8N: la defensa de la CCSS y la represión de Laura Chinchilla

Se cumplen 11 años de la represión del gobierno de Laura Chinchilla a una manifestación en defensa de la CCSS, fecha que ya se instaló como un día de defensa y fortalecimiento de la seguridad social.

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La represión desatada por el gobierno de Laura Chinchilla el 8 de noviembre del 2012 contra una pequeña movilización en defensa de la CCSS, propició el desarrollo de un proceso de organización y lucha importantísimo en nuestro país, donde el movimiento estudiantil fue uno de sus principales actores.

Tuvo su centro organizativo en la Plaza 24 de abril en la UCR, referente histórico de la lucha estudiantil contra ALCOA en 1970. Funcionó mediante multitudinarias asambleas universitarias varios días seguidos que, en el caso de la asamblea del 9 de noviembre, tuvo la participación de más de 500 personas, siendo la asamblea estudiantil más grande desde las jornadas de lucha contra el Combo ICE.

Fruto de estas asambleas se impulsó una jornada de lucha nacional para el 15 de noviembre, que congregó a 10 mil personas en San José. La marcha se convocó bajo los siguientes ejes políticos: a) Por el desprocesamiento de los detenidos en la marcha del 8 de noviembre, b) En repudio a la represión del gobierno a las movilizaciones sociales, c) Por la destitución de quienes ordenaron la represión del 8 de noviembre, d) Por la unificación de todas las luchas y e) Por la defensa de la CCSS y la seguridad social.

Republicamos este artículo publicado en noviembre de 2012 con un análisis de fondo sobre el proceso de organización dentro del movimiento estudiantil y el debate con varias corrientes de izquierda (Progre, JFA y Partido de los Trabajadores). En ese entonces asumíamos la denominación de Juventud Socialista-PST y recién impulsábamos el lanzamiento del Nuevo Partido Socialista.

8N: El proceso de reorganización estudiantil y los debates en la izquierda

Víctor Artavia. Noviembre, 2012

Al calor de la represión del gobierno en contra de la marcha en defensa de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) el pasado 8 de noviembre, se desató un proceso de reorganización del movimiento estudiantil universitario de gran magnitud. La mejor muestra de esto es la multitudinaria e histórica asamblea universitaria realizada el 9 de noviembre, a la cual asistieron alrededor de 500 personas y dio paso al surgimiento del Movimiento 8 de noviembre (8N).

El 8N es una demostración más del proceso de reactivación de las luchas sociales que atraviesa el país, el cual comienza a impactar sobre el movimiento estudiantil universitario. En años anteriores el sector estudiantil se movilizó en defensa del presupuesto y la autonomía universitaria (2010) y, más recientemente, en la UNA hubo una destacada lucha que conquistó el voto estudiantil universal. Pero, sin lugar a dudas, el 8N representa hasta el momento el proceso de organización y movilización estudiantil más importante desde la lucha contra el TLC.

Como suele ocurrir durante los procesos de lucha, se plantean grandes retos para las corrientes de izquierda y, según sus posiciones políticas, es mucho más factible clarificar sus perspectivas estratégicas, en este caso sobre cómo piensan y qué proponen para construir el movimiento estudiantil. Mediante el presente artículo realizaremos un breve abordaje sobre los alcances y límites políticos del 8N, y debatiremos sobre la intervención y posiciones de las diferentes corrientes de izquierda ante el mismo.

  1. EL MOVIMIENTO 8N Y LA CONQUISTA DEL MÉTODO ASAMBLEARIO

Para comprender las discusiones y polémicas entre la izquierda alrededor del 8N, es necesario establecer algunos elementos de caracterización general del movimiento a partir de sus límites y alcances políticos.

Desde las asambleas del 8N, el movimiento estudiantil universitario convocó a una movilización nacional el 15 de noviembre contra la represión del gobierno, en defensa de la CCSS y contra la denominada “Ley Mordaza”. Esta marcha se posicionó como un evento político nacional y contó con una asistencia superior a las 15 mil personas (aunque fragmentada en dos marchas por motivos que explicaremos más adelante), incorporando principalmente estudiantes, pero también hubo una participación destacada de organizaciones ambientalistas, sindicales, comunales y activistas independientes.

