Teoría queer: una salida individualista por la desestabilización del género

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  • En defensa del sistema sexo-género: solamente con la destrucción material de la explotación y la opresión es posible la consecución de relaciones sociales libres que permita la caída de los géneros y de las clases sociales.

Heidy Valencia Espinoza

Presentación

Tras su aparición en la década de los ochenta, la teoría queer generó una gran cantidad de seguidores en sectores de la academia y del activismo feminista. En el caso de Costa Rica esto se constata en las discusiones dentro de la Universidad de Costa Rica (UCR) y la Universidad Nacional (UNA), pues muchos cursos que se imparten en las facultades de Letras y Ciencias Sociales de dichas universidades, abordan en sus programas de estudio los textos de Butler (principal referente de la teoría queer), quien constituye una de las principales matrices teóricas para las nuevas generaciones que se aproximan al feminismo. Esto explica que en los próximos días la UCR le otorgará el  Doctorado Honoris Causa a la académica estadounidense.

Es por eso que se elabora este material explicativo y de debate con la teoría queer. Este análisis se posiciona desde el feminismo socialista que reivindicamos Las Rojas y la corriente internacional Socialismo o Barbarie (SoB) para debatir con los postulados desarrollados por Judith Butler en la obra El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad, dado que se identifica a esta como la síntesis e iniciadora de la teoría queer.

Se procura circunscribirse en la teoría política más que el análisis filosófico (sin renunciar a él) para criticar fundamentalmente las conclusiones políticas que propone la teoría queer. Esto con el fin de dialogar con una gran cantidad de activistas del movimiento estudiantil o de la comunidad LGBTTI que se sienten identificados con esta teoría.

 

  1. ¿Qué es la teoría queer?

La teoría queer surge a mediados de los 80 a partir de estudios posestructuralistas. Desde varios autores franceses: Lévi-Strauss, Foucault, Kristeva, Lacan y Wittig. La primera académica en elaborar desde este bando fue Judith Butler, quien en 1990 publicó El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad.

Lo primero por señalar, es que la teoría queeres una expresión del período que se caracterizó por la caída del Muro de Berlín y la ofensiva capitalista a nivel mundial,  lo cual llevó a algunas a la conclusión reaccionaria de que el capitalismo había triunfado[1].

Butler es una académica estadounidense en la Cátedra Hannah Arendt, de la European Graduate School, y ocupa la cátedra en Estudios de la Mujer de la Universidad de California, Berkeley. La autora, al igual que la teoría queer, son posmarxistas y posfeministas, es decir, a través de una serie de postulados plantea críticas que pretenden superar a ambas teorías. Además, cabe señalar que Butler hizo campaña por Obama y no ha temido afirmar que: “No había otra persona a quien votar. Antes de que fuera electo como presidente, en California se debatió el casamiento gay, pero Obama no se mostró a favor del matrimonio y no dijo nada. Cuando Israel ataca Gaza, Obama no dice nada. ¿Por qué no dice nada? Tengo mis dificultades para comprender algunos silencios de Obama, pero al mismo tiempo estoy muy contenta; es mucho mejor que cualquier otro presidente que he visto en mi vida”[2]. Es decir, la teoría queer de Butler no entra en contradicción necesariamente con las políticas imperialistas ni el capitalismo.

La teoría queer es crítica de Simone de Beauvoir porque sostiene que el sexo se construye a partir de la imposición genérica. Entonces, el género posee un poder performativo (que puede transmutar con la acción del sujeto), pero es la heteronormatividadquien impone los géneros masculino y femenino. Así, el sujeto (en el sentido individual) actúa (performance) para encajar en el modelo de la heterosexualidad obligatoria.En síntesis, la teoría queer niega toda materialidad a la opresión y reduce la heteronormatividad a una cuestión puramente ideal. A continuación procederemos a examinar con detalle los postulados de esta teoría, antes de apresurar conclusiones.

 

  1. Postulados de Butler en El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad

El cuestionamiento del género

El texto plantea cómo las prácticas sexuales no normativas cuestionan la estabilidad del género como categoría de análisis. “Una es mujer en la medida en que funciona como mujer en la estructura heterosexual dominante, y poner en tela de juicio la estructura posiblemente implique perder algo de nuestro sentido del lugar que ocupamos en el género”. (Butler, 2014: 12)

El género emerge como la forma rígida de la sexualización de la desigualdad entre el hombre y la mujer. Lo que consolida el género es su jerarquía que se esconde detrás de las relaciones heterosexuales. La performatividad del género la obtuvo Butler por una interpretación que Derrida hizo de Kafka y la define así: “la performatividad no es un acto único, sino una repetición y un ritual que consigue su efecto a través de su naturalización en el contexto de un cuerpo, entendido, hasta cierto punto, como una duración temporal sostenida culturalmente”. (Ibid, p.17)

Contra la identidad política. Por la eliminación de la categoría “mujeres”

La crítica de Butler radica en que las categorías de identidad generan, naturalizan e inmovilizan las estructuras jurídicas actuales. La categoría “mujeres” de la teoría feminista sería excluyente. Para Butler “insistir anticipadamente en la unidad de coalición como objetivo implica que la solidaridad, a cualquier precio, es una condición previa para la acción política” (Ibid, p.68)

Butler encuentra que las prácticas políticas establecen identidades que se abandonan en función de los objetivos del momento y la complejidad del género se posterga de manera permanente.

