Moonlight: La pelea por asumir una identidad sexual oprimida

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  • El drama estadounidense basado en la obra teatral semi-autobiográfica In Moonlight Black Boys Look Blue narra la vida de Chiron, un niño negro sumergido en la pobreza, que a lo largo de su vida se ve atravesado por todo tipo de violencias vinculadas a su condición de clase e identidad sexual.

Por Martine Luxeburgo y Santiago Damiani

Escrita y dirigida por el afroamericano Barry Jenkins, Moonlight se divide en tres actos de manera cronológica. El primero se llama “I. Little”, aludiendo al apodo despectivo del protagonista y narra episodios de su infancia. Allí se muestra las carencias y los abusos que sufre de niño, tanto por su condición de pobreza, como por su aspecto físico. El film refleja cómo emerge la violencia entre pares, a partir de los estereotipos sociales del género masculino como la rudeza y la violencia, lo cual dejará profundas marcas en la subjetividad del protagonista.

Escapando de la hostilidad de su hogar y el entorno, Chiron busca refugio en la figura paterna de Juan, un narcotraficante cubano, que le brinda cariño y protección ante la ausencia de su madre, quien, preocupada en sí misma, recurre al consumo de drogas. Señalemos que el abuso de drogas es frecuente y especialmente dañino en la población negra, representando el 12,4% de la población nacional[1]. A ello se suma un alto porcentaje de afroamericanxs sumidxs en la pobreza, que son forzadxs a ver el negocio de drogas como la única salida laboral ante la dificultad de conseguir un empleo por su color de piel.

Más adelante, en el segundo segmento, “II. Chiron”, se desarrolla la relación entre Chiron y Kevin, un niño del vecindario con quien logra construir una relación de amistad basada en el compañerismo, la comprensión y la aceptación de las diferencias. Ya de adolescente, el protagonista, en una situación de extrema vulneración, debe enfrentarse a diversas problemáticas: la adicción de su madre se profundiza, volviéndose una relación violenta e intolerable; Juan es asesinado, por lo que debe recurrir a su novia, Teresa, para encontrar asilo, abrigo y alimento; y debe enfrentarse al bullying de sus compañeros por su timidez y orientación sexual. Una noche, atormentado por su situación, se escapa a una de las playas y se encuentra a Kevin con quien logra compartir sus emociones, ambiciones y problemas, lo cual posibilita un acercamiento afectuoso.

Agobiado por las golpizas, la violencia y el maltrato, que viene acumulando durante años, Chiron reacciona descargando toda su ira, rompiéndole una silla por la espalda a su agresor. Sin mediar palabras y aislando el hecho del contexto social de vulneración del joven, es trasladado a un reformatorio. Muchas veces, único lugar posible para la juventud excluida por un sistema que oprime hasta los huesos.

De este modo, se muestra una imagen de la violencia y el atropello que sufren las juventudes LGTB en las escuelas y en la sociedad, expuestxs a mayor cantidad de abusos físicos y verbales, poniendo en riesgo su educación, su salud y atacando las libertades en la construcción de su propia identidad sexual. Asimismo, los datos revelan que lxs adolescentes LGTB, que sufren bullying son más propensxs al abuso de alcohol y drogas, como un intento de salida frente al sufrimiento, lo cual se magnifica por factores económicos y raciales transversales presentes en la película. [2]

Así se da paso al tercer capítulo, “III. Black”, donde un Chiron ya adulto se transforma en un narcotraficante en Atlanta, con un aspecto rudo y poderoso. Sin dudas, la cárcel y los discursos dominantes llevaron al joven tímido y débil a construir una apariencia que le permita sobrevivir en ésta sociedad hostil, ocultando su verdadera identidad. Luego de muchos años, el reencuentro con su amigo Kevin, permite a Chiron revelar que su actitud de gángster no es más que un escudo en respuesta al dolor sufrido desde su infancia. Así vemos cómo la discriminación y la vulneración de derechos que deberían estar garantizados, terminan minando y reprimiendo la identidad de muchos jóvenes, forzándolos a vivir bajo los estereotipos de la sexualidad hegemónica.

Construyendo el prestigio desde abajo

Moonlight es una película atrevida. No sólo evita caer en estereotipos y lugares comunes sobre raza, pobreza y sexualidad, desde los cuales se suele abordar a dichas temáticas en las grandes producciones, sino que su estilo narrativo y cinematográfico se aleja de las convenciones norteamericanas. Posee una impronta asiática y europea, influida, según el director, por el hongkonés Wong Kar-wai y la francesa Claire Denis, pero aplicándolo a temáticas propias de Estados Unidos con una sensibilidad y realismo pocas veces vista. El uso de la cámara lenta y la técnica step-printing, la repetición de imágenes, una fotografía de colores vívidos que juega con las sombras, un soundtrack que fusiona música clásica con popular y una narrativa donde prima lo emocional y poético, hacen de este film una rara avis del cine estadounidense.

