Doscientos años de Flaubert, un poeta en prosa

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  • Si para algunos el siglo XIX fue el siglo de la novela, Flaubert es sin lugar a dudas uno de los exponentes más brillantes del mismo. A doscientos años de su nacimiento, este breve artículo lo celebra.

Guillermo Pessoa

Llevo más de quince años trabajando como una mula. He pasado toda mi vida en esta obstinación de maniático, excluyendo y encerrando en jaulas mis otras pasiones, yendo a verlas sólo de vez en cuando para distraerme. ¡Oh!, si alguna vez llego a hacer una obra hermosa, bien lo habré ganado!

G. Flaubert

 

Se cumple en estos días el bicentenario del nacimiento de Gustave Flaubert, en la ciudad de Ruán, lugar en donde situaría a una de sus más renombradas novelas Madame Bovary, cuyo subtítulo  “Costumbres de provincia” expresa fielmente ese lugar“en donde todos se conocen” (recordar la escena de la feria del pueblo) y en el cual su padre  médico cirujano del hospital, fue quien inspiró, dicen sus principales biógrafos, al personaje del doctor Laviére de la célebre obra.

Si Cervantes había inaugurado la novela moderna con el Quijote, una serie de escritores franceses de comienzos del siglo XIX, inauguran la novela realista. De paso recordemos lo muchas veces señalado: el parentesco entre Alonso Quijano y Emma: su apego a la lectura y la creación de un mundo paralelo a aquel otro que llaman “real”.

También Flaubert (vean la cita del comienzo) era un escritor obsesivo y su búsqueda de la MotJuste (la palabra correcta) lo llevó a esfuerzos denonados por obtener la belleza en su creación. Decía bien Borges: Milton, Tasso y Virgilio se consagraron a la ejecución de poemas. Flaubert fue el primero en consagrarse (do su rigor etimológico a esta palabra) a la creación de una obra puramente estética en prosa (…) El hombre que con Madame Bovary forjó la novela realista fue también el primero en romperla.

Efectivamente con Bouvard y Pécuchet su última obra inconcluso, la historia de estos dos amigos que quieren obtener todo el conocimiento del mundo y además difundirlo, es un gran símbolo de la humanidad deseosa de aprehender el universo todo. La educación sentimental, Salambó, La tentación de San Antonio y sus memorables tres cuentos completan una producción literaria realmente sorprendente.

En un trabajo de reciente aparición (Dorr, Mariano: Marx y la literatura)el autor lanza una sugerente hipótesis: ¿Qué tiene que ver la historia de una mujer de provincia con Marx? La novela de Flaubert constituye un hecho revolucionario en el plano literario, se sientan las bases (nivel de la forma, del estilo) de una praxis autónoma del arte y la literatura en particular (…) A pesar de no estar interesado en lo más mínimo en llevar a cabo una revolución social, es el escritor que coloca al lector ante el infinito literario de la lectura libre y la interpretación. Porque no hay autodeterminación posible allí donde la interpretación de la realidad – o de la ficción – es dada de antemano.

También creemos hallar otra correspondencia con el autor de El Capital, que hasta donde sabemos, no leyó al francés; cuando aquel afirmaba que deseaba que su producción conformase un “todo artístico” y que corregía y corregía para lograrlo. Veamos lo que le confesaba Flaubert a su gran amiga Louise Colet: Cuanto más avance el arte, más científico será, a la vez que la ciencia se tornará artística; uno y otra se encontrarán en la cumbre después de haberse separado en la base

Y eso conformará sin duda otra revolución dentro de esa revolución social que brindará el tiempo libre necesario para poder gozar de los avances de la ciencia y el placer de la mejor literatura. La obra de Flaubert es un mojón en esa dirección.

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