Pero el principal éxito del 8N no se mide exclusivamente en función de la cuantiosa movilización que impulsó, sino que pasa por el salto en calidad que representó su funcionamiento desde un método asambleario y el perfil profundamente combativo que adoptó.

Las asambleas del 8N previo a la movilización se caracterizaron por contar con una asistencia masiva (osciló entre las 500 y 300 personas), abiertas para todo el activismo estudiantil y las corrientes políticas que intervienen en la universidad. Además, no se limitó al ámbito de la UCR, pues se extendió hacia la UNA a través de espacios asamblearios que se articularon con el proceso y convocatoria a la marcha (es el caso de UNA Lucha, que existía previamente pero que se vinculó al 8N).

Por esto decimos que el 8N marcó un gran avance político, pues reintrodujo el método asambleario como la forma de organización para el sector estudiantil. Su dinámica fue asamblea, votación y movilización, totalmente diferente a la lógica parlamentaria de los espacios institucionales estudiantiles (como el CSE o CAEUNA) o el ENEU-CONEU organizado por la FEUCR del PT-Convergencia (discutir y votar para no luchar).

Por supuesto que, durante las asambleas del 8N, destacaron algunos rasgos de inmadurez política del sector, como por ejemplo votar en las primeras asambleas mediante aplausos o un funcionamiento poco claro en el orden de las discusiones. Además, hubo sectores que expresaron/expresan opiniones “anti-partidistas” por principio, obviando las diferencias políticas entre las diversas organizaciones o partidos que intervienen en el espacio (1).

Todos estos rasgos son muy similares a los que se manifiestan en otros movimientos juveniles de Europa y América Latina, y son consustanciales al recomienzo histórico de la lucha de los explotados y oprimidos en el actual ciclo mundial de rebeliones populares. Por ejemplo, los Indignados también asumen posiciones anti-partido y sus votaciones son mediante gestos con las manos (no el clásico mano alzada a favor o en contra).

Otro aspecto progresivo del el 8N es su declaración como un movimiento no violento, pero diferenciándose del pacifismo burgués al reivindicar el derecho a la autodefensa del movimiento contra la represión policial. Esto fue tergiversado por los sectores más conservadores y reaccionarios del movimiento estudiantil (entre estos la JFA y el PT) para plantear que el 8N era un grupo de provocadores, tan sólo porque asumió medidas organizativas para proteger a quienes iban a participar de la movilización en caso de que la Policía volviera a reprimir.

Esta discusión es sumamente progresiva para el desarrollo ulterior de la lucha de clases en Costa Rica, pues plantea de forma muy embrionaria aún, un cuestionamiento a la autoridad del Estado burgués en una de sus principales atribuciones: el derecho a reprimir en defensa de la propiedad y orden público. Frente al derecho burgués del Estado y las fuerzas del orden, el 8N esbozó un incipiente plan para anteponer el derecho de los que luchan.

Por todos estos elementos políticos, de conjunto el 8N desbordó la institucionalidad jurídica del movimiento estudiantil universitario, por lo cual no pudo ser controlado burocráticamente por ningún directorio federativo estudiantil (FEUCR o FEUNA). La combinación de asambleas masivas que instalaron un “poder dual” frente los directorios federativos y asociaciones estudiantiles (en los hechos los rebasó, dejándolos como un actor más), así como el perfil combativo y radical del movimiento, marcaron un punto de ruptura con los sectores más conservadores del movimiento estudiantil, muchos de los cuales tuvieron que dejar de lado sus trajes de izquierda para arroparse con una política abiertamente a la derecha y con claros tintes reaccionarios.

  1. LA IZQUIERDA FRENTE AL 8N

A partir de una valoración sectaria y conservadora sobre los alcances y límites del 8N, el grueso de los partidos políticos que intervienen dentro del movimiento estudiantil rompieron con este espacio asambleario. Este fue el caso la Juventud del Frente Amplio (JFA-Alternativa), del Partido de los Trabajadores (PT-Convergencia) y Progre (vinculado a sectores del PAC), quienes adujeron vicios en su funcionamiento y problemas de seguridad alrededor de la marcha, para justificar la convocatoria a una movilización por separado desde la Universidad de Costa Rica.