La cinta de Barry Jenkins se ha convertido en la primera de temática LGTB en ganar el Oscar a mejor película, además de ser la película de menor presupuesto en recibir este premio y tener un reparto íntegramente compuesto de actores afrodescendientes. Esto cobra mayor relevancia sabiendo que la academia se ha caracterizado históricamente por ignorar obras excepcionales sólo por abordar temáticas tabú o que escapan a la demanda del mercado. Además fue premiada al mejor guión adaptado y mejor actor de reparto para Mahershala Ali (Juan), siendo el primer musulmán en ganar un Oscar, y nominada a 3 premios más. También es considerada por muchos críticos y espectadores como la mejor película de la década del 2010, y hoy está disponible en la plataforma Netflix.

 

Los orígenes del movimiento LGTB: del pacifismo estéril a una revuelta histórica

Históricamente las diversidades sexuales han sido oprimidas y víctimas de todo tipo de ataques. Enmarcada en un sistema capitalista patriarcal, la homolesbotransfobia se ha hecho valer por medio de la violencia y actos normalizadores de la conducta, que a diario se traducen en golpizas, detenciones, encarcelamientos e incluso, crímenes de odio. Sin embargo, esta brutalidad dio lugar a un incipiente movimiento de activistas que, ante tamaña opresión, vieron la necesidad de comenzar a organizarse. Inicialmente el movimiento homófilo se caracterizó por manifestarse pacíficamente, teniendo como estrecho objetivo, avanzar sobre reivindicaciones reformistas, lo cual fue progresivo y trazó un antecedente para la organización del movimiento.

Luego de un ascenso de la lucha de clases en distintas partes del mundo, a partir de la revolución cubana, las movilizaciones contra la guerra de Vietnam, la masificación del movimiento feminista, el levantamiento antirracista, etc., el mismo se vio inmerso en un nuevo escenario que impulsó al movimiento a sumarse a la intervención directa de resistencia en las calles. Este contexto de luchas a nivel mundial sentó las bases para lo que sería un hito en el movimiento LGTB: la revuelta de Stonewall[3]. A raíz de una redada policial en el bar neoyorquino, miembros de la comunidad LGBT, entre ellxs las activistas Marsha P. Johnson[4] y Sylvia Rivera, irrumpieron masivamente en las calles enfrentándose a la policía durante días, denunciando la discriminación y persecución policial, bajo la histórica consigna “salgamos del clóset y tomemos las calles”, haciendo del orgullo una respuesta política. Este hecho no solo fue crucial para la historia del movimiento, sino que también permitió masificar el mismo y cambió por completo la perspectiva pacifista de adaptación que lo caracterizó en sus orígenes, por una visión transformadora de la realidad.

Por un movimiento LGTB revolucionario

Si bien la lucha por los derechos de las diversidades sexuales ha logrado grandes conquistas en distintas partes del mundo como la legalización del matrimonio igualitario, leyes que amparan las identidades de género y la reciente aprobación de una ley histórica en EE.UU que protege a las personas LGTB ante la discriminación y despidos laborales [5], en muchos contextos, aún persiste la imposición de la ideología dominante heteronormativa y binaria. Estructural al sistema patriarcal, esta ideología continúa condicionando la vida de las personas cuya identidad y orientación sexual no se adapta al “orden establecido”.

De manera dramática, Moonlight permite observar cómo Chiron se ve afectado por la presión social y ataques sufridos por parte de su madre y compañeros de escuela debido a su orientación sexual, lo cual lo lleva a reprimir su identidad, llegando incluso a transformar su aspecto físico y conducta acorde a la de un modelo hegemónico masculino, que le permitiera vivir una vida “libre” de ataques constantes.

En este sentido, a 51 años de la revuelta de Stonewall, que cuestionó directamente este sistema de opresión en las calles, se evidencia la necesidad de seguir construyendo un movimiento independiente que logre superar la pelea por las reivindicaciones y reclamos particulares de la comunidad LGBT. Es fundamental que la lucha se enmarque en una perspectiva global que plantee la necesidad de emprender alianzas con el resto de los sectores oprimidos y explotados, como lo vemos hoy en las movilizaciones en EEUU bajo la consigna Black Trans Lives Matters, para terminar con el sistema de opresión que genera el capitalismo patriarcal, desde una perspectiva revolucionaria y socialista.


[1] https://sunrisehouse.com/addiction-demographics/different-races/

[2] https://www.mhanational.org/bullying-lgbt-youth

[3] http://lasrojas.com.ar/la-rebelion-en-eeuu-y-el-orgullo-lgbti-en-el-recomienzo-historico/

[4] Ver documental “La vida y muerte de Marsha P. Johnson” disponible en la plataforma de Netflix

[5] http://izquierdaweb.com/eeuu-historico-fallo-a-favor-de-los-trabajadores-lgbti/

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