Contra el sistema categorial sexo-género

Para Butler, la distinción sexo/género muestra una discontinuidad entre cuerpos sexuados y géneros culturalmente construidos. La categoría de sexo es una construcción social también o siempre ha sido género, es una distinción que no existe como tal. Para ella, las feministas no aclaran dónde y cómo se construye el género.

Butler propone la destrucción del binario sexo-género porque la función de este sistema es el de “instituir una heterosexualidad obligatoria y naturalizada requiere y reglamenta el género como una relación binaria en la que el término masculino se distingue del femenino, y esta diferenciación se consigue mediante las prácticas del deseo heterosexual”. (Ibid, p.81)

En este sentido, sostiene que la “unidad” del género es la consecuencia de una práctica reguladora que intenta uniformizar mediante una heterosexualidad obligatoria. Por eso, Butler considera que no hay distinción alguna entre sexo-género, que ha sido un invento de algunas feministas, que en realidad se refiere a lo mismo.

El ámbito “subversivo” queer

¿Cómo se construye el género para  Butler? A través de la repetición, imitación o reproducción de prácticas heteronormativas, a partir del discurso convencional heterosexual y fálico. Entonces, ¿cómo se destruye el género? Por medio de actos corporales subversivos.

Butler afirma que el sistema de sexo-género es el mecanismo cultural regulado para convertir a hombres y mujeres biológicos en géneros diferenciados y jerarquizados. Este sistema es dictado por las instituciones culturales que impelen el desarrollo psíquico individual. Asimismo, agrega que el género son las formas de interpretar culturalmente al cuerpo sexuado, por lo que su apuesta política consiste en optar por acciones más allá de los límites binarios. En eso se resumen los actos corporales subversivos.  Se trata de una subversión interna en la que lo binario se reconoce y multiplica hasta el punto de que ya no tiene sentido.

En síntesis, Butler propone localizar las estrategias de repetición subversiva para la consecución de géneros que van más allá del binario heterosexual. Mediante la multiplicación radical de géneros, desplazar las mismas reglas de género que permiten la propia repetición.

 

  1. Crítica desde el feminismo socialista de Las Rojas a la teoría queer

En defensa del sistema sexo-género

Butler omite la dialéctica entre condiciones socio-históricas determinantes (género) y la libertad (identidad de género). “No se nace mujer: llega una a serlo” es una obligación cultural, pero solo la mira desde una “polaridad” entre libre albedrío y determinismo, no desde una dialéctica. Además, el género no es un atributo individual, sino una relación social. Siguiendo a Beauvoir, el cuerpo femenino debe ser la situación y el instrumento de liberación para las mujeres, no una esencia definidora.

Este sistema categorial ha sido un aporte del feminismo desde Simone de Beauvoir hasta Gayle Rubin porque permite distinguir entre las características biológicas y la construcción social que históricamente se han producido alrededor de estas. O sea, lo que quiso decir Beauvoir es que la categoría de mujeres es un logro porque nadie nace con un género, sino que es adquirido como una construcción variable del sexo.

Para Simone de Beauvoir, la comprensión de la condición femenina no viene dada únicamente por su condición biológica, sino que ésta sólo puede comprenderse si se la sitúa en relaciones sociales, ya que es en la experiencia vivida en situaciones de relaciones sociales en las que la mujer se define como tal y se define como mujer oprimida y dominada. Los desarrollos de la teoría feminista no serían posibles sin la elaboración del concepto de género, concepto que posibilita la construcción y la reflexión de un sujeto central para el feminismo, la mujer.

El desarrollo conceptual de Rubin radica en la idea de que la domesticación de la mujer como una oprimida no es una condición ontológica, sino que se presenta y se desarrolla en ciertas relaciones sociales, que en su conjunto organizan el sistema de sexo/género el cual transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana.