Solamente ¡Ya Basta! (compuesto por militantes de la JS-PST y activistas independientes) fue el único partido estudiantil que cumplió con las resoluciones de las asambleas del 8N y sostuvo el acuerdo político esbozado con sectores autonomistas, anarquistas, asociaciones estudiantiles y activistas independientes.

Esta ruptura se concretó luego de la asamblea del lunes 12 de noviembre, donde estos partidos presentaron una moción para que se convocara literalmente a una “marcha pacífica”, la cual fue abrumadoramente rechazada por la asamblea del 8N. Junto con esto, este bloque pretendió modificar la ruta de la movilización (que previamente habían apoyado en la primera asamblea del 8N), lo cual nuevamente fue rechazado mayoritariamente por la asamblea (2).

Frente a esto la JFA, PT y Progre levantaron una campaña de mentiras políticas contra el 8N, aduciendo que en la marcha se iban a realizar provocaciones para generar enfrentamientos innecesarios con la policía, que la ruta trazada para la movilización desde la Merced era una “ratonera” donde nos iban a reprimir fuertemente y toda clase de argumentos ridículos. Por esto, todos estos partidos convocaron a una “marcha pacífica” desde el Pretil de la UCR, la cual estuvo pactada con las autoridades universitarias y fue abordada por la prensa burguesa como la movilización central (algo funcional para la burguesía por su discurso pacifista y porque tuvo una concurrencia muchísimo menor a la que salió desde la Merced).

La convocatoria a esta movilización fue realizada desde el movimiento “1CR” (Una Costa Rica), denominación que refleja el perfil conservador y de adaptación a la presión democrático-burguesa que sostuvieron la JFA, PT y Progre.  Anteriormente indicábamos que un rasgo del 8N era su perfil combativo, lo cual dejaba en claro al asumir este nombre que rememora la fecha en que el gobierno reprimió la marcha en defensa de la CCSS. Entonces, la diferencia nominal entre “8N” y “1CR” va más allá de una cuestión estética, está cargada de una perspectiva política totalmente diferente.

En un comunicado conjunto entre estos partidos, realizaron la convocatoria a su marcha de la siguiente manera: “En este momento, las provocaciones y los intentos aislados de enfrentamiento no hacen otra cosa que hacerle el juego a Chinchilla y actúan en oposición a los objetivos acordados por las asambleas. Convocamos a toda la población universitaria a sumarnos a la manifestación nacional saliendo del Pretil a las 9 de la mañana con el objetivo de aumentar la columna de nuestra Universidad, dirigiéndonos luego a la movilización nacional en la Caja. Así, nos sumamos a las distintas columnas: la de APSE que sale del Parque Central y el Movimiento Invisibles que sale del Parque de la Merced”.

Aunque el texto no explicita una diferenciación directa con el 8N, todo el eje de la convocatoria es sabotear a este movimiento y la convocatoria desde el parque la Merced. En primer lugar, las alusiones a las provocaciones y enfrentamientos aislados eran parte de los argumentos que estos partidos utilizaban en pasillos de las Facultades para desprestigiar al 8N y legitimar su marcha. En segundo lugar, se reivindican “los objetivos acordados por las asambleas” al mismo tiempo en que se fragmenta la convocatoria que se votó durante los mismas. En tercer lugar, denota la maniobra de presentar su marcha como la columna universitaria e invisibilizar al 8N como movimiento estudiantil, pues aduce que la convocatoria desde la Merced era de Invisibles (3).

Esta ruptura sectaria de las asambleas y movilizaciones del 8N por parte de la JFA, PT y Progre, es un verdadero atentado contra el proceso de reorganización estudiantil. Muchos activistas independientes se cuestionan ¿por qué estos partidos rompieron sectariamente con las resoluciones aprobadas en las asambleas más concurridas en la historia del movimiento estudiantil de Costa Rica? Algunos compañeros y compañeras responden que es una actitud intrínseca a los partidos políticos, que dividen el movimiento cuando no pueden controlar los procesos y la gente vota en oposición a sus lineamientos.

