La Revuelta de Stonewall

El 28 de junio de 1969 en el bar Stonewall, ubicado en la ciudad de Nueva York, sucedía una de las luchas más importantes de la historia del movimiento LGTBI.

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Ese día se recuerda orgullosamente como aquel en el cual las diversidades sexuales hartas de la opresión y marginación social que sufrían, se levantaron y enfrentaron a la policía quien esa noche realizaba una redada en ese bar. No solo lograron resistir ante la policía para que no los persiguiera y encarcelara, como era común en la época, sino que también lograron crear una resistencia frente a ese abuso policial, que se expresó en la concentración de cientos de personas en la calle de Stonewall, uniéndose bajo el fin común de luchar por sus derechos.

El levantamiento duró varios días, y fue acompañado de enormes movilizaciones en las calles hasta el momento nunca antes organizadas para reclamar por los derechos de los homosexuales. El levantamiento de Stonewall se dio en el marco de un importante ascenso de la lucha de clases como fue el Mayo Francés, la lucha contra de la guerra de Vietnam, las luchas feministas, obreras y contra el racismo.

 

¿Reforma o revolución? 

Discusión acerca de diferentes estrategias en la lucha del movimiento LGTTBI

Unos años antes de la revuelta de Stonewall, en los ’50 comenzaron a forjarse en EEUU los primeros grupos de activistas que abogaban por los derechos de los homosexuales, conocidos como el movimiento homófilo (Mattachine Society y las Daughters of Bilitis). En esa época la represión, persecución y opresión eran moneda corriente: el Ku Klux Klan asesinaba con el amparo estatal, cualquiera era acusado de activista y perseguido. El mismísimo Chaplin fue expulsado de Estados Unidos acusado de comunista. La represión a la sexualidad era también feroz, y por supuesto la homosexualidad era un crimen que se pagaba con la ilegalidad.

Desde las instituciones medico-psiquiátricas se sostenía que la homosexualidad era una enfermedad y una desviación de la conducta normal, y para “curarla” se recurría a verdaderas torturas tales como lobotomías, terapias de aversión mediante descargas eléctricas, castraciones, etc. Desde las fuerzas policiales se los detenía, golpeaba y encarcelaba. El gobierno hacía campañas públicas en contra de los homosexuales. Los empleadores los expulsaban de sus puestos de trabajo, etc, lo cual obligaba a estas personas a llevar una vida clandestina.

El movimiento homófilo fue muy progresivo en sus inicios. En ese clima irrespirable, se caracterizó por su método de protesta pacifista, legalista, que pretendía adaptarse a las normas vigentes para reclamar por sus derechos. Las personas que participaban de las protestas querían conseguir la aceptación, intentando convencer a los ciudadanos de que, a pesar de las diferencias en el ámbito privado, eran personas respetables. Para ello utilizaban la divulgación de notas a través de revistas y también realizaban movilizaciones caracterizadas por su sobriedad: las mujeres llevaban faldas y los hombres traje con corbata, y todos marchaban en silencio siguiendo líneas organizadas, utilizaban pancartas con consignas tales como “los homosexuales también somos personas” o “la búsqueda de la felicidad también es un derecho para los homosexuales” entre otras, intentando mostrarle a la sociedad que eran ciudadanos normales, y por lo tanto que debían tener los mismos derechos civiles que una persona heterosexual. El problema de este movimiento surge cuando cambió el aire: los 60 estuvieron signados por la Revolución Cubana, la lucha contra la guerra de Vietnam, el levantamiento del revolucionario movimiento negro por los derechos civiles, los grandes movimientos de mujeres. Y en este marco el movimiento homófilo quedó por detrás de la nueva situación.

