segundo tramo del gobierno de Videla, el clima positivo de las relaciones comerciales existentes entre Buenos Aires y Moscú alcanzó su máxima expresión. Datos tales como el crecimiento exponencial de las ventas de cereales argentinos al mercado soviético en los años 1980, 1981 y 1982 demostraron que, en este tema, el régimen militar continuó e incluso profundizó el sendero iniciado por el ministro de Economía José Gelbard durante la etapa peronista.” (Argentina-rree, www.argentina-rree.com)

El Partido Comunista en Argentina, siguiendo directivas de la Santa Unión Soviética, defendía al gobierno de Videla y su secuaz Viola. Su argumento era que si el sector pinochetista de la Junta de Comandantes (más contrarrevolucionario y sanguinario que el anterior) asumía el control, era peor. Por lo tanto, frente al mal mayor, había que apoyar al mal menor: el supuestamente más “democrático”. Nunca lo conocimos a ese sector, sólo conocimos las atrocidades que cometió.

Semejante argumento, además de falso de total falsedad, (contraponían al diablo con su máscara perversa al otro lado de la cordillera) tramposamente el acuerdo comercial entre Rusia y nuestro país en ese momento por el comercio de granos. Había que defender las arcas del “Estado obrero” frente a la dictadura genocida.

Aunque esa era la argumentación final y verdadera de la militancia del que era el PC en nuestro país, desde ya que no era la que se expresaba pública en las duras discusiones en los organismos de derechos humanos. Allí, los/as dirigentes de dicho partido, que no podían negar la atroz represión de la cual su organización también era víctima, desde ya,  buscaban los argumentos más rancios para militar en contra de la unidad en la acción entre los organismos de derechos humanos, de unificar la lucha por los/as desaparecidos/as junto a la de los detenidos/as.

Así como una batalla histórica fue que, una vez que la evidencia trágica era que los desaparecidos no aparecían ni detenidos ni muertos, la consigna de las Madres que empezaron sus marchas el 30 de abril de 1977 en la Plaza era la más correcta para responder a las desapariciones forzadas: ¡Aparición con vida!

La pelea se plantó en las calles y con un programa que iba al corazón de la dictadura

Lo que se supo y llegó a los oídos y al registro imperialista, tras su visita al país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA fueron los testimonios de los resistentes y abnegados familiares que, resistiendo las embestidas militares y fascistas, hicieron cola frente a las oficinas donde recibían las denuncias.

Por testimonios e investigación posterior de los sobrevivientes se conoció que desaparecidos que se encontraban en el Casino de Oficiales fueron trasladados a una isla del Tigre, llamada El Silencio, días antes de la llegada de la CIDH, el 6 de setiembre de 1979. Ese predio había pertenecido a la revista Esquiú, que dependía de la curia metropolitana. Una unidad en la represión clandestina sellada con un mismo interés de clase: el de la clase capitalista y sus verdugos.

“(…) Cundió la desorganización y las dudas con respecto a cuándo y dónde se harían las movilizaciones y la entrega de documentos y petitorios firmados, etc. Pero lo que hay que destacar fue la respuesta de los familiares al llamado de la OEA. Con todos estos problemas, se calcula que se presentaron 13.000 personas en las colas para entregar todos los casos, cubría tres cuadras y la gente se mantuvo impasible esperando, cuando pasaron los camiones cargados con hinchas de fútbol que festejaban el Campeonato Mundial (…)”, escribió el abogado socialista Enrique Broquen. Este extracto es parte de un informe que él enviara a la representante de Amnesty Internacional, el 22/12/79. En todo su desarrollo, enfatiza el grado de atomización y falta de unidad del movimiento de derechos humanos, que abarcaba varios organismos y la feroz represión de la dictadura. Los “hinchas de fútbol” no eran sino barras bravas o “servicios” disfrazados a tal fin para provocar a la pacífica columna de familiares.