Esta respuesta nos parece sumamente estrecha, sectaria y apolítica. Incluso la misma ubicación anti-partido da cuentas de esto, pues parte de generalizar que todos los partidos son iguales y tienen las mismas perspectivas estratégicas y tácticas.

A nuestro modo de ver, lo que ocurrió fue que ante el proceso de organización asambleario, independiente y combativo del 8N, estos partidos se vieron forzados a mostrar su verdadero carácter conservador y electoralista, justo cuando un amplio sector de la base estudiantil estaba marcando un giro más combativo y a la izquierda. Por esto decíamos al inicio del texto que los procesos de lucha tienen esa gran riqueza, pues aclara los “nublados del día” donde suelen refugiarse los partidos reformistas y conservadores.

Ante el peligro de la represión y las progresivas medidas de autodefensa asumidas por el 8N, la JFA, PT y Progre hicieron un giro a la derecha y capitularon a los peores prejuicios “democráticos” y “pacifistas” de la burguesía costarricense. Dejaron en claro que son partidos construidos para intervenir en los procesos electorales, pero no para luchar.

A pesar de esto, existen matices particulares entre cada uno de estos partidos, los cuales están vinculados a sus perspectivas estratégicas y praxis política. Por eso haremos un debate particular con cada una de estas corrientes.

JFA: LA ESTRECHEZ DEL REFORMISMO Y DEL “SOCIALISMO A LA TICA”

Sin lugar a dudas la JFA fue la corriente que más explícitamente se posicionó a la derecha del 8N. En su momento publicaron un comunicado por redes donde detallaban estas posiciones sectarias y derechistas, aduciendo que las asambleas estaban controladas por grupos extremistas y fueron anti-democráticas porque esos sectores monopolizaron el uso de la palabra (en alusión a lo desordenado de las mismas que explicamos anteriormente, pero obviando que su partido tenía un representante directo en la conducción de las asambleas). Lastimosamente la JFA retiró este comunicado a las pocas horas de publicado, debido a la gran cantidad de comentarios adversos que desató desde el activismo estudiantil. Esto limita nuestra capacidad de citarlos formalmente, pero rogamos compresión a nuestros lectores y lectoras, en tanto es responsabilidad directa de la cobardía política de la JFA para enfrentar debates por la izquierda y escapa de nuestro control (4).

El planteamiento combativo del 8N desnudó la estrechez del reformismo de la JFA (y del FA en general), que entró en “shock” frente al escenario de participar en un movimiento que asumiera la autodefensa ante la represión y cuestionara las facultades represivas del Estado.  Por supuesto que la JFA trató de maquillar esto aduciendo que había infiltrados en el 8N, los cuales iban a tirar bombas molotov y provocar enfrentamientos con la policía (lo cual nunca ocurrió y la JFA no dice nada sobre esto).

Pero el verdadero trasfondo de su ruptura con el 8N son los estrechos límites que le impone su perspectiva estratégica reformista, dentro de la cual es intolerable cualquier acción independiente que trascienda el marco de la legalidad burguesa.

Así las cosas, cuando el reformismo “progresista” del FA plantea la defensa del Estado Social de Derecho (una oda al estado burgués benefactor), no solamente está defendiendo las instituciones “sociales” como la CCSS y el ICE, sino también el derecho de las fuerzas represivas militares-policiales que también lo componen. Este es el verdadero rostro del “Socialismo a la tica”: una adaptación por la izquierda a la democracia burguesa costarricense. Para ser revolucionario, no basta con citar al Che los domingos y ponerlo de portada en Facebook…

PT: UNA DISTORSIÓN CONSERVADORA Y PACIFISTA DEL TROTSKISMO

Por otra parte, el PT asumió la misma postura sectaria y conservadora que la JFA, pero se cuidó en “salud” frente al activismo estudiantil: no emitió ninguna posición oficial sobre porque no marchaba desde el parque la Merced y estaba convocando a salir desde el Pretil de la UCR. Es decir, el PT es un partido que se reclama trotskista, pero que ante el principal debate político que atraviesa el movimiento estudiantil en años (su principal sector de intervención), su orientación fue ¡no plantear ninguna posición política!