Toda sociedad tiene un sistema de sexo-género, el cual Rubin define como “disposiciones por las cuales la materia biológica del sexo y la procreación humanos es conformada por la intervención humana y social y satisfecha en una forma convencional, por extrañas que sean algunas de las convenciones.” (Rubin, 1986: 102)

El género es una división de los sexos culturalmente impuesta. Un producto de las relaciones sociales de sexualidad. La identidad de género exclusiva es la supresión de semejanzas naturales. El género no es solo identificarse con un sexo, sino también dirigir el deseo hacia el sexo opuesto. También, la división sexual del trabajo está implícita en la constitución de los géneros.

Engels también indicó la existencia e importancia del campo de la vida social que Rubin llama el sistema de sexo-género. Esto porque el sistema sexual no se limita a la reproducción biológica ni social. Este sistema es el momento reproductivo de un modo de producción (el momento de patriarcado, porque el patriarcado está situado, pero no distingue períodos).

Butler pierde de vista que el género es el resultado de relaciones socialmente constituidas. Las relaciones que se desprenden del patriarcado y de la opresión de las mujeres, las cuales no solo imponen un comportamiento y rol social a las mujeres, sino también a los hombres. Desde luego, esta relación no es simétrica, un género se posiciona como opresor y el otro como oprimido. En este sentido, la opresión de la mujer se establece sobre bases económicas que así mismo posibilitaron la formación de clases sociales. La propuesta de Butler se reduce a un giro lingüístico para cambiar las categorías que reflejan identidad de género, pero no plantea ninguna transformación material-real de las relaciones sociales que producen opresión, es decir, no sostiene una perspectiva anticapitalista.

En defensa de la categoría” mujeres”

Esta es una categoría política estratégica para postular la necesidad de que seamos mujeres para sí, que luchemos junto a la clase trabajadora (explotada por el capitalismo) por la emancipación de la humanidad. No obstante, la solidaridad no es abstracta, tampoco es totalizadora. Por eso, lejos de postular la unidad de las mujeres como una categoría totalizadora -como si fuese monolítica- el feminismo socialista postula la unidad de oprimidos/as y explotados/as, pero no abstractamente, sino como plataforma de lucha para la liberación de las relaciones de opresión y explotación. Entonces, sin prácticas colectivas dirigidas a la emancipación no se ataca las estructuras sociales de dominación que imponen géneros marcados, fuera de la acción política por la liberación a partir de una identidad común: oprimidos/as y explotados/as; no existe posibilidad de que la humanidad se libere de los géneros.

En resumen, la heteronormatividad no es la productora de las oposiciones hombre-mujer, sino que está íntimamente ligada y es consecuencia del patriarcado que oprime y produce géneros acorde al sistema de opresión. Por eso, la acción individual de transgredir los géneros establecidos no es progresiva per se, puesto que no es un efecto de las prácticas discursivas como piensa Butler, sino que son categorías ancladas en el sistema económico. Es decir, los “actos corporales subversivos” no son transformadores de la realidad si se aíslan de la lucha y organización política contra el patriarcado y el capitalismo, porque de nada ayuda cambiar las categorías si la explotación y opresión no sucede solo discursivamente, en términos metafísicos, sino que acontece en el ámbito de las relaciones socio-económicas, es material.

La gran debilidad de esta teoría radica en que supone las identificaciones de sexo como un proceso individual de repetición o imitación de ciertas prácticas, no como una construcción cultural, y por ende colectiva. Asimismo, su destrucción es visualizada mediante prácticas individuales de performatividad de género que reviertan el binario hombre-mujer. Sin embargo, no es el binario hombre-mujer el encargado de la opresión, sino el patriarcado que implica mayor complejidad que el binario hombre-mujer, puesto que también se alía con el capitalismo, pero ese problema no lo aborda Butler nunca, dado que esta teoría no es crítica del capitalismo, por el contrario, Butler ha sido optimista con el gobierno de Obama, su teoría es perfectamente compatible con el capitalismo.

Es problemático que Butler se refiera al feminismo como si fuese uno y el mismo, pero se comprende su generalización porque su teoría pretende ubicarse como posfeminista. Sin embargo, desde el feminismo socialista se pueden refutar sus conclusiones partiendo de una noción de sujeto diferente al postulado por Butler.

El feminismo socialista reivindica el sujeto en tanto se encuentra situado en relaciones de opresión y explotación, por lo que no es un sujeto global como critica la autora. Tampoco es un sujeto que se caracterice por acciones individuales, sino por su praxis. Es decir, por sus acciones dirigidas a ciertos fines. También, el feminismo socialista supone la acción política para la consecución de la conciencia para sí, por lo que no pretende determinar y obligar a los sujetos que espera representar y liberar como sostiene Butler. Por el contrario, a través de la práctica revolucionaria el movimiento de mujeres construye su propia liberación.