En contraste con el movimiento homófilo, el levantamiento de Stonewall se caracterizó por la irrupción en las calles de un movimiento revulsivo, que se enfrentó cuerpo a cuerpo contra las terribles represiones policiales que pretendían acallarlos, movimiento que no buscaba adaptarse a ese sistema opresivo, sino transformarlo, cambiarlo de raíz, bajo el grito de queremos ser lo que somos, visibilizando de cara a la sociedad la discriminación. Para conseguirlo, una de las consignas fue salir del closet para tomar las calles, mostrarse ante una sociedad desigual para luchar por cambiarla, generando un estallido de orgullo insurrecto, que se tradujo en enormes movilizaciones. Es a partir de esta fecha que surge el día del orgullo, como día de lucha por los derechos LGTTBI a nivel mundial.

Hoy en día, habiendo pasado mas de 50 años de la lucha de Stonewall, creemos que es fundamental retomar esta discusión acerca de cuáles deben ser las estrategias que debe llevar adelante el movimiento LGTTBI  (lesbianas, gays, travestis, transexuales, bisexuales e intersexos) para dar sus peleas.

¿Por qué en el país en el cual el movimiento LGTTBI conquistó el derecho al matrimonio igualitario y la ley de identidad de género, nos siguen oprimiendo? Si bien es cierto que actualmente no sucede que la policía nos encarcele por practicar libremente nuestra sexualidad, ni se nos practiquen lobotomías, lo que si sigue ocurriendo es que, aún con estas leyes conseguidas, nos siguen discriminando, llegando en algunos casos hasta la muerte, como pasó con Pepa Gaitán; la expectativa de vida de las travestis sigue siendo de 35 años debido a las condiciones de vida precaria a las cuales deben someterse, ya que son excluidas del mercado laboral, y en muchos casos deben prostituirse para poder sobrevivir; seguimos en un país en donde el Estado mantiene íntimos lazos con la Iglesia homofóbica, que se refuerza con la asunción de Bergoglio como Papa. Y es que estamos en un país y en un mundo capitalista y patriarcal, donde la norma es la familia nuclear, y todo lo que quede por fuera de ella debe marginarse.

Entonces ¿Debemos limitarnos a realizar demandas para ampliar nuestros derechos civiles con el fin de adaptarnos un poquito más a este sistema que nos oprime y excluye? ¿Debemos seguir remendando con parches el gran agujero de opresión que nos abre este sistema? Al parecer, la respuesta afirmativa a estas preguntas es la favorita del gobierno Kirchnerista y sus funcionarios. María Rachid, legisladora de la ciudad de Bs. As. por el kirchnerismo, es un exponente de esto. Ella fue quien propuso en el 2014 un proyecto de ley para que las personas travestis y trans reciban un subsidio, que finalmente no fue aprobado. Claro que el proyecto estaba plagado de requisitos, en algunos casos llegando a un cinismo sin límites, por ejemplo, que para recibirlo era condición necesaria tener más de 40 años, cuando es sabido que la expectativa de vida de esta población es de 35 años. Es decir, se les entregaría a quienes lograran sobrevivir a toda barbarie, explotación y opresión, para quienes lograran retrasar la fecha cincelada en el epitafio que les es asignado solo por el hecho de ser travestis y trans. Lo cual demuestra que no hay un interés por cambiar la situación de opresión, sino solo de maquillarla, hacer de cuenta que algo se hace para no cambiar nada de fondo. Y es que esta estructura desigual y opresiva, producto de las relaciones sociales del patriarcado y el capitalismo, que afecta a mujeres, diversidades sexuales y a millones de obreros, es necesaria y funcional para mantener la estabilidad de cualquier gobierno capitalista.

Nosotras pensamos que si bien conquistamos algunos derechos, con eso no alcanza. Nosotras apostamos por un movimiento LGTTBI revolucionario que luche en las calles, como lo hizo en Stonewall, que sea independiente de todo gobierno, que pelee codo a codo con el millón de mujeres que se movilizó para exigir Ni Una Menos, aliado con los trabajadores, con la juventud y con todo sector explotado y oprimido, para tirar abajo este sistema y construir una sociedad nueva que sea libre e igualitaria. “Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.

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