Y es que para una organización como el PT, que formalmente defiende el método asambleario, es muy complicado hacer una defensa pública de su ruptura con el 8N sin caer en contradicciones. Incluso luego de romper con el 8N, los militantes del PT estuvieron merodeando cada una de las asambleas que realizó el movimiento durante todos los días previos a la marcha. De ahí que durante todo este proceso se colocaron por detrás de la JFA, la cual de manera militante asumió hacer todo el trabajo sucio para desprestigiar al 8N.

Solamente en la Universidad Nacional (UNA) el PT tuvo que asumir directamente la campaña contra el 8N, dado que ahí la JFA no tiene presencia política. Por este motivo los militantes del PT realizaron una alianza con el nuevo directorio de la FEUNA (dirigido por el PAC), con lo cual pretendieron boicotear la convocatoria desde la Merced en la asamblea de UNA Lucha, pero que, ante la falta de apoyo en este espacio, optaron por retirarse antes de la votación donde se ratificó que el movimiento estudiantil de la UNA se sumaba a la convocatoria del 8N.

Esta ubicación a la derecha del PT no es nada sorprendente. En primer lugar, porque reproduce el mismo carácter conservador de la corriente internacional a la cual pertenece, la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT), que es toda una escuela en cuanto a la adaptación a los aparatos sindicales y su instrumentalización política. Incluso el partido madre de la LIT, el PSTU de Brasil, durante el 2011 actuó de manera similar frente al proceso de lucha del movimiento estudiantil en la Universidad de Sao Paulo, pues rompió con una asamblea de mil estudiantes que planteó ocupar el campus universitario ante la militarización de la universidad, a lo cual el PSTU estaba opuesto por valoraciones puramente conservadoras y sectarias.

Por otra parte, el hecho de que fueran dos militantes del PT los que defendieran públicamente en la asamblea del 12 de noviembre que se convocara a una marcha pacífica, reafirma el carácter conservador en la construcción de este partido desde el aparato de la FEUCR y sin ninguna vinculación con las luchas sociales.

El balance de la gestión del PT al frente de la FEUCR durante los últimos siete años, es que este partido no aportó nada para desarrollar las luchas estudiantiles. Por el contrario, su legado fue la deconstrucción del movimiento estudiantil, pues todo su énfasis se concentró en garantizar su construcción e inscripción electoral. Esto explica que la única fortaleza del PT sea garantizar estructurales electorales. Pero cuando estalla un proceso de lucha (como el actual), su maquinaria electoral se anula y no tiene el menor reflejo político o incidencia real.

Por supuesto que todo partido tiene que velar por construir su proyecto militante, pero nunca anteponiendo la construcción partidaria con la de los sectores donde tiene incidencia. Esto ocurre cuando el proyecto de partido que se está construyendo es uno cuyo énfasis no es intervenir en la lucha de clases, sino llanamente perpetuarse en los aparatos estudiantiles y sindicales como un fin en sí mismo. De ahí que la captación del PT sea sobre la base del aparato, en frío, sin ninguna mediación en los procesos de lucha, donde, por el contrario, tienden a quedarse rezagados o desbordados cuando las masas se tornan combativas y toman un curso independiente de las “resoluciones” adoptadas en las oficinas de la FEUCR.

Por ejemplo, el PT gastó gran parte del segundo semestre defendiendo la realización de un Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios (CONEU) para “unificar” al sector estudiantil, pero a lo largo de todo el año se colocó de espaldas ante las diversas luchas sindicales y sociales que se desarrollaron (como la huelga del ICE o la movilización de Invisibles) y no hizo el menor intento por movilizar al sector estudiantil. Desde la JS nos opusimos a este CONEU porque no estaba en función de potenciar las luchas estudiantiles, sino de construir un “supra aparato” estudiantil sin ningún contenido por la base. Por esta posición, el PT nos reclamó que éramos “escribas” de la derecha del PAC y que estábamos pasándole por encima al I Encuentro Nacional de Estudiantes, que era la principal asamblea estudiantil de la historia (aunque no sirvió para nada pues el PT se encargó de que el ENEU no luchara).