Reafirmamos su escrito, porque junto a sus palabras, claras y transparentes como fueron siempre, hay una trayectoria de lucha y acompañamiento inclaudicable. No en defensa del tándem Videla-Viola contra los “pinochetistas”, sino en defensa irrestricta de desaparecidos/as, presos/as, familiares, compañeros/as de trabajo o militancia, fuera cual fuera su militancia política o sin ninguna.

La vanguardia que fueron las Madres de la Plaza, junto con quienes las apoyamos, miles de familiares y jóvenes que se “prendieron” a esa consigna que iba directo al corazón de la Junta Militar, la expandieron por todo el país y la masificaron cuando la pelea por los derechos humanos se trasladó de una vanguardia diminuta a una extendida que prendió las alarmas de los altos mandos nacionales y foráneos. Y ahí sí hubo modificaciones en la Junta, por razones concretas de extensión de la lucha democrática y despertar de la resistencia obrera. Los roces entre ellos no fueron por pujas “videlistas”-“pinochetistas”, sino por salvar la institucionalidad a rajatabla (y su carrera militar).

Por eso la instauración de la dictadura del 76 fue una derrota en toda la línea, sin medias tintas. Un antes y un después que cruza nuestra historia. Historia a la que le dimos (y seguimos dando) fuertes trompadas, pero que todavía no le hicimos knock out. La resistencia se transformó en ofensiva con la irrupción de la juventud y de sectores importantes del movimiento obrero.

Ahí ellos tuvieron que buscar la clandestinidad para que no los escracharan en las calles y en sus casas…

Los nuevos disfraces con que quieren confundir la memoria

Los juicios contra los represores, aún en cuentagotas, siguen desarrollándose. Este es un aspecto importante, que no desdeñamos pero que, asimismo, no nos debe llevar a equívocos. Las dilaciones no son un problema menor, porque los genocidas fallecen por su edad, así como sobrevivientes que declaran en las audiencias.

Algunos de los últimos juicios revelaron dictámenes contrarios a la veracidad de los hechos demostrados. En el Juicio ESMA IV el Tribunal no aceptó la figura de genocidio. Eso no es poca cosa, ni una formalidad. Tiene un alto contenido político y moral. Porque niega el objetivo que los mismos jefes de las FFAA declararon públicamente: había que matar a unos cuantos miles para terminar con ellos. “Ellos” eran la lucha consecuente y tenaz de una generación de jóvenes y de trabajadores que dieron la vida por un mundo mejor con todo su pasión revolucionaria.

Lo que el ex ministro macrista Darío Lopérfido se animó a decir: “No fueron 30.000” y los que lo aplaudieron tuvieron que esconder sus aplausos… En esta sentencia los jueces niegan el genocidio. O sea, “no fueron 30.000, fueron crímenes de lesa humanidad, pero no eran tantos…”. Las figuras jurídicas no son palabras dichas o escritas de “casualidad”. Tienen un profundo y concreto significado. Con estas consideraciones quieren ocultar por la vía “jurídica” una verdad demostrada por la lucha y la memoria activa de décadas. Memoria que ya es conciencia adquirida por varias generaciones de trabajadores, mujeres y jóvenes.

Por eso este 24 de Marzo tenemos que reflexionar, debatir, sacar conclusiones y ponernos en marcha para sortear los obstáculos que nos ponen para llegar a juzgar a más responsables y cómplices del genocidio, así como repudiar las provocaciones fascistas y reaccionarias.


 

Estas líneas están dedicadas, en representación de muchos/as más, a Irene Peña, enfermera, y a Benito Choque Cosme, técnico en análisis clínico, ambos secuestrados en su domicilio el 14 de setiembre de 1976, en presencia de su hijo pequeño. Ambos inquebrantables luchadores, representantes de sus compañeros de trabajo, militantes del Partido Socialista de los Trabajadores. Estuvieron en la “primera línea” y la dictadura no se los perdonó.

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