En resumen, el feminismo socialista es política revolucionaria que retoma la categoría mujeres en tanto oprimidas y explotadas para la lucha política que posibilite su liberación, pero consciente de que su liberación será en unidad con la clase obrera, es decir en conjunto oprimidos/as y explotados/as.

 

  1. ¿Por la desestabilización del género o un movimiento de mujeres combativo?

La teoría queer implica un retroceso del postulado feminista “lo personal es político” porque supone que asumiendo un género alternativo se combate al patriarcado, pero el patriarcado trasciende la heteronormatividad porque su fin consiste en que las mujeres sean las garantes de la reproducción de la vida (tanto la crianza como el trabajo doméstico). En el afán del patriarcado por mantener la familia, oprime la sexualidad humana, lo que produce la heterosexualidad obligatoria.

Entonces, la teoría queer reduce el patriarcado a la heteronormatividad. No obstante, el fundamento del patriarcado es el sostenimiento de la familia. En ese sentido, el capitalismo se apropió del sistema patriarcal para que la reproducción de la vida quedase a cargo de las mujeres y en el ámbito privado. Así, la heteronormatividad se asienta sobre la opresión de las mujeres para reproducir el sometimiento de la mujer al ámbito doméstico. En este marco, la teoría queer no critica la familia burguesa.

Por consiguiente, la destrucción del género no se limita a prácticas individuales, no puede encerrarse en una conciencia individual, porque con asumir géneros alternativos no se acaban los géneros. Por eso, la acción política consciente de oprimidos/as y explotados/as es la única capaz de derribar el patriarcado y el capitalismo para acabar con las bases económicas y culturales que perpetúan la opresión, la explotación y la heteronormatividad. Solamente con la destrucción material de la explotación y la opresión (no con la destrucción categorial-metafísica) es posible la consecución de relaciones sociales libres que permita la caída de los géneros y de las clases sociales, solo así podremos hablar de ser humano, sin importar hacia qué sexo se orienta su deseo sexual.

En conclusión, la emancipación de las mujeres no es individual, sino social. Desde la experiencia de la Corriente Internacional Socialismo o Barbarie, a través de la lucha de Las Rojas en Costa Rica y en Argentina, sostenemos que las mujeres organizadas somos capaces de lograr conquistas y pelear por nuestra emancipación en unidad con la clase trabajadora y demás sectores oprimidos. Por ejemplo, Las Rojas en Argentina actualmente son la principal corriente feminista de izquierda en ese país, destacando por su lucha por el derecho al aborto no punible en el Hospital, así como acompañando muchos casos de mujeres que luchan contra sus agresores sexuales (por ejemplo los casos de Rocío Girat e Iara Carmona). Asimismo, desde Las Rojas en Costa Rica estuvimos al frente de la primera movilización por el aborto legal en Costa Rica (realizada el 08 de marzo de 2014) y también impulsamos la realización del Encuentro de Mujeres Universitarias (EMU) en 2011 contra el acoso sexual en las universidades.

Por eso, Las Rojas tenemos como política construir un movimiento de mujeres para luchar en las calles contra la opresión de género, en unidad con la clase trabajadora y explotados/as. Ese es el feminismo socialista de Las Rojas, e invitamos a nuestras lectoras a sumarse a la construcción de este proyecto político.


Bibliografía

  • De Beauvoir, Simone (1987) El segundo sexo. Tomo I. Los hechos y los mitos. Siglo Veinte, Buenos Aires.
  • Butler, Judith (2014) El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Paidós, España.
  • ___________ “Soy muy cuidadosamente optimista”. Entrevista de la página 12, 2 de mayo del 2009. Tomada de www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/2-13722-2009-05-02.htm el 16 de enero del 2015.
  • Engels, Friedrich (2001) El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado. Ediciones Mestas, España.
  • Rubin, Gayle (1986) El tráfico de mujeres: notas sobre la “economía política” del sexo. Nueva Antropología, Vol. VIII, No. 30, México.
  • Zadu, Inés (2009) Crítica a la desconstrucción reaccionaria del movimiento de mujeres en Revista Socialismo o Barbarie, número 23, Argentina.

[1] La caída del Muro de Berlín se tradujo en un retroceso temporal del movimiento obrero y la izquierda, pues terminó capitalizado por el imperialismo que lanzó una ofensiva neoliberal a nivel mundial. Pero también marcó la destrucción del aparato contrarrevolucionario estalinista que, bajo la carátula de “socialista” y “obrero”, se encargó durante décadas de bloquear el desarrollo de procesos revolucionarios independiente en todo el mundo, además de que fue una burocracia marcada por un conservadurismo en cuanto a los temas de derechos de las mujeres y la población LGBTI.

[2] Butler, Judith. “Soy muy cuidadosamente optimista”. Entrevista de la página 12, 2 de mayo del 2009.

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