Pero, cuando en los hechos y al calor de un proceso de lucha real se produjo un esbozo de unidad entre el movimiento estudiantil de la UCR y la UNA en las asambleas democráticas del 8N, el PT dejó de lado sus “modales” trotskistas y rompió con el espacio, porque estaba ubicándose más a la izquierda de lo que le impone su base electoral y militante.

Por todo lo anterior, es claro que el PT se construyó durante todos estos años como un aparato electoral, pero con un marcado déficit para hacerle frente a los procesos de lucha desde un ángulo socialista y revolucionario. De ahí que, cuando el proceso del 8N asumió un perfil más combativo, el PT terminó alineándose en la misma trinchera con el reformismo de la JFA y la derecha del PAC.

PROGRE: VIVÍ LA U

Al respecto de Progre no hay mucho que agregar. En realidad, es el partido que sale mejor librado de este debate en la vanguardia estudiantil, pues es la colateral estudiantil del burgués Partido Acción Ciudadana (PAC). En ningún momento Progre se ha presentado como un partido para la lucha, tampoco defiende el método asambleario ni la organización independiente.

El ámbito de la intervención política de Progre son los espacios institucionalizados del movimiento estudiantil: Consejo Superior Estudiantil, elecciones FEUCR y de asociaciones, etc. Por eso, para Progre la validez de una asamblea no se mide en función de su masividad o carácter de lucha, sino que pasa en torno a si estuvo fiscalizada o no por el TEEU.

  1. ¡ES NECESARIO CONSTRUIR UN NUEVO PARTIDO SOCIALISTA EN COSTA RICA!

Desde la Juventud Socialista (JS) y la corriente estudiantil ¡Ya Basta! (compuesto por militantes de la JS y activistas independientes), nos opusimos a los planteamientos “pacifistas” y la ruptura del 8N por parte de la JFA, PT y Progre, los cuales capitularon ante las presiones de la opinión pública burguesa y el gobierno.

Estos partidos demostraron que no apuestan por impulsar la lucha de clases en Costa Rica, y la mayor muestra de esto es que reprodujeron el discurso del gobierno al asumir la movilización del 15N bajo la dicotomía reaccionaria de “marcha violenta” versus “marcha pacífica”, la cual es parte del operativo desmovilizador de la burguesía costarricense, que se apoya en la ideología del “pacifismo tico” para legitimar las instituciones democrático-burguesas (incluyendo los cuerpos represivos militares-policiales), criminalizar la protesta social y estigmatizar cualquier movilización como un foco potencial de violencia (sobre todo las universitarias).

Por eso es injustificable que las organizaciones revolucionarias cedamos en este terreno, pues no se puede desarmar políticamente a los sectores que luchan con la ideología burguesa del pacifismo, sobre todo en una coyuntura donde el gobierno está intensificando sus ataques represivos contra los movimientos sindicales y sociales. Frente a esto, es necesaria una política para no caer en provocaciones policiales ni realizar acciones aisladas y ultraizquierdistas. Pero también es preciso plantear la necesidad de impedir que la policía reprima y arreste a compañeros y compañeras que luchan, pues esto los expone a eventuales procesos judiciales y encarcelamientos.

Este cuestionamiento de la potestad represiva por parte del Estado es un paso indispensable para el desarrollo de la lucha de clases en Costa Rica y cualquier lugar del mundo. Claro que no se puede realizar sobre el vacío y desde acciones voluntaristas, sino que debe partir de una maduración política de la experiencia de lucha de los sectores explotados y oprimidos de la sociedad, apostando siempre a una masificación de sus luchas y movilizaciones.

Y, justamente, esto es lo que aconteció dentro del 8N: el resurgimiento de un movimiento estudiantil que plateó una movilización nacional para repudiar la represión y defender la CCSS, vinculándose con el pueblo trabajador y esbozando un plan de defensa ante un eventual ataque del gobierno.

Pero más allá de los enormes alcances potenciales del 8N, y de las tareas específicas que se plantean para ampliarlo, desarrollarlo y consolidarlo, lo cierto del caso es que por sí mismo este movimiento tiene un techo político. Por eso, para potenciar ese salto en la conciencia política se requiere construir un partido que ayude a impulsarlo, explicarlo y organizarlo, pues esto no se produce de forma mecánica o espontánea.

Por eso diferimos totalmente de los sectores autonomistas y anarquistas que repudian la figura del partido (aunque tengamos acuerdo con algunos de ellos dentro del 8N), pues lo cierto del caso es que éstos sintetizan la experiencia histórica de lucha de los sectores explotados y oprimidos, y su función es metabolizarse con los movimientos sociales para potenciar su politización y procesos de lucha.

Es evidente que existen versiones diferentes de qué izquierda y qué partido construir en Costa Rica. Además, es comprensible que sectores honestos del activismo estudiantil repudien el accionar de la JFA, PT y Progre, los cuales rompieron sectariamente y por la derecha con las asambleas más impactantes en la historia del movimiento estudiantil. Sin lugar a dudas, esto genera insumos para un sentimiento anti-partido en algunos sectores del estudiantado.

Pero, insistimos, es totalmente equivocado generalizar la praxis de esos partidos al conjunto de la izquierda, al menos no en lo que respecto a la JS y ¡Ya Basta! Dichosamente el reciente proceso de organización y lucha en torno al 8N, dejó en claro las diferentes perspectivas estratégicas entre las corrientes de izquierda que intervienen en el movimiento estudiantil y, de nuestra parte, no dudamos al afirmar que estuvimos a la altura de los acontecimientos y demostramos en la lucha nuestro dinamismo y potencial político.

De allí que, con mucha más fuerza hoy que nunca, está planteada la tarea de construir un nuevo partido socialista y revolucionario en Costa Rica, que se coloque como un sujeto político que potencie las luchas. Desde la JS apostamos a este proceso, por lo cual estamos construyendo el Nuevo Partido Socialista (NPS). Actualmente estamos a punto de culminar el proceso de inscripción electoral del NPS para las elecciones del 2014 a nivel de la provincia de Heredia, pues consideramos que la intervención en este espacio es fundamental para alcanzar más amplios sectores.

A diferencia de la JFA, PT y Progre, no pretendemos construir un partido electoralista, sino uno cuyo epicentro político sea la intervención directa en la lucha de clases. Y en ese sentido, la experiencia incipiente de ¡Ya Basta! es un claro ejemplo de nuestra perspectiva y consecuencia política: una corriente estudiantil que debutó en las pasadas elecciones de FEUCR, pero que desde un inició se planteó como una instancia para organizar a lo mejor del activismo y aportar en la reconstrucción del movimiento estudiantil.

Por todo lo anterior invitamos a nuestros lectores y lectoras, para que nos acompañen en la construcción del NPS, sección de la Corriente Internacional Socialismo o Barbarie en Costa Rica.

NOTAS

  1. Aunque muchos de esto rasgos se fueron modificando en el desarrollo de las asambleas, organizando mejor las votaciones a mano alzada y no generalizando las discusiones anti-partido.
  2. Desde nuestra parte planteamos una ruta diferente en la primera asamblea para que la marcha finalizara en Casa Presidencial. Ni la JFA, PT o Progre la defendieron ante la presión de la asamblea por hacer un recorrido por San José para informar al pueblo. A pesar de esto, desde ¡Ya Basta! defendimos en la segunda asamblea la ruta votada porque consideramos necesario respetar los acuerdos asamblearios.
  3. Invisibles se sumó a la convocatoria del 8N desde la Merced, lo cual fue instrumentalizado por “1CR” para desdibujar al 8N como movimiento que convocaba desde este punto.
  4. A pesar de esto, contamos con la ventaja de que muchas de sus posiciones las expresaron en público y pueden ser corroboradas por centenares de activistas del 